“Hablé con mi familia, pero saqué pasaje y me vine. Estoy feliz porque estoy como en mi casa. Muchos saben que en muchos años he venido a Córdoba por otra cosa. Pero estoy en mi casa”.
Si no fuera Carlos Alberto Tevez el que pronunció esas palabras apenas llegó, las dudas se hubieran disparado en todo el Mundo Talleres. Pero “el Apache” habló en esa conferencia inicial como cuando era jugador y trata de sentirse así. Ya sabía mucho de una provincia que conoció en el debut mismo contra Talleres en octubre de 2001 y a la que luego visitó mucho por razones familiares (tiene un hermano preso que saldrá en libertad en 2026), turísticas (le encanta el golf) y de amistades (la Mona Jiménez, Ramón Ábila y Julio Buffarini).
Pero, Tevez poco conocía de Talleres por dentro. Y menos en una crisis deportiva que había llevado a Cocca a renunciar antes del debut oficial y con un equipo en descenso directo.
Largó Tevez; luego, Talleres. Se hizo camino al andar. El debut con San Lorenzo y la primera derrota; la victoria con Independiente y el empate con Godoy Cruz. En el medio, los refuerzos que llegaron y la búsqueda de un nueve, la salida y vuelta de escena de Portilla, antes el indulto para Juan Rodríguez.
No iba a renegar de ese Talleres relativo porque era un escenario posible. Ya algo sabía por Fassi. Hace unos meses lo había entrevistado cuando aún no había decidido por Cocca.
“Carlitos” fue a los bifes. Con lo que sabe hacer. Palabras simples y directas. “Uno no puede volver más loco al jugador, de una semana que fue una locura. Buscamos que Talleres vuelva a ser protagonista, de menor a mayor. No hay que pensar que estamos anteúltimos en la tabla. Estamos pensando para adelante, pensando en volver a tener el ADN de Talleres, ese Talleres aguerrido, que le gustaba a la gente, que si no podía jugar te lo ganaba corriendo, metiendo. Después empezaremos a jugar lindo, como jugamos en posesión, en contragolpe. Hay que empezar a levantar y que Talleres vuelve a pelear cosas importantes”, fue un textual que repitió en el vestuario.
¿Cómo le fue? La única certeza es que nada es fácil en Talleres, pero Carlitos va. “…tenía ganas de dirigir a Talleres, que era el único club de Argentina que podía moverme de la comodidad que tenía. Por su estructura, totalmente diferente que me tocó vivir, tanto Central como Independiente. Estoy feliz de estar acá“, supo decir Tevez.
Movimientos
El primer movimiento de Tevez fue en el vestuario. Mantuvo líderes como Guido Herrera (volvió a ser el capitán) y Rubén Botta, indultó a un referente como Juan Rodríguez (ante un Juan Carlos Portillo que se paró para forzar su salida a River) como supo hacerlo Walter Ribonetto y de prescindible lo transformó en titular en estos tres partidos. Por más que haya llegado José Palomino. Debió padecer el caso Portilla y lo recuperó una que se supo que no iría a Mineiro, tras lograr el compromiso del colombiano. ¿Más? Trató de limitar los expulsiones no forzadas como las de Miguel Navarro y Ulises Ortegoza, dio oportunidad a Gabriel Báez -refuerzo recién llegado- y le dio chance a Joaquín Mosqueira. Charló con los referentes para ver si el síndrome “Me voy de Talleres” tras ser campeón de la Supercopa Internacional y de un “Talleres permeable” -llegadas tardes, problemas de peso- de los que habló Fassi iba a seguir o no.
“Cambió el chip”, dijo Herrera; Reynoso habló de “otro ambiente” y Mosqueira sostuvo que “Tevez deja una enseñanza cada día”.
A su cuerpo técnico sumó a Pablo Pérez, un tipo muy querido que conoció en Boca y que estaba en la quinta de Newell’s. También de carácter.
En la cancha, su Talleres se movió. Por esos condicionamientos y porque Tevez también largó su búsqueda. En el debut, Matías Gómez fue de lateral siendo cinco, Rodríguez fue rescatado y Schott fue por izquierda. Hubo tres volantes de juego con Rubén Botta (el elegido por los otros DT), la vuelta de Luis Sequeira (repescado) y otro rescate como el de Emanuel Reynoso (su compañero en Boca). Luego, contra Independiente, recuperó la defensa con la vuelta de Navarro, le dio lugar a Rick (recuperado de una fractura en tabique) y prescindió de “Bebelo”. Ante Godoy Cruz, Báez fue por el expulsado venezolano, Matías Galarza entró por el apartado Portilla, Reynoso fue el único volante de juego y Valentín Depietri reapareció por derecha.
En esta semana, larga promete nuevos cambios. La salida de Ortegoza (vio “la roja” ante “el Tomba”) lo determinará así. El partido con Lanús puede hacer que la “T” también cambie de sistema además de nombres.
Encontrar la identidad, es lo que ocupa al “Apache”. Es lo primero.
“Hablé con mi familia, pero saqué pasaje y me vine. Estoy feliz porque estoy como en mi casa. Muchos saben que en muchos años he venido a Córdoba por otra cosa. Pero estoy en mi casa”.
Si no fuera Carlos Alberto Tevez el que pronunció esas palabras apenas llegó, las dudas se hubieran disparado en todo el Mundo Talleres. Pero “el Apache” habló en esa conferencia inicial como cuando era jugador y trata de sentirse así. Ya sabía mucho de una provincia que conoció en el debut mismo contra Talleres en octubre de 2001 y a la que luego visitó mucho por razones familiares (tiene un hermano preso que saldrá en libertad en 2026), turísticas (le encanta el golf) y de amistades (la Mona Jiménez, Ramón Ábila y Julio Buffarini).
Pero, Tevez poco conocía de Talleres por dentro. Y menos en una crisis deportiva que había llevado a Cocca a renunciar antes del debut oficial y con un equipo en descenso directo.
Largó Tevez; luego, Talleres. Se hizo camino al andar. El debut con San Lorenzo y la primera derrota; la victoria con Independiente y el empate con Godoy Cruz. En el medio, los refuerzos que llegaron y la búsqueda de un nueve, la salida y vuelta de escena de Portilla, antes el indulto para Juan Rodríguez.
No iba a renegar de ese Talleres relativo porque era un escenario posible. Ya algo sabía por Fassi. Hace unos meses lo había entrevistado cuando aún no había decidido por Cocca.
“Carlitos” fue a los bifes. Con lo que sabe hacer. Palabras simples y directas. “Uno no puede volver más loco al jugador, de una semana que fue una locura. Buscamos que Talleres vuelva a ser protagonista, de menor a mayor. No hay que pensar que estamos anteúltimos en la tabla. Estamos pensando para adelante, pensando en volver a tener el ADN de Talleres, ese Talleres aguerrido, que le gustaba a la gente, que si no podía jugar te lo ganaba corriendo, metiendo. Después empezaremos a jugar lindo, como jugamos en posesión, en contragolpe. Hay que empezar a levantar y que Talleres vuelve a pelear cosas importantes”, fue un textual que repitió en el vestuario.
¿Cómo le fue? La única certeza es que nada es fácil en Talleres, pero Carlitos va. “…tenía ganas de dirigir a Talleres, que era el único club de Argentina que podía moverme de la comodidad que tenía. Por su estructura, totalmente diferente que me tocó vivir, tanto Central como Independiente. Estoy feliz de estar acá“, supo decir Tevez.
Movimientos
El primer movimiento de Tevez fue en el vestuario. Mantuvo líderes como Guido Herrera (volvió a ser el capitán) y Rubén Botta, indultó a un referente como Juan Rodríguez (ante un Juan Carlos Portillo que se paró para forzar su salida a River) como supo hacerlo Walter Ribonetto y de prescindible lo transformó en titular en estos tres partidos. Por más que haya llegado José Palomino. Debió padecer el caso Portilla y lo recuperó una que se supo que no iría a Mineiro, tras lograr el compromiso del colombiano. ¿Más? Trató de limitar los expulsiones no forzadas como las de Miguel Navarro y Ulises Ortegoza, dio oportunidad a Gabriel Báez -refuerzo recién llegado- y le dio chance a Joaquín Mosqueira. Charló con los referentes para ver si el síndrome “Me voy de Talleres” tras ser campeón de la Supercopa Internacional y de un “Talleres permeable” -llegadas tardes, problemas de peso- de los que habló Fassi iba a seguir o no.
“Cambió el chip”, dijo Herrera; Reynoso habló de “otro ambiente” y Mosqueira sostuvo que “Tevez deja una enseñanza cada día”.
A su cuerpo técnico sumó a Pablo Pérez, un tipo muy querido que conoció en Boca y que estaba en la quinta de Newell’s. También de carácter.
En la cancha, su Talleres se movió. Por esos condicionamientos y porque Tevez también largó su búsqueda. En el debut, Matías Gómez fue de lateral siendo cinco, Rodríguez fue rescatado y Schott fue por izquierda. Hubo tres volantes de juego con Rubén Botta (el elegido por los otros DT), la vuelta de Luis Sequeira (repescado) y otro rescate como el de Emanuel Reynoso (su compañero en Boca). Luego, contra Independiente, recuperó la defensa con la vuelta de Navarro, le dio lugar a Rick (recuperado de una fractura en tabique) y prescindió de “Bebelo”. Ante Godoy Cruz, Báez fue por el expulsado venezolano, Matías Galarza entró por el apartado Portilla, Reynoso fue el único volante de juego y Valentín Depietri reapareció por derecha.
En esta semana, larga promete nuevos cambios. La salida de Ortegoza (vio “la roja” ante “el Tomba”) lo determinará así. El partido con Lanús puede hacer que la “T” también cambie de sistema además de nombres.
Encontrar la identidad, es lo que ocupa al “Apache”. Es lo primero.
“Hablé con mi familia, pero saqué pasaje y me vine. Estoy feliz porque estoy como en mi casa. Muchos saben que en muchos años he venido a Córdoba por otra cosa. Pero estoy en mi casa”.Si no fuera Carlos Alberto Tevez el que pronunció esas palabras apenas llegó, las dudas se hubieran disparado en todo el Mundo Talleres. Pero “el Apache” habló en esa conferencia inicial como cuando era jugador y trata de sentirse así. Ya sabía mucho de una provincia que conoció en el debut mismo contra Talleres en octubre de 2001 y a la que luego visitó mucho por razones familiares (tiene un hermano preso que saldrá en libertad en 2026), turísticas (le encanta el golf) y de amistades (la Mona Jiménez, Ramón Ábila y Julio Buffarini). Pero, Tevez poco conocía de Talleres por dentro. Y menos en una crisis deportiva que había llevado a Cocca a renunciar antes del debut oficial y con un equipo en descenso directo.Largó Tevez; luego, Talleres. Se hizo camino al andar. El debut con San Lorenzo y la primera derrota; la victoria con Independiente y el empate con Godoy Cruz. En el medio, los refuerzos que llegaron y la búsqueda de un nueve, la salida y vuelta de escena de Portilla, antes el indulto para Juan Rodríguez. No iba a renegar de ese Talleres relativo porque era un escenario posible. Ya algo sabía por Fassi. Hace unos meses lo había entrevistado cuando aún no había decidido por Cocca. “Carlitos” fue a los bifes. Con lo que sabe hacer. Palabras simples y directas. “Uno no puede volver más loco al jugador, de una semana que fue una locura. Buscamos que Talleres vuelva a ser protagonista, de menor a mayor. No hay que pensar que estamos anteúltimos en la tabla. Estamos pensando para adelante, pensando en volver a tener el ADN de Talleres, ese Talleres aguerrido, que le gustaba a la gente, que si no podía jugar te lo ganaba corriendo, metiendo. Después empezaremos a jugar lindo, como jugamos en posesión, en contragolpe. Hay que empezar a levantar y que Talleres vuelve a pelear cosas importantes”, fue un textual que repitió en el vestuario.¿Cómo le fue? La única certeza es que nada es fácil en Talleres, pero Carlitos va. “…tenía ganas de dirigir a Talleres, que era el único club de Argentina que podía moverme de la comodidad que tenía. Por su estructura, totalmente diferente que me tocó vivir, tanto Central como Independiente. Estoy feliz de estar acá“, supo decir Tevez.MovimientosEl primer movimiento de Tevez fue en el vestuario. Mantuvo líderes como Guido Herrera (volvió a ser el capitán) y Rubén Botta, indultó a un referente como Juan Rodríguez (ante un Juan Carlos Portillo que se paró para forzar su salida a River) como supo hacerlo Walter Ribonetto y de prescindible lo transformó en titular en estos tres partidos. Por más que haya llegado José Palomino. Debió padecer el caso Portilla y lo recuperó una que se supo que no iría a Mineiro, tras lograr el compromiso del colombiano. ¿Más? Trató de limitar los expulsiones no forzadas como las de Miguel Navarro y Ulises Ortegoza, dio oportunidad a Gabriel Báez -refuerzo recién llegado- y le dio chance a Joaquín Mosqueira. Charló con los referentes para ver si el síndrome “Me voy de Talleres” tras ser campeón de la Supercopa Internacional y de un “Talleres permeable” -llegadas tardes, problemas de peso- de los que habló Fassi iba a seguir o no. “Cambió el chip”, dijo Herrera; Reynoso habló de “otro ambiente” y Mosqueira sostuvo que “Tevez deja una enseñanza cada día”. A su cuerpo técnico sumó a Pablo Pérez, un tipo muy querido que conoció en Boca y que estaba en la quinta de Newell’s. También de carácter. En la cancha, su Talleres se movió. Por esos condicionamientos y porque Tevez también largó su búsqueda. En el debut, Matías Gómez fue de lateral siendo cinco, Rodríguez fue rescatado y Schott fue por izquierda. Hubo tres volantes de juego con Rubén Botta (el elegido por los otros DT), la vuelta de Luis Sequeira (repescado) y otro rescate como el de Emanuel Reynoso (su compañero en Boca). Luego, contra Independiente, recuperó la defensa con la vuelta de Navarro, le dio lugar a Rick (recuperado de una fractura en tabique) y prescindió de “Bebelo”. Ante Godoy Cruz, Báez fue por el expulsado venezolano, Matías Galarza entró por el apartado Portilla, Reynoso fue el único volante de juego y Valentín Depietri reapareció por derecha. En esta semana, larga promete nuevos cambios. La salida de Ortegoza (vio “la roja” ante “el Tomba”) lo determinará así. El partido con Lanús puede hacer que la “T” también cambie de sistema además de nombres. Encontrar la identidad, es lo que ocupa al “Apache”. Es lo primero. La Voz