“Hay que animarse”. Wedding planner, DJ, diseñadora de zapatos y actriz: “Soy el hada madrina de todos mis sueños”

Recién cuando Paula “Puli” Demaría (48) se queda quieta, es posible ver los tatuajes que tiene grabados en la piel. Hay corazones por cada uno de sus cuatro hijos: Sylvestre, Santos, Félix y Florián [de 23 y 19, los dos primeros son fruto de su matrimonio con Matías Corti Maderna; mientras que los dos menores, de 16 y 14, son hijos de su relación con el DJ Martín “Chule” Bernardo]. Hay muchas mariposas, un par de alas repartidas en cada mano, el símbolo del infinito, una cintita roja, una estrella en la que lleva a su hermano mayor Cristián… Desde el primero hasta el último, sus tattoos hablan de deseos, de levantarse y volver a empezar [tiene también grabada la palabra “resiliencia”] y de pasiones, como las máscaras del teatro y la claqueta de cine por Perturbación, la película con la que debutará en la pantalla grande. “Y este –cuenta mientras señala otro de sus tatuajes– es para no dejar de jugar nunca y para animarse todo el tiempo. A mis hijos siempre les digo que hay que salir, buscar, estudiar, trabajar… estar atentos; que, si se quedan sentados esperando, nada va a suceder. Yo, por ejemplo, soy el hada madrina de mis sueños”, asegura con esa sonrisa contagiosa y una energía arrolladora que le imprime a todo lo que hace: desde ser mamá, wedding planner, DJ, empresaria, creadora de zapatos para mujeres que quieren pisar fuerte y, además, artista sobre distintos escenarios.

–¿De dónde viene tanto empuje?

–Me sale de manera natural. Tengo mucha energía. Me gusta entretener y sentir que lo que hago genera disfrute en los demás … ya sea con la música, la actuación o los zapatos. Todo está relacionado. Mi mamá me decía que siempre estaba contenta, que era un canto a la vida. Creo que esto tiene que ver con mi historia: después de la muerte de mi hermano [fue debido a un accidente cuando la familia de Puli –por entonces compuesta por la paisajista Paula Gainza Bemberg y el piloto Marcelo Demaría– vivía en Fort Lauderdale, Florida], mi mamá se quedó embarazada de mí. Siento que llegué al mundo para darle un propósito en un momento difícil.

–Te dicen Puli, como a tu mamá.

–Sí, Puli, como ella, que es lo más. La semana pasada, en Saint Barth, donde solemos pasar algunos días en familia invitados por ella, le dije lo agradecida que estoy por haberme criado libre y sin miedos. Antes de irse a Estados Unidos, ella era fotógrafa: cuando María Luisa Bemberg, que es hermana de mi abuela Malena, empezaba su carrera como directora, mi mamá quiso estudiar con Raúl de la Torre… pero, en su casa, no la dejaron. Mi mamá miraba mucho cine junto con María Luisa, quien además de dirigir Camila o Yo, la peor de todas, fundó la Unión Feminista Argentina. En la familia rica que la había educado para ser una señorita que invitaba a tomar el té, María Luisa se plantó y dijo que quería hacer cine. Lo artístico no era una opción.

–¿Vos podrías haber sido una chica así, una que invitaba a tomar el té?

–Sí, pero no sucedió justamente porque mi mamá no era así. Y, además, a mí siempre me encantó trabajar. Mi primer trabajo después del secundario fue como profesora de teatro, mi pasión. También organizaba y musicalizaba fiestas. ¡Me encantan las fiestas! A partir de que organicé mi casamiento con [la ambientadora] Gloria César, que es prima lejana de mi mamá, me puse a trabajar como wedding planner. Me acuerdo de que, cuando nació Sylvestre, mi hijo mayor, muchos se preguntaban qué necesidad tenía yo de salir a trabajar, que trabajaba de noche, que no dormía… Trabajar me hace bien.

–Y nunca paraste…

–Hice un parate para dedicarme full full a la maternidad y, después, me lancé como DJ junto con “Chule”, mi ex marido. Con él, que es un talentoso –tiene un disco rígido de música inmenso, es un gran escenógrafo y ha montado las fiestas más geniales–, empecé a hacerme un lugar como DJ. Y entonces…

–Y ¿entonces?

–Entonces, vino la pandemia. Y mientras se cortaban las fiestas por las restricciones sanitarias, “Chule” y yo nos estábamos separando. Por un lado, fue: “¡Ay, otra vez sopa!”. Cuando me casé con Mati, mi primer marido, yo había pensado que sería para toda la vida, pero seis años después me separé: Sylvestre tenía 3 años y estaba embarazada de Santos. Aposté otra vez al amor con “Chule”, con quien estuvimos quince años y tuve a Félix y a Florián. Era mi segunda separación y, en lo único que pensaba era en el dolor que les iba a causar a mis hijos menores. Y que yo, que había querido la foto de la familia unida, no tenía foto. Por otro lado, pensé: “Sin el backup de Sarapura [la empresa de “Chule” y otros dos socios], ¿quién va a llamarme para trabajar?”.

–¿Cómo saliste?

–Con música y baile: armando vivos desde mi casa, generé una comunidad increíble. Y, sobre todo, con un trabajo personal profundo. Una de las tantas cosas que entendí haciendo terapia –llegué a hacer todos los días de la semana– fue dejar de darles siempre las gracias a los demás por mis logros. ¡Porque yo también me la había jugado! Mi ex marido me había dado la posibilidad de ser DJ de manera profesional, y yo había encontrado mi lugar: fui yo quien había pasado horas aprendiendo a enganchar temas, la que generó la vibra arriba del escenario, la que se hizo su nombre. Nunca quise ser famosa: mientras la fama dura cinco minutos, el éxito –con logros– dura toda la vida. Yo quería ser conocida por mis logros. Al principio creía que no iba a poder. Pero pude. Hoy trabajo un montón y defiendo mi lugar como nadie. Cuando empecé a poner música, no había muchas mujeres DJ. Nosotras podíamos hacernos un lugar en la música, que es un mundo que sigue siendo de hombres.

–¿Coincidió con el espaldarazo de Pampita, con el programa Pampita online?

–Soy muy amiga de Pampita y, cuando ella empezó con el programa, me convocó para poner música los viernes… y terminé yendo todos los días durante tres años. Sí, ella “la vio”, pero a mi lugar me lo hice yo. También fue Caro la que me dijo: “Vos tenés que tener tu marca de zapatos”. A mí, los zapatos me encantan desde siempre. Había hecho cursos mucho antes, en 2016, para ser zapatera. Y sabía qué tipo de zapatos quería hacer; tenía la plata para hacer la inversión y, entonces, dije: “¿Por qué no? Si me equivoco, al menos lo intenté”. Tuve la suerte de que estuve rodeada de personas que me han dado muchas posibilidades… pero yo también estuve atenta.

–Y, con Federico [Deis, mendocino, empresario] te animaste a apostar al amor otra vez…

–Estamos juntos desde hace cuatro años. Es papá de Hilario (17) y (10), que viven en Rosario. Después de mi separación, sentía que no estaba preparada para salir con nadie. Un día, “Pato” Buteler y “Danu” Galito, dos grandes amigas mías, me organizaron una cita a ciegas. “Hacé el ejercicio”, me insistieron. Me daban muchos nervios: ¿cómo se sale?, ¿qué se hace? Quise ir en mi auto para poder escaparme a la media hora. Y, en ese primer encuentro, con Fede nos quedamos hablando horas. Volvimos a salir y nunca más nos separamos. Es muy amoroso, me dice: “Soy tu mayor fan”. Yo también soy su fan.

–¿Te animás a un tercer matrimonio?

–¿Uno con papeles? No, pero sí me animo a una ceremonia de amor, más privada. Fede es mi “marinovio”. Es la persona que elijo; un gran compañero. En las primeras salidas, me dijo: “Si seguimos juntos, no dejes de ser quien sos y nunca hagas nada que no quieras hacer”. Eso fue liberador para mí. Porque, si a esta edad iba a estar con alguien, mejor estar bien. Después de pasarla muy mal, aprendí a estar bien conmigo. No me cambio por nadie; soy muy feliz con mi vida.

–Contanos de la Puli actriz: ya estabas en el teatro y ahora, en cine. En Perturbación debutás como actriz de películas y como productora ejecutiva.

–Estoy más que feliz. El cine era otro de mis sueños… porque yo sueño y, si puedo ayudar para que se cumpla, ¿por qué no hacerlo? La película se hizo en 2022, y fue un gran aprendizaje. Soy una convencida de que, para hacer las cosas, hay que aprender. Estudié teatro en la Universidad de San Diego, en California, y más tarde, en el Actors Studio de Lee Strasberg, en Nueva York, Estados Unidos. Acá, empecé a hacerlo de manera profesional en 2018, gracias a mi generosa amiga Juli Novarro, que confió en mí. Hacer cinco funciones por noche fue un aprendizaje constante. Aprendí a ser empresaria en este país, que es como ser kamikaze. Ahora me puse a estudiar E-commerce foundations, una carrera que la Parsons dicta online.

–El año que viene cumplís 50… ¿te afecta?

–Desde ya que el cuerpo no es el mismo que antes, pero lo cuido mucho: es mi herramienta de trabajo. Muchas veces digo: “¡Guauuu, 50!”, pero me siento de 20. [Se ríe]. Todo lo que me pasó me hizo aprender un montón: siempre fui muy organizada, pero la vida me fue demostrando que, en un segundo, la vida puede cambiar. Hace poco, uno de mis hijos me dijo: “Mamá, te volviste un ser impredecible”. [Se ríe]. Y sí: ya no me hago tantos problemas. A mis amigas les digo: “Bajen los flaps, la vida no pasa por ahí”. Así como deseo que los años me den la sabiduría para aceptar los cambios que me devuelve el espejo, también quiero tener la energía para seguir haciendo todo lo que quiero. Estoy llena de sueños. Me encantaría ganarme un Oscar y que mis zapatos estén en el New York Fashion Week. Me encantaría filmar más películas, escribir un libro y poner 20 minutos de mi música en Tomorrowland [el festival de música electrónica más grande del mundo, que se realiza cada año en Boom, Bélgica]. Son sueños grandes. Enormes. Pero tanto de mi mamá como de mi tía abuela María Luisa [Bemberg] heredé eso de que las mujeres podemos. Y, por eso, voy para adelante.

Agradecemos a @alegarcia360, @JohaAndinoMakeup y @jonhorneok y Roger Ferrón Halley, Javier Saiach, Fabián Zitta y Puli.D Shoes

Recién cuando Paula “Puli” Demaría (48) se queda quieta, es posible ver los tatuajes que tiene grabados en la piel. Hay corazones por cada uno de sus cuatro hijos: Sylvestre, Santos, Félix y Florián [de 23 y 19, los dos primeros son fruto de su matrimonio con Matías Corti Maderna; mientras que los dos menores, de 16 y 14, son hijos de su relación con el DJ Martín “Chule” Bernardo]. Hay muchas mariposas, un par de alas repartidas en cada mano, el símbolo del infinito, una cintita roja, una estrella en la que lleva a su hermano mayor Cristián… Desde el primero hasta el último, sus tattoos hablan de deseos, de levantarse y volver a empezar [tiene también grabada la palabra “resiliencia”] y de pasiones, como las máscaras del teatro y la claqueta de cine por Perturbación, la película con la que debutará en la pantalla grande. “Y este –cuenta mientras señala otro de sus tatuajes– es para no dejar de jugar nunca y para animarse todo el tiempo. A mis hijos siempre les digo que hay que salir, buscar, estudiar, trabajar… estar atentos; que, si se quedan sentados esperando, nada va a suceder. Yo, por ejemplo, soy el hada madrina de mis sueños”, asegura con esa sonrisa contagiosa y una energía arrolladora que le imprime a todo lo que hace: desde ser mamá, wedding planner, DJ, empresaria, creadora de zapatos para mujeres que quieren pisar fuerte y, además, artista sobre distintos escenarios.

–¿De dónde viene tanto empuje?

–Me sale de manera natural. Tengo mucha energía. Me gusta entretener y sentir que lo que hago genera disfrute en los demás … ya sea con la música, la actuación o los zapatos. Todo está relacionado. Mi mamá me decía que siempre estaba contenta, que era un canto a la vida. Creo que esto tiene que ver con mi historia: después de la muerte de mi hermano [fue debido a un accidente cuando la familia de Puli –por entonces compuesta por la paisajista Paula Gainza Bemberg y el piloto Marcelo Demaría– vivía en Fort Lauderdale, Florida], mi mamá se quedó embarazada de mí. Siento que llegué al mundo para darle un propósito en un momento difícil.

–Te dicen Puli, como a tu mamá.

–Sí, Puli, como ella, que es lo más. La semana pasada, en Saint Barth, donde solemos pasar algunos días en familia invitados por ella, le dije lo agradecida que estoy por haberme criado libre y sin miedos. Antes de irse a Estados Unidos, ella era fotógrafa: cuando María Luisa Bemberg, que es hermana de mi abuela Malena, empezaba su carrera como directora, mi mamá quiso estudiar con Raúl de la Torre… pero, en su casa, no la dejaron. Mi mamá miraba mucho cine junto con María Luisa, quien además de dirigir Camila o Yo, la peor de todas, fundó la Unión Feminista Argentina. En la familia rica que la había educado para ser una señorita que invitaba a tomar el té, María Luisa se plantó y dijo que quería hacer cine. Lo artístico no era una opción.

–¿Vos podrías haber sido una chica así, una que invitaba a tomar el té?

–Sí, pero no sucedió justamente porque mi mamá no era así. Y, además, a mí siempre me encantó trabajar. Mi primer trabajo después del secundario fue como profesora de teatro, mi pasión. También organizaba y musicalizaba fiestas. ¡Me encantan las fiestas! A partir de que organicé mi casamiento con [la ambientadora] Gloria César, que es prima lejana de mi mamá, me puse a trabajar como wedding planner. Me acuerdo de que, cuando nació Sylvestre, mi hijo mayor, muchos se preguntaban qué necesidad tenía yo de salir a trabajar, que trabajaba de noche, que no dormía… Trabajar me hace bien.

–Y nunca paraste…

–Hice un parate para dedicarme full full a la maternidad y, después, me lancé como DJ junto con “Chule”, mi ex marido. Con él, que es un talentoso –tiene un disco rígido de música inmenso, es un gran escenógrafo y ha montado las fiestas más geniales–, empecé a hacerme un lugar como DJ. Y entonces…

–Y ¿entonces?

–Entonces, vino la pandemia. Y mientras se cortaban las fiestas por las restricciones sanitarias, “Chule” y yo nos estábamos separando. Por un lado, fue: “¡Ay, otra vez sopa!”. Cuando me casé con Mati, mi primer marido, yo había pensado que sería para toda la vida, pero seis años después me separé: Sylvestre tenía 3 años y estaba embarazada de Santos. Aposté otra vez al amor con “Chule”, con quien estuvimos quince años y tuve a Félix y a Florián. Era mi segunda separación y, en lo único que pensaba era en el dolor que les iba a causar a mis hijos menores. Y que yo, que había querido la foto de la familia unida, no tenía foto. Por otro lado, pensé: “Sin el backup de Sarapura [la empresa de “Chule” y otros dos socios], ¿quién va a llamarme para trabajar?”.

–¿Cómo saliste?

–Con música y baile: armando vivos desde mi casa, generé una comunidad increíble. Y, sobre todo, con un trabajo personal profundo. Una de las tantas cosas que entendí haciendo terapia –llegué a hacer todos los días de la semana– fue dejar de darles siempre las gracias a los demás por mis logros. ¡Porque yo también me la había jugado! Mi ex marido me había dado la posibilidad de ser DJ de manera profesional, y yo había encontrado mi lugar: fui yo quien había pasado horas aprendiendo a enganchar temas, la que generó la vibra arriba del escenario, la que se hizo su nombre. Nunca quise ser famosa: mientras la fama dura cinco minutos, el éxito –con logros– dura toda la vida. Yo quería ser conocida por mis logros. Al principio creía que no iba a poder. Pero pude. Hoy trabajo un montón y defiendo mi lugar como nadie. Cuando empecé a poner música, no había muchas mujeres DJ. Nosotras podíamos hacernos un lugar en la música, que es un mundo que sigue siendo de hombres.

–¿Coincidió con el espaldarazo de Pampita, con el programa Pampita online?

–Soy muy amiga de Pampita y, cuando ella empezó con el programa, me convocó para poner música los viernes… y terminé yendo todos los días durante tres años. Sí, ella “la vio”, pero a mi lugar me lo hice yo. También fue Caro la que me dijo: “Vos tenés que tener tu marca de zapatos”. A mí, los zapatos me encantan desde siempre. Había hecho cursos mucho antes, en 2016, para ser zapatera. Y sabía qué tipo de zapatos quería hacer; tenía la plata para hacer la inversión y, entonces, dije: “¿Por qué no? Si me equivoco, al menos lo intenté”. Tuve la suerte de que estuve rodeada de personas que me han dado muchas posibilidades… pero yo también estuve atenta.

–Y, con Federico [Deis, mendocino, empresario] te animaste a apostar al amor otra vez…

–Estamos juntos desde hace cuatro años. Es papá de Hilario (17) y (10), que viven en Rosario. Después de mi separación, sentía que no estaba preparada para salir con nadie. Un día, “Pato” Buteler y “Danu” Galito, dos grandes amigas mías, me organizaron una cita a ciegas. “Hacé el ejercicio”, me insistieron. Me daban muchos nervios: ¿cómo se sale?, ¿qué se hace? Quise ir en mi auto para poder escaparme a la media hora. Y, en ese primer encuentro, con Fede nos quedamos hablando horas. Volvimos a salir y nunca más nos separamos. Es muy amoroso, me dice: “Soy tu mayor fan”. Yo también soy su fan.

–¿Te animás a un tercer matrimonio?

–¿Uno con papeles? No, pero sí me animo a una ceremonia de amor, más privada. Fede es mi “marinovio”. Es la persona que elijo; un gran compañero. En las primeras salidas, me dijo: “Si seguimos juntos, no dejes de ser quien sos y nunca hagas nada que no quieras hacer”. Eso fue liberador para mí. Porque, si a esta edad iba a estar con alguien, mejor estar bien. Después de pasarla muy mal, aprendí a estar bien conmigo. No me cambio por nadie; soy muy feliz con mi vida.

–Contanos de la Puli actriz: ya estabas en el teatro y ahora, en cine. En Perturbación debutás como actriz de películas y como productora ejecutiva.

–Estoy más que feliz. El cine era otro de mis sueños… porque yo sueño y, si puedo ayudar para que se cumpla, ¿por qué no hacerlo? La película se hizo en 2022, y fue un gran aprendizaje. Soy una convencida de que, para hacer las cosas, hay que aprender. Estudié teatro en la Universidad de San Diego, en California, y más tarde, en el Actors Studio de Lee Strasberg, en Nueva York, Estados Unidos. Acá, empecé a hacerlo de manera profesional en 2018, gracias a mi generosa amiga Juli Novarro, que confió en mí. Hacer cinco funciones por noche fue un aprendizaje constante. Aprendí a ser empresaria en este país, que es como ser kamikaze. Ahora me puse a estudiar E-commerce foundations, una carrera que la Parsons dicta online.

–El año que viene cumplís 50… ¿te afecta?

–Desde ya que el cuerpo no es el mismo que antes, pero lo cuido mucho: es mi herramienta de trabajo. Muchas veces digo: “¡Guauuu, 50!”, pero me siento de 20. [Se ríe]. Todo lo que me pasó me hizo aprender un montón: siempre fui muy organizada, pero la vida me fue demostrando que, en un segundo, la vida puede cambiar. Hace poco, uno de mis hijos me dijo: “Mamá, te volviste un ser impredecible”. [Se ríe]. Y sí: ya no me hago tantos problemas. A mis amigas les digo: “Bajen los flaps, la vida no pasa por ahí”. Así como deseo que los años me den la sabiduría para aceptar los cambios que me devuelve el espejo, también quiero tener la energía para seguir haciendo todo lo que quiero. Estoy llena de sueños. Me encantaría ganarme un Oscar y que mis zapatos estén en el New York Fashion Week. Me encantaría filmar más películas, escribir un libro y poner 20 minutos de mi música en Tomorrowland [el festival de música electrónica más grande del mundo, que se realiza cada año en Boom, Bélgica]. Son sueños grandes. Enormes. Pero tanto de mi mamá como de mi tía abuela María Luisa [Bemberg] heredé eso de que las mujeres podemos. Y, por eso, voy para adelante.

Agradecemos a @alegarcia360, @JohaAndinoMakeup y @jonhorneok y Roger Ferrón Halley, Javier Saiach, Fabián Zitta y Puli.D Shoes

 La empresaria y DJ hace un repaso de su vida y nos cuenta sobre su reversionada faceta artística y del gran momento que atraviesa con su “marinovio”, Federico Deis  LA NACION