Los dos equipos argentinos que fueron a participar del Mundial de Clubes de Estados Unidos, Boca Juniors y River Plate, ya no están en el torneo. En apenas un par de días, cayeron como fichas de dominó y debieron emprender el regreso a casa despidiéndose así de una disputa a la que llegaron con muchas ilusiones. “Los bolsones más cargados que trasladaron los utileros eran los que contenían las ilusiones de los equipos”, afirmó en tono poético un espía de la AFA que se infiltró en la aduana para ser testigo de la partida de los planteles y enviar informes sobre el estado de ánimo de los jugadores, una cuestión que siempre preocupa en los pasillos afistas.
Sin embargo, pronto el torneo demostró su dureza y esas ilusiones se fueron desmoronando como un jenga en la medida en que se veía que era muy difícil ganar partidos. “No nos explicamos cómo otros equipos podían ganar, un resultado que nos significaba una misión muy difícil o casi imposible”, explicó con frustración, apenas arribado al país, el suplente de una de las escuadras argentinas que prefirió mantener su nombre en reserva. “Pero hay que mirar para adelante, hablamos en el grupo y dijimos que en el próximo Mundial de Clubes en el 2029 esto no nos puede volver a pasar. Ganar es importante y más en un Mundial de clubes”, agregó didácticamente la fuente en referencia a que los equipos argentinos disputaron seis partidos en EE.UU. y sólo ganaron uno.
Las despedidas son dolorosas, lo saben bien los emigrantes cuando suben a un barco y se despiden de sus seres queridos que los saludan desde el muelle y, según la psicología, puede desencadenar emociones fuertes como tristeza, nostalgia e incluso ira. Eso explicaría la reacción de “Huevo” Acuña, que en el momento de decir adiós al torneo intentó acabar con el holandés Dumfries, a quien persiguió hasta la boca del túnel con aparentes intenciones de neutralizarlo por asfixia mecánica, objetivo que no logró, ya que fue detenido por un oportuno tackle y por la docena de jugadores que se le tiraron encima para inmovilizarlo.
Como si no fueran suficientes la desilusión de los hinchas y jugadores, la catarata de memes y las críticas del periodismo especializado, apareció la opinión presidencial que con su habitual empatía consideró que la doble eliminación obedeció a que el campeonato local “es endeble con 30 equipos sin competitividad” (traducido al lenguaje futbolero, un torneo de murgas) y a que los clubes argentinos son sociedades civiles y propiedad de los socios y no empresas privadas con acciones en manos de fondos de inversión y, por qué no, fondos buitres, sinónimo de éxito deportivo para el gobierno. “Si Boca hubiese llegado al Mundial como Xeneize SRL y River como Millonario’s SA, todavía estarían en el torneo”, señala sin titubear el actual portero de la Oficina de Deportes de la Nación, una de las máximas autoridades de la actual gestión en temas deportivos.
Brasil celebra
Una realidad distinta vive la Confederación Brasileña de Fútbol, que celebra el pase a octavos de final del torneo de los cuatro equipos que representan al país: Botafogo, Fluminense, Flamengo y Palmeiras, cuya partida hacia el Mundial de Clubes había sido observada con pesimismo, escepticismo, indiferencia, incertidumbre y desesperanza por la prensa especializada, que les auguraba a los viajeros un rápido regreso a casa.
“Decían que íbamos a pasear y los paseamos”, fue la consigna con la que la máxima autoridad futbolística en un video que se mantenía en silencio todavía por las consecuencias de la derrota 4-1 sufrida contra el seleccionado argentino en las eliminatorias sudamericanas. “Por fin pudimos hacer un video como los de la AFA, celebrando algo. Volvió la alegría brasileña”, expresó un dirigente mientras hacía sonar su pandeiro y tiraba pasos de samba.
De todos modos, los sectores pesimistas no rinden en Brasil y aseguran que la Federación lanzó este video ahora por las dudas que los dirigentes tienen sobre el cómo seguirá la suerte de los equipos del país en el torneo. “Tenemos garantizado uno en cuartos de final porque juegan entre sí Palmeiras y Botafogo y, salvo que acontezca una catástrofe global, uno pasa”, explicó el analista escéptico Duda de los Santos.
Respecto de la dupla “Fla” y “Flu”, Flamengo juega con Bayern Munich y Fluminense con Inter y, según las encuestas, el ánimo de los hinchas navega entre la esperanza y el pesimismo, que bien podría sintetizarse en el “elijo creer” de los hinchas argentinos en la gesta de Qatar. De todos modos, la AFA hizo saber que está todo bien con sus pares brasileños pero que no permitirá el uso del “elijo creer” porque, por cábala, solo está reservado a la selección argentina. “Los poderes mágicos de esas dos palabras pueden perder fuerza si permitimos su uso indiscriminado”, explicó un dirigente afista ataviado con una remera con la leyenda “Creer o reventar”.
Los dos equipos argentinos que fueron a participar del Mundial de Clubes de Estados Unidos, Boca Juniors y River Plate, ya no están en el torneo. En apenas un par de días, cayeron como fichas de dominó y debieron emprender el regreso a casa despidiéndose así de una disputa a la que llegaron con muchas ilusiones. “Los bolsones más cargados que trasladaron los utileros eran los que contenían las ilusiones de los equipos”, afirmó en tono poético un espía de la AFA que se infiltró en la aduana para ser testigo de la partida de los planteles y enviar informes sobre el estado de ánimo de los jugadores, una cuestión que siempre preocupa en los pasillos afistas.
Sin embargo, pronto el torneo demostró su dureza y esas ilusiones se fueron desmoronando como un jenga en la medida en que se veía que era muy difícil ganar partidos. “No nos explicamos cómo otros equipos podían ganar, un resultado que nos significaba una misión muy difícil o casi imposible”, explicó con frustración, apenas arribado al país, el suplente de una de las escuadras argentinas que prefirió mantener su nombre en reserva. “Pero hay que mirar para adelante, hablamos en el grupo y dijimos que en el próximo Mundial de Clubes en el 2029 esto no nos puede volver a pasar. Ganar es importante y más en un Mundial de clubes”, agregó didácticamente la fuente en referencia a que los equipos argentinos disputaron seis partidos en EE.UU. y sólo ganaron uno.
Las despedidas son dolorosas, lo saben bien los emigrantes cuando suben a un barco y se despiden de sus seres queridos que los saludan desde el muelle y, según la psicología, puede desencadenar emociones fuertes como tristeza, nostalgia e incluso ira. Eso explicaría la reacción de “Huevo” Acuña, que en el momento de decir adiós al torneo intentó acabar con el holandés Dumfries, a quien persiguió hasta la boca del túnel con aparentes intenciones de neutralizarlo por asfixia mecánica, objetivo que no logró, ya que fue detenido por un oportuno tackle y por la docena de jugadores que se le tiraron encima para inmovilizarlo.
Como si no fueran suficientes la desilusión de los hinchas y jugadores, la catarata de memes y las críticas del periodismo especializado, apareció la opinión presidencial que con su habitual empatía consideró que la doble eliminación obedeció a que el campeonato local “es endeble con 30 equipos sin competitividad” (traducido al lenguaje futbolero, un torneo de murgas) y a que los clubes argentinos son sociedades civiles y propiedad de los socios y no empresas privadas con acciones en manos de fondos de inversión y, por qué no, fondos buitres, sinónimo de éxito deportivo para el gobierno. “Si Boca hubiese llegado al Mundial como Xeneize SRL y River como Millonario’s SA, todavía estarían en el torneo”, señala sin titubear el actual portero de la Oficina de Deportes de la Nación, una de las máximas autoridades de la actual gestión en temas deportivos.
Brasil celebra
Una realidad distinta vive la Confederación Brasileña de Fútbol, que celebra el pase a octavos de final del torneo de los cuatro equipos que representan al país: Botafogo, Fluminense, Flamengo y Palmeiras, cuya partida hacia el Mundial de Clubes había sido observada con pesimismo, escepticismo, indiferencia, incertidumbre y desesperanza por la prensa especializada, que les auguraba a los viajeros un rápido regreso a casa.
“Decían que íbamos a pasear y los paseamos”, fue la consigna con la que la máxima autoridad futbolística en un video que se mantenía en silencio todavía por las consecuencias de la derrota 4-1 sufrida contra el seleccionado argentino en las eliminatorias sudamericanas. “Por fin pudimos hacer un video como los de la AFA, celebrando algo. Volvió la alegría brasileña”, expresó un dirigente mientras hacía sonar su pandeiro y tiraba pasos de samba.
De todos modos, los sectores pesimistas no rinden en Brasil y aseguran que la Federación lanzó este video ahora por las dudas que los dirigentes tienen sobre el cómo seguirá la suerte de los equipos del país en el torneo. “Tenemos garantizado uno en cuartos de final porque juegan entre sí Palmeiras y Botafogo y, salvo que acontezca una catástrofe global, uno pasa”, explicó el analista escéptico Duda de los Santos.
Respecto de la dupla “Fla” y “Flu”, Flamengo juega con Bayern Munich y Fluminense con Inter y, según las encuestas, el ánimo de los hinchas navega entre la esperanza y el pesimismo, que bien podría sintetizarse en el “elijo creer” de los hinchas argentinos en la gesta de Qatar. De todos modos, la AFA hizo saber que está todo bien con sus pares brasileños pero que no permitirá el uso del “elijo creer” porque, por cábala, solo está reservado a la selección argentina. “Los poderes mágicos de esas dos palabras pueden perder fuerza si permitimos su uso indiscriminado”, explicó un dirigente afista ataviado con una remera con la leyenda “Creer o reventar”.
Los dos equipos argentinos que fueron a participar del Mundial de Clubes de Estados Unidos, Boca Juniors y River Plate, ya no están en el torneo. En apenas un par de días, cayeron como fichas de dominó y debieron emprender el regreso a casa despidiéndose así de una disputa a la que llegaron con muchas ilusiones. “Los bolsones más cargados que trasladaron los utileros eran los que contenían las ilusiones de los equipos”, afirmó en tono poético un espía de la AFA que se infiltró en la aduana para ser testigo de la partida de los planteles y enviar informes sobre el estado de ánimo de los jugadores, una cuestión que siempre preocupa en los pasillos afistas.Sin embargo, pronto el torneo demostró su dureza y esas ilusiones se fueron desmoronando como un jenga en la medida en que se veía que era muy difícil ganar partidos. “No nos explicamos cómo otros equipos podían ganar, un resultado que nos significaba una misión muy difícil o casi imposible”, explicó con frustración, apenas arribado al país, el suplente de una de las escuadras argentinas que prefirió mantener su nombre en reserva. “Pero hay que mirar para adelante, hablamos en el grupo y dijimos que en el próximo Mundial de Clubes en el 2029 esto no nos puede volver a pasar. Ganar es importante y más en un Mundial de clubes”, agregó didácticamente la fuente en referencia a que los equipos argentinos disputaron seis partidos en EE.UU. y sólo ganaron uno.Las despedidas son dolorosas, lo saben bien los emigrantes cuando suben a un barco y se despiden de sus seres queridos que los saludan desde el muelle y, según la psicología, puede desencadenar emociones fuertes como tristeza, nostalgia e incluso ira. Eso explicaría la reacción de “Huevo” Acuña, que en el momento de decir adiós al torneo intentó acabar con el holandés Dumfries, a quien persiguió hasta la boca del túnel con aparentes intenciones de neutralizarlo por asfixia mecánica, objetivo que no logró, ya que fue detenido por un oportuno tackle y por la docena de jugadores que se le tiraron encima para inmovilizarlo.Como si no fueran suficientes la desilusión de los hinchas y jugadores, la catarata de memes y las críticas del periodismo especializado, apareció la opinión presidencial que con su habitual empatía consideró que la doble eliminación obedeció a que el campeonato local “es endeble con 30 equipos sin competitividad” (traducido al lenguaje futbolero, un torneo de murgas) y a que los clubes argentinos son sociedades civiles y propiedad de los socios y no empresas privadas con acciones en manos de fondos de inversión y, por qué no, fondos buitres, sinónimo de éxito deportivo para el gobierno. “Si Boca hubiese llegado al Mundial como Xeneize SRL y River como Millonario’s SA, todavía estarían en el torneo”, señala sin titubear el actual portero de la Oficina de Deportes de la Nación, una de las máximas autoridades de la actual gestión en temas deportivos.Brasil celebraUna realidad distinta vive la Confederación Brasileña de Fútbol, que celebra el pase a octavos de final del torneo de los cuatro equipos que representan al país: Botafogo, Fluminense, Flamengo y Palmeiras, cuya partida hacia el Mundial de Clubes había sido observada con pesimismo, escepticismo, indiferencia, incertidumbre y desesperanza por la prensa especializada, que les auguraba a los viajeros un rápido regreso a casa.“Decían que íbamos a pasear y los paseamos”, fue la consigna con la que la máxima autoridad futbolística en un video que se mantenía en silencio todavía por las consecuencias de la derrota 4-1 sufrida contra el seleccionado argentino en las eliminatorias sudamericanas. “Por fin pudimos hacer un video como los de la AFA, celebrando algo. Volvió la alegría brasileña”, expresó un dirigente mientras hacía sonar su pandeiro y tiraba pasos de samba. De todos modos, los sectores pesimistas no rinden en Brasil y aseguran que la Federación lanzó este video ahora por las dudas que los dirigentes tienen sobre el cómo seguirá la suerte de los equipos del país en el torneo. “Tenemos garantizado uno en cuartos de final porque juegan entre sí Palmeiras y Botafogo y, salvo que acontezca una catástrofe global, uno pasa”, explicó el analista escéptico Duda de los Santos.Respecto de la dupla “Fla” y “Flu”, Flamengo juega con Bayern Munich y Fluminense con Inter y, según las encuestas, el ánimo de los hinchas navega entre la esperanza y el pesimismo, que bien podría sintetizarse en el “elijo creer” de los hinchas argentinos en la gesta de Qatar. De todos modos, la AFA hizo saber que está todo bien con sus pares brasileños pero que no permitirá el uso del “elijo creer” porque, por cábala, solo está reservado a la selección argentina. “Los poderes mágicos de esas dos palabras pueden perder fuerza si permitimos su uso indiscriminado”, explicó un dirigente afista ataviado con una remera con la leyenda “Creer o reventar”. La Voz