El rugby le regaló otra fiesta al Kempes

Te subís al árbol más alto del Parque del Kempes, o al del Parque Brigadier Bustos y por qué no al del parque General San Martín y te sigue sorprendiendo el ajetreo que produce tanta gente camino al más grande coliseo del fútbol en el interior de Argentina.

El estadio Mario Alberto Kempes se llenó de rugby por la presencia de Los Pumas y también de los All Blacks, como cuando abrió sus puertas en el mundial 78,como cada una de las tres veces que llegó Lionel Messi con la selección argentina, o como ante la cotidianeidad con la que Talleres moviliza a su público en los torneos de la Asociación del Fútbol Argentino.

Bellos paisajes; bello entorno, pleno de árboles, pura naturaleza, y también de mixtura por una avenida ancha e interminable de cemento que pasa por el costado y que viene y que va, vaya a saber hacia dónde, dicen los de afuera. El público hormiguea celebrando el acontecimiento, lleno de pibes, repleto de mujeres, casi colapsado por tantos amantes del rugby que están viendo lo que alguna vez soñaron, sabiendo que no sería extraño que podrían volverlo a ver una vez más. Algunos ubican a este acontecimiento como uno de los más convocantes en la historia de realizaciones del ex Chateau Carreras.

Adentro, hay aroma a ovalada e igual dosis de olor a fútbol, en la energía hecha salto, en la pasión hecha canción, con letra propia después de algún try y con la influencia de fondo por tantas décadas de gritar un gol.

El Kempes volvió a ser un muy buen anfitrión, amplio y amable, supremo y misericordioso, cada vez más ordenado en sus orillas, en donde pululan autos que buscan su lugar. El teatro del fútbol cordobés no distingue ni incurre en prejuicios: acepta tanto al chupete envuelto en un babero celeste y blanco como al de largos dedos y finas uñas, hambriento de celulares y de billetes ajenos.

Hubo Haka y hubo cuarteto, señales atávicas sobre cómo vivir, sentir y enfrentar la vida. La danza maorí se escuchó con un mayoritario respeto; el ritmo cordobés, consumido sobre todo a la vera del Suquía, de amplio consumo nacional y de innegable alcance internacional, lo enfrentó con hidalguía.

El estadio Mario Alberto Kempes recibió a 60.000 personas, subrayando su importancia como coliseo deportivo. Su infraestructura, aún en proceso de mejoramiento, está en condiciones de albergar a acontecimientos de primer orden mundial. El Kempes se ampliará, dicen. El proyecto original ubica como un telón de teatro las tribunas Ardiles y Gasparini, que ya no tendrían dos bandejas sino una sola, que caerá hasta mucho más cerca de los límites del campo de juego.

Como el Monumental de Núñez, será preparado como escenario de los mismos grandes acontecimientos que ha cobijado hasta ahora, pero con 15000 asientos más para ser ocupados.

Esa es la idea que algún día se materializará y que convocará, como siempre, a la tonada cordobesa que, como ombligo del país, recibirá cantos de distintos vecindarios provinciales e internacionales

Mientras tanto, la selección oceánica y la celeste y blanca le dieron por sus particularidades un matiz distinto al habitual del fútbol, haciendo honor a su condición guerrera, lo que promovió el fervor en las tribunas, a través de un aliento para Los Pumas que se acercó a lo infinito.

Quedan detalles a mejorar y aspectos a tener más en cuenta en una realización en la que el estadio Mario Kempes volvió a ganar y por goleada, haciendo honor a quien en sus años de futbolista prestigió a Córdoba con sus conquistas históricas e inacabables.

Te subís al árbol más alto del Parque del Kempes, o al del Parque Brigadier Bustos y por qué no al del parque General San Martín y te sigue sorprendiendo el ajetreo que produce tanta gente camino al más grande coliseo del fútbol en el interior de Argentina.

El estadio Mario Alberto Kempes se llenó de rugby por la presencia de Los Pumas y también de los All Blacks, como cuando abrió sus puertas en el mundial 78,como cada una de las tres veces que llegó Lionel Messi con la selección argentina, o como ante la cotidianeidad con la que Talleres moviliza a su público en los torneos de la Asociación del Fútbol Argentino.

Bellos paisajes; bello entorno, pleno de árboles, pura naturaleza, y también de mixtura por una avenida ancha e interminable de cemento que pasa por el costado y que viene y que va, vaya a saber hacia dónde, dicen los de afuera. El público hormiguea celebrando el acontecimiento, lleno de pibes, repleto de mujeres, casi colapsado por tantos amantes del rugby que están viendo lo que alguna vez soñaron, sabiendo que no sería extraño que podrían volverlo a ver una vez más. Algunos ubican a este acontecimiento como uno de los más convocantes en la historia de realizaciones del ex Chateau Carreras.

Adentro, hay aroma a ovalada e igual dosis de olor a fútbol, en la energía hecha salto, en la pasión hecha canción, con letra propia después de algún try y con la influencia de fondo por tantas décadas de gritar un gol.

El Kempes volvió a ser un muy buen anfitrión, amplio y amable, supremo y misericordioso, cada vez más ordenado en sus orillas, en donde pululan autos que buscan su lugar. El teatro del fútbol cordobés no distingue ni incurre en prejuicios: acepta tanto al chupete envuelto en un babero celeste y blanco como al de largos dedos y finas uñas, hambriento de celulares y de billetes ajenos.

Hubo Haka y hubo cuarteto, señales atávicas sobre cómo vivir, sentir y enfrentar la vida. La danza maorí se escuchó con un mayoritario respeto; el ritmo cordobés, consumido sobre todo a la vera del Suquía, de amplio consumo nacional y de innegable alcance internacional, lo enfrentó con hidalguía.

El estadio Mario Alberto Kempes recibió a 60.000 personas, subrayando su importancia como coliseo deportivo. Su infraestructura, aún en proceso de mejoramiento, está en condiciones de albergar a acontecimientos de primer orden mundial. El Kempes se ampliará, dicen. El proyecto original ubica como un telón de teatro las tribunas Ardiles y Gasparini, que ya no tendrían dos bandejas sino una sola, que caerá hasta mucho más cerca de los límites del campo de juego.

Como el Monumental de Núñez, será preparado como escenario de los mismos grandes acontecimientos que ha cobijado hasta ahora, pero con 15000 asientos más para ser ocupados.

Esa es la idea que algún día se materializará y que convocará, como siempre, a la tonada cordobesa que, como ombligo del país, recibirá cantos de distintos vecindarios provinciales e internacionales

Mientras tanto, la selección oceánica y la celeste y blanca le dieron por sus particularidades un matiz distinto al habitual del fútbol, haciendo honor a su condición guerrera, lo que promovió el fervor en las tribunas, a través de un aliento para Los Pumas que se acercó a lo infinito.

Quedan detalles a mejorar y aspectos a tener más en cuenta en una realización en la que el estadio Mario Kempes volvió a ganar y por goleada, haciendo honor a quien en sus años de futbolista prestigió a Córdoba con sus conquistas históricas e inacabables.

 Te subís al árbol más alto del Parque del Kempes, o al del Parque Brigadier Bustos y por qué no al del parque General San Martín y te sigue sorprendiendo el ajetreo que produce tanta gente camino al más grande coliseo del fútbol en el interior de Argentina.El estadio Mario Alberto Kempes se llenó de rugby por la presencia de Los Pumas y también de los All Blacks, como cuando abrió sus puertas en el mundial 78,como cada una de las tres veces que llegó Lionel Messi con la selección argentina, o como ante la cotidianeidad con la que Talleres moviliza a su público en los torneos de la Asociación del Fútbol Argentino.Bellos paisajes; bello entorno, pleno de árboles, pura naturaleza, y también de mixtura por una avenida ancha e interminable de cemento que pasa por el costado y que viene y que va, vaya a saber hacia dónde, dicen los de afuera. El público hormiguea celebrando el acontecimiento, lleno de pibes, repleto de mujeres, casi colapsado por tantos amantes del rugby que están viendo lo que alguna vez soñaron, sabiendo que no sería extraño que podrían volverlo a ver una vez más. Algunos ubican a este acontecimiento como uno de los más convocantes en la historia de realizaciones del ex Chateau Carreras.Adentro, hay aroma a ovalada e igual dosis de olor a fútbol, en la energía hecha salto, en la pasión hecha canción, con letra propia después de algún try y con la influencia de fondo por tantas décadas de gritar un gol.El Kempes volvió a ser un muy buen anfitrión, amplio y amable, supremo y misericordioso, cada vez más ordenado en sus orillas, en donde pululan autos que buscan su lugar. El teatro del fútbol cordobés no distingue ni incurre en prejuicios: acepta tanto al chupete envuelto en un babero celeste y blanco como al de largos dedos y finas uñas, hambriento de celulares y de billetes ajenos.Hubo Haka y hubo cuarteto, señales atávicas sobre cómo vivir, sentir y enfrentar la vida. La danza maorí se escuchó con un mayoritario respeto; el ritmo cordobés, consumido sobre todo a la vera del Suquía, de amplio consumo nacional y de innegable alcance internacional, lo enfrentó con hidalguía.El estadio Mario Alberto Kempes recibió a 60.000 personas, subrayando su importancia como coliseo deportivo. Su infraestructura, aún en proceso de mejoramiento, está en condiciones de albergar a acontecimientos de primer orden mundial. El Kempes se ampliará, dicen. El proyecto original ubica como un telón de teatro las tribunas Ardiles y Gasparini, que ya no tendrían dos bandejas sino una sola, que caerá hasta mucho más cerca de los límites del campo de juego.Como el Monumental de Núñez, será preparado como escenario de los mismos grandes acontecimientos que ha cobijado hasta ahora, pero con 15000 asientos más para ser ocupados.Esa es la idea que algún día se materializará y que convocará, como siempre, a la tonada cordobesa que, como ombligo del país, recibirá cantos de distintos vecindarios provinciales e internacionalesMientras tanto, la selección oceánica y la celeste y blanca le dieron por sus particularidades un matiz distinto al habitual del fútbol, haciendo honor a su condición guerrera, lo que promovió el fervor en las tribunas, a través de un aliento para Los Pumas que se acercó a lo infinito.Quedan detalles a mejorar y aspectos a tener más en cuenta en una realización en la que el estadio Mario Kempes volvió a ganar y por goleada, haciendo honor a quien en sus años de futbolista prestigió a Córdoba con sus conquistas históricas e inacabables.  La Voz