¿Qué hace que un partido sea histórico? El juego y nada más que el juego. Dos horas de tensión como las que hubo en Dublín. Podríamos decir que fue uno de los mejores partidos de la historia, aunque sería un cliché, una falta de respeto a todas las veces que se jugó rugby tan bueno como el de este día. Por ejemplo, aquélla de 2005 en la igualdad que nos dejó sabor a injusticia en Cardiff, con aquel equipazo de los Pumas que dominó e incomodó a los Lions, que arañaron un empate en la última jugada como si fueran un conjunto entrenado por Caruso Lombardi, y no ese combinado formado en 1888 y dueño de tanta historia y estirpe de buen juego.
En ese año, el de la formación de los Lions, el juego no era más que un bosquejo de lo que es hoy, y la historia era solamente futura. Nada se sabía del rugby como un juego de inteligencia y táctica como el que se juega 137 años después.
No hace falta que hablemos de que en los medios británicos daban a los Lions como ganadores. No necesitamos eso para escribir esta crónica. Es simplemente una referencia para decir que el juego moderno es impredecible, parejo, un deporte espectacular que en los primeros tres minutos de este viernes no tuvo pausas. Así fue.
El partido tuvo una primera secuencia en la cual ambos equipos propusieron un juego dinámico. Lions, haciendo pasar la circulación de pelota y la creación por Bundee Aki, el estupendo centro de origen polinesio, que distribuía intentando generar quiebres con sus pases de todo tipo. Los Pumas, relanzando el juego a partir de los forwards, procurando un salteo del primer receptor que daba resultado, porque a partir de la táctica generaban el punto de contacto en un lugar más alejado, e tratando de circular rápidamente y de definir el ataque por afuera con los tres cuartos.
En el intercambio de posesiones de esos tres primeros minutos los argentinos se pusieron al frente con un penal convertido por Tomás Albornoz, que jugó cómodo junto a Gonzalo García, y juntos manejaron muy bien las posesiones. Tan bien que cada vez que los Pumas entraron a los 22 metros ajenos, marcaron puntos (tres tries y dos penales); hubo otro envío por fuera de esa zona. Los visitantes consiguieron construir poco juego para llegar a la zona de oro y, sin embargo, fueron letales tanto en recuperaciones como en el primer line del segundo tiempo, que se originó en su propia zona de 22. Esa alta efectividad puede ser leída de una manera: absoluta precisión en el manejo de la pelota y aprovechamiento total de los quiebres.
En el comienzo electrizante del partido, los British and Irish Lions mostraron claramente cómo querían jugar el juego. Era con dinámica, proponiendo lanzamiento a partir de tapping, con falsos mauls, buscando la potencia y la creatividad de Aki, pero principalmente moviendo a la defensa argentina de lado a lado. En esas búsquedas, el nacido en Sudáfrica Duhan Van der Merwe, una máquina entrenada para hacer tries, era un peligro real y concreto. En su primera intervención obtuvo un quiebre, pero con el correr del partido no logró largarse a cabalgar como habitualmente se lo ve con la camiseta de Escocia.
Eso no pasó. Y no pasó porque los Pumas defendieron fuerte y arriba. De hecho, cada vez que los Lions relanzaban el juego después de un ruck, el cuarto hombre de la línea defensiva argentina salía adelante como si fuera una lanza para tomar al posible receptor, algo que funcionó muy bien para frenar la inercia ajena. Los locales consiguieron solamente empatar en 3 con esos avances en los minutos iniciales, un poco por la presión defensiva de los Pumas, y otro poco por alguna falla en el manejo de pelota.
En la primera acción que los argentinos tuvieron para lanzar el juego en campo de los Lions desde el lado derecho, a unos 35 metros del in-goal, un tapping hizo que la pelota volviera al centro de la cancha, donde en el primer contacto los Pumas ganaron metros e hicieron volar la pelota hacia afuera. Ahí la tomó el estupendo Santiago Carreras agotando el espacio hacia la izquierda, donde Ignacio Mendy aceleró y cambió de paso a la última marca. En dos fases el equipo argentino concretó una acción de esas que tienen registro profundo en la semana, que son tratadas en reuniones antes y después de entrenamientos. Que serán vistas por los siglos de los siglos en videos de internet.
Había que cuidarse de que Aki tocara mucho la pelota. Y eso sucedió, no se alcanzó a evitarlo. Al menos, en el comienzo, cuando el fantástico Dundee Aki, con ese nombre de superhéroe, efectivamente tocó mucho la pelota y, en la primera que tuvo con espacio, una secuencia en que los Lions jugaron de lado a lado, se dio cuenta de que con solo enderezar la carrera podía llegar al primer try de su equipo. Estaba en la zona de 22 de los Pumas y necesitaba solamente acelerar. Ver su entrada al in-goal fue como ver una bola de bowling hacer una chuza. Lions arriba por dos puntos.
El scrum empezaba a ser un punto difícil en el primer tiempo. Podríamos decir que era el único en el que el seleccionado argentino no conseguía sentirse fuerte. El conjunto fue penalizado y a raíz de eso los Lions se acercaban con envíos al lateral, que no lograron transformar en puntos. El juego continuamente pone a prueba. Lo que parece una ganancia, una victoria en un aspecto, se convierte en un interrogante, en una prueba en otro. Y en esa prueba los Pumas recuperaron varias veces la pelota por un gran trabajo en el punto de contacto.
Albornoz concretó en puntos con el pie los avances. Uno de ellos, después de una recuperación y un posterior kick de Carreras que derivó en un 50/22 (de los mejores cambios reglamentarios de los últimos años en términos de justicia y como incentivo al pensamiento táctico). En el line posterior un penal le dio la mencionada chance al tucumano. Era irse cómodos al vestuario en el cierre del primer tiempo. Pero el juego siempre ofrece oportunidades.
Justo Piccardo, con un excelente desempeño, cumplió el rol de recibir las salidas que iban largas. Parecía bien cerrar el juego pero una pérdida de posesión permitió a los Lions buscar por fuera. La pelota voló a la izquierda, al temible Van Der Merwe, ese hombre diseñado para correr sin caerse. Sin embargo, en este día, el wing se cayó. En el ruck la pelota salió disparada hacia su lado pero el medio-scrum inglés Alex Mitchell no pudo agarrarla porque antes Juan Cruz González, tercera línea que en la cancha parece tener clones, la punteó para tomarla y habilitar a un apoyo. Y así, gestar un contragolpe con Rodrigo Isgró, que avanzó hasta la marca y habilitó a Carreras. El cordobés, haciendo honor a su apellido, les ganó a todos los defensores y le dio el try a Albornoz. Segunda asistencia de Carreras. Segundo try de los Pumas. Descanso: 21-10.
Todos lo sabíamos: el equipo entrenado por Andy Farrel no había mostrado todo lo que tenía preparado. Así como en el primer tiempo intentó lanzar el juego a partir del tapping en el line, en el segundo alternó con el avance de su maul. Fue raro que no lo hiciera más en la primera parte, ya que cuando lo hizo, avanzó. En el segundo período, en el segundo lanzamiento cercano al in-goal tomó esa decisión y los puntos llegaron. Y también llegó el momento de temblor para los Pumas. Con el try-penal vino una tarjeta amarilla a Mayco Vivas, y en los diez minutos que transcurrieron sin el pilar parecía que las esperanzas del equipo argentino ya no tenían el mismo apellido que el recién amonestado.
Fueron momentos en que el conjunto al que entrena Felipe Contepomi sufrió no tener posesión y los avances de los Lions, corriendo en ángulo desde afuera hacia adentro, se traducían en quiebres. Tommy Freeman, Henry Pollock y Ellis Genge protagonizaron algunos de ellos, el último de los cuales dio comienzo al try que dio vuelta el partido. Por segunda vez los Lions se ponían en ventaja. En este juego moderno, en el que la presión en el juego se traslada con velocidad a la mente, los Pumas nunca entraron en jaque con dudas, ni con la realidad que mostró durante escasos minutos el marcador.
Era el primer line-out del segundo tiempo para el equipo argentino. La zona: 25 metros por delante de su in-goal. La teoría dice que lo correcto es obtener y salir rápidamente con el pie. La pelota salió en seguida y encontró a Albornoz, que pareció perfilarse para despejar con el pie. Y eso es lo que los defensores isleños, que salieron veloces, creyeron iba a pasar. Por eso no terminaron de concretar lo que hasta entonces habían hecho bien. No tacklearon al tucumano que toma decisiones mas rápido que nadie, que parece entrenado para decidir todo en microsegundos. Podríamos decir que Albornoz es la persona mas decidida de todo Dublín en este día.
Vio el hueco, se metió entre la defensa y habilitó a Joaquín Oviedo, que buscó a su vez a Piccardo. Por fuera llegó Matías Moroni, que no solo es tan decidido como Albornoz sino que además ha decidido gran parte de los partidos importantes del rugby argentino en la última década. Lo que hizo es obvio para quien entiende este juego así como la luna sabe que debe marcharse cuando aparece el sol. Sabe que el juego es generar un espacio para que otro siga avanzando hasta marcar. Y Moroni decidió, una vez más.
Decidió que éste no fuera uno de esos días como el de Cardiff en 2005, cuando se dijo que los Pumas habían jugado espectacularmente bien pero no se llevaron la victoria. No: Marías Moroni no conoce la palabra con la que empecé esta oración. Su mente empieza siempre diciendo que sí cuando hay un desafío. Y ese desafío fue la pelota girando desde su pie hasta el in-goal del Aviva Stadium, de Dublín, hasta donde estaba corriendo Santiago Cordero.
Compacto de Lions 24 vs. los Pumas 28
El try de Cordero fue a los 18 minutos de la segunda mitad. Lo que quedó en el partido se restringió a intentos frustrados de los locales. Lo que quedó es todo un equipo argentino repitiendo a coro la palabra en la que piensa Matías Moroni desde que se levanta hasta que se acuesta. Quedan tackles ofensivos. Quedan algunas infracciones para penales en contra que nunca serán videos virales. Quedan intentos que fueron ahuyentados, desmantelados, y que solamente chocaron con el contagio de Moroni y de Albornoz y con su obsesión por el “sí”.
Los Pumas se volvieron ese Arjona que pedía que le digan que no y al que al final tenían pensando la estrategia para el “sí”. De la historia que sigue no sabemos nada; solo sabemos lo que puede pasar si en la ecuación están Moroni, Albornoz, un pack que mete miedo, unos tres cuartos que convierten en puntos todo lo que les llega y lo que sabe Felipe Contepomi sobre táctica. Lo único seguro es que serán otras dos horas que valdrán la pena.
¿Qué hace que un partido sea histórico? El juego y nada más que el juego. Dos horas de tensión como las que hubo en Dublín. Podríamos decir que fue uno de los mejores partidos de la historia, aunque sería un cliché, una falta de respeto a todas las veces que se jugó rugby tan bueno como el de este día. Por ejemplo, aquélla de 2005 en la igualdad que nos dejó sabor a injusticia en Cardiff, con aquel equipazo de los Pumas que dominó e incomodó a los Lions, que arañaron un empate en la última jugada como si fueran un conjunto entrenado por Caruso Lombardi, y no ese combinado formado en 1888 y dueño de tanta historia y estirpe de buen juego.
En ese año, el de la formación de los Lions, el juego no era más que un bosquejo de lo que es hoy, y la historia era solamente futura. Nada se sabía del rugby como un juego de inteligencia y táctica como el que se juega 137 años después.
No hace falta que hablemos de que en los medios británicos daban a los Lions como ganadores. No necesitamos eso para escribir esta crónica. Es simplemente una referencia para decir que el juego moderno es impredecible, parejo, un deporte espectacular que en los primeros tres minutos de este viernes no tuvo pausas. Así fue.
El partido tuvo una primera secuencia en la cual ambos equipos propusieron un juego dinámico. Lions, haciendo pasar la circulación de pelota y la creación por Bundee Aki, el estupendo centro de origen polinesio, que distribuía intentando generar quiebres con sus pases de todo tipo. Los Pumas, relanzando el juego a partir de los forwards, procurando un salteo del primer receptor que daba resultado, porque a partir de la táctica generaban el punto de contacto en un lugar más alejado, e tratando de circular rápidamente y de definir el ataque por afuera con los tres cuartos.
En el intercambio de posesiones de esos tres primeros minutos los argentinos se pusieron al frente con un penal convertido por Tomás Albornoz, que jugó cómodo junto a Gonzalo García, y juntos manejaron muy bien las posesiones. Tan bien que cada vez que los Pumas entraron a los 22 metros ajenos, marcaron puntos (tres tries y dos penales); hubo otro envío por fuera de esa zona. Los visitantes consiguieron construir poco juego para llegar a la zona de oro y, sin embargo, fueron letales tanto en recuperaciones como en el primer line del segundo tiempo, que se originó en su propia zona de 22. Esa alta efectividad puede ser leída de una manera: absoluta precisión en el manejo de la pelota y aprovechamiento total de los quiebres.
En el comienzo electrizante del partido, los British and Irish Lions mostraron claramente cómo querían jugar el juego. Era con dinámica, proponiendo lanzamiento a partir de tapping, con falsos mauls, buscando la potencia y la creatividad de Aki, pero principalmente moviendo a la defensa argentina de lado a lado. En esas búsquedas, el nacido en Sudáfrica Duhan Van der Merwe, una máquina entrenada para hacer tries, era un peligro real y concreto. En su primera intervención obtuvo un quiebre, pero con el correr del partido no logró largarse a cabalgar como habitualmente se lo ve con la camiseta de Escocia.
Eso no pasó. Y no pasó porque los Pumas defendieron fuerte y arriba. De hecho, cada vez que los Lions relanzaban el juego después de un ruck, el cuarto hombre de la línea defensiva argentina salía adelante como si fuera una lanza para tomar al posible receptor, algo que funcionó muy bien para frenar la inercia ajena. Los locales consiguieron solamente empatar en 3 con esos avances en los minutos iniciales, un poco por la presión defensiva de los Pumas, y otro poco por alguna falla en el manejo de pelota.
En la primera acción que los argentinos tuvieron para lanzar el juego en campo de los Lions desde el lado derecho, a unos 35 metros del in-goal, un tapping hizo que la pelota volviera al centro de la cancha, donde en el primer contacto los Pumas ganaron metros e hicieron volar la pelota hacia afuera. Ahí la tomó el estupendo Santiago Carreras agotando el espacio hacia la izquierda, donde Ignacio Mendy aceleró y cambió de paso a la última marca. En dos fases el equipo argentino concretó una acción de esas que tienen registro profundo en la semana, que son tratadas en reuniones antes y después de entrenamientos. Que serán vistas por los siglos de los siglos en videos de internet.
Había que cuidarse de que Aki tocara mucho la pelota. Y eso sucedió, no se alcanzó a evitarlo. Al menos, en el comienzo, cuando el fantástico Dundee Aki, con ese nombre de superhéroe, efectivamente tocó mucho la pelota y, en la primera que tuvo con espacio, una secuencia en que los Lions jugaron de lado a lado, se dio cuenta de que con solo enderezar la carrera podía llegar al primer try de su equipo. Estaba en la zona de 22 de los Pumas y necesitaba solamente acelerar. Ver su entrada al in-goal fue como ver una bola de bowling hacer una chuza. Lions arriba por dos puntos.
El scrum empezaba a ser un punto difícil en el primer tiempo. Podríamos decir que era el único en el que el seleccionado argentino no conseguía sentirse fuerte. El conjunto fue penalizado y a raíz de eso los Lions se acercaban con envíos al lateral, que no lograron transformar en puntos. El juego continuamente pone a prueba. Lo que parece una ganancia, una victoria en un aspecto, se convierte en un interrogante, en una prueba en otro. Y en esa prueba los Pumas recuperaron varias veces la pelota por un gran trabajo en el punto de contacto.
Albornoz concretó en puntos con el pie los avances. Uno de ellos, después de una recuperación y un posterior kick de Carreras que derivó en un 50/22 (de los mejores cambios reglamentarios de los últimos años en términos de justicia y como incentivo al pensamiento táctico). En el line posterior un penal le dio la mencionada chance al tucumano. Era irse cómodos al vestuario en el cierre del primer tiempo. Pero el juego siempre ofrece oportunidades.
Justo Piccardo, con un excelente desempeño, cumplió el rol de recibir las salidas que iban largas. Parecía bien cerrar el juego pero una pérdida de posesión permitió a los Lions buscar por fuera. La pelota voló a la izquierda, al temible Van Der Merwe, ese hombre diseñado para correr sin caerse. Sin embargo, en este día, el wing se cayó. En el ruck la pelota salió disparada hacia su lado pero el medio-scrum inglés Alex Mitchell no pudo agarrarla porque antes Juan Cruz González, tercera línea que en la cancha parece tener clones, la punteó para tomarla y habilitar a un apoyo. Y así, gestar un contragolpe con Rodrigo Isgró, que avanzó hasta la marca y habilitó a Carreras. El cordobés, haciendo honor a su apellido, les ganó a todos los defensores y le dio el try a Albornoz. Segunda asistencia de Carreras. Segundo try de los Pumas. Descanso: 21-10.
Todos lo sabíamos: el equipo entrenado por Andy Farrel no había mostrado todo lo que tenía preparado. Así como en el primer tiempo intentó lanzar el juego a partir del tapping en el line, en el segundo alternó con el avance de su maul. Fue raro que no lo hiciera más en la primera parte, ya que cuando lo hizo, avanzó. En el segundo período, en el segundo lanzamiento cercano al in-goal tomó esa decisión y los puntos llegaron. Y también llegó el momento de temblor para los Pumas. Con el try-penal vino una tarjeta amarilla a Mayco Vivas, y en los diez minutos que transcurrieron sin el pilar parecía que las esperanzas del equipo argentino ya no tenían el mismo apellido que el recién amonestado.
Fueron momentos en que el conjunto al que entrena Felipe Contepomi sufrió no tener posesión y los avances de los Lions, corriendo en ángulo desde afuera hacia adentro, se traducían en quiebres. Tommy Freeman, Henry Pollock y Ellis Genge protagonizaron algunos de ellos, el último de los cuales dio comienzo al try que dio vuelta el partido. Por segunda vez los Lions se ponían en ventaja. En este juego moderno, en el que la presión en el juego se traslada con velocidad a la mente, los Pumas nunca entraron en jaque con dudas, ni con la realidad que mostró durante escasos minutos el marcador.
Era el primer line-out del segundo tiempo para el equipo argentino. La zona: 25 metros por delante de su in-goal. La teoría dice que lo correcto es obtener y salir rápidamente con el pie. La pelota salió en seguida y encontró a Albornoz, que pareció perfilarse para despejar con el pie. Y eso es lo que los defensores isleños, que salieron veloces, creyeron iba a pasar. Por eso no terminaron de concretar lo que hasta entonces habían hecho bien. No tacklearon al tucumano que toma decisiones mas rápido que nadie, que parece entrenado para decidir todo en microsegundos. Podríamos decir que Albornoz es la persona mas decidida de todo Dublín en este día.
Vio el hueco, se metió entre la defensa y habilitó a Joaquín Oviedo, que buscó a su vez a Piccardo. Por fuera llegó Matías Moroni, que no solo es tan decidido como Albornoz sino que además ha decidido gran parte de los partidos importantes del rugby argentino en la última década. Lo que hizo es obvio para quien entiende este juego así como la luna sabe que debe marcharse cuando aparece el sol. Sabe que el juego es generar un espacio para que otro siga avanzando hasta marcar. Y Moroni decidió, una vez más.
Decidió que éste no fuera uno de esos días como el de Cardiff en 2005, cuando se dijo que los Pumas habían jugado espectacularmente bien pero no se llevaron la victoria. No: Marías Moroni no conoce la palabra con la que empecé esta oración. Su mente empieza siempre diciendo que sí cuando hay un desafío. Y ese desafío fue la pelota girando desde su pie hasta el in-goal del Aviva Stadium, de Dublín, hasta donde estaba corriendo Santiago Cordero.
Compacto de Lions 24 vs. los Pumas 28
El try de Cordero fue a los 18 minutos de la segunda mitad. Lo que quedó en el partido se restringió a intentos frustrados de los locales. Lo que quedó es todo un equipo argentino repitiendo a coro la palabra en la que piensa Matías Moroni desde que se levanta hasta que se acuesta. Quedan tackles ofensivos. Quedan algunas infracciones para penales en contra que nunca serán videos virales. Quedan intentos que fueron ahuyentados, desmantelados, y que solamente chocaron con el contagio de Moroni y de Albornoz y con su obsesión por el “sí”.
Los Pumas se volvieron ese Arjona que pedía que le digan que no y al que al final tenían pensando la estrategia para el “sí”. De la historia que sigue no sabemos nada; solo sabemos lo que puede pasar si en la ecuación están Moroni, Albornoz, un pack que mete miedo, unos tres cuartos que convierten en puntos todo lo que les llega y lo que sabe Felipe Contepomi sobre táctica. Lo único seguro es que serán otras dos horas que valdrán la pena.
En dos horas, los Pumas le rindieron honores a este deporte con acciones dignas de ser miradas por mucho tiempo en videos LA NACION