La historia de la historia que nunca olvidarán. Córdoba abrió sus puertas para recibirlos a todos. A Los Pumas. A los All Blacks. Y a ese público que vino de mil partes para volverse uno. 55,724 espectadores decidieron copar el Kempes para transformarlo en el evento más multitudinario del rugby en el interior del país. Con los de acá, con los de allá y con los de más allá también.
No hubo fronteras. Todo lo que separa quedó stand by. No hubo ni tiempos ni distancias. Distintas generaciones de familias tuvieron la excusa ideal para estar reunidas en un mismo lugar. Empujados por los fanáticos del rugby, también estuvieron aquellos que no tienen la menor idea, pero que tuvieron en claro que Los Pumas-All Blacks era mucho más que un partido de rugby.
Olvidate de los cordobeses. Esos que le dan vida a nuestro rugby. Estuvieron las 10 camisetas de los equipos del Top 10 “A”. También muchas del interior de la provincia repartidas en colores y como muestra de pertenencia e identidad. Pero olvidate de los nuestros… Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Misiones, Corrientes, Catamarca, Santa Fe, Buenos Aires, La Pampa, Chubut… Y la lista sigue… Las provincias unidas por ese fenómeno que representan Los Pumas. Una movilización nacional. Es el efecto cascada de cómo sigue creciendo el rugby en nuestro país.
Muchísimas camisetas de Los Pumas, claro. Pero la policromía impactó. Es que los clubes de todo el país tuvieron la razón para mostrarse orgullosos. Cientos de colectivos de todas partes trasladaron la ilusión de miles de chicos y chicas para ver a estos fenómenos jugar. Y para aprender. El viaje del viaje. Venir a Córdoba para disfrutar de diferentes experiencias relacionadas con el rugby. Las escalas en las estaciones de servicio. El sanguchito, el mate, la gaseosa, las anécdotas que se fueron amontonando a lo largo del camino. Las casas de los chicos que juegan en Córdoba se transformaron en residencia para esos “colegas” que llegaron de lejos.
Hablando de llegar desde lejos, también hubo hinchas de los All Blacks. Hinchas neozelandeses de verdad. John Tommo y Ross Pinkerton arribaron a la Docta para ver a su selección. Uno vive en Australia, el otro en Nueva Zelanda. Y había un tercero que reside en Canadá. La presencia de los “hombres de negro” los motivó a armar el viaje para acompañar al mítico seleccionado y seguir conociendo el mundo.
El Fan Fest hizo lo suyo. Fue el espacio para amenizar la espera. Música, juegos, stands de empresas, comida, bebida, premios… Fiesta, que fantástica, fantástica esta fiesta.
Adentro, el Kempes, colmado. La ansiedad y la alegría se combinaron para generar las mejores sensaciones en un público que disfrutó cada instante. Risas, fotos, videos, momentos inolvidables. La primera explosión, cuando los equipos ingresaron a reconocer el campo de juego. Después, cuando ya entraron vestidos para la ocasión, en medio de la parafernalia de luces, llamas y música.
Y llegaron los himnos. Primero, el de la visita. Después, Juan Fuentes le puso voz al que cantamos con tanta emoción. “Oh, juremos con gloria morir”… Ufff… Tremendo. Después, tiempo del Haka. Ese ritual maorí que se volvió el símbolo más importante de los All Blacks, más que su camiseta. Silencio total. El sueño de la enfermera. Todo el mundo atento a la danza de guerra que se vivió cual obra de teatro. El final del Haka abrió paso a la ovación. La felicidad de haber sido testigos de un instante indeleble.
Después, el partido. Gritos, aliento, aplausos y sorpresa ante cada acción que solo estos fenómenos son capaces de hacer. Con la ovalada como excusa, una vivencia que salió redonda.
La historia de la historia que nunca olvidarán. Córdoba abrió sus puertas para recibirlos a todos. A Los Pumas. A los All Blacks. Y a ese público que vino de mil partes para volverse uno. 55,724 espectadores decidieron copar el Kempes para transformarlo en el evento más multitudinario del rugby en el interior del país. Con los de acá, con los de allá y con los de más allá también.
No hubo fronteras. Todo lo que separa quedó stand by. No hubo ni tiempos ni distancias. Distintas generaciones de familias tuvieron la excusa ideal para estar reunidas en un mismo lugar. Empujados por los fanáticos del rugby, también estuvieron aquellos que no tienen la menor idea, pero que tuvieron en claro que Los Pumas-All Blacks era mucho más que un partido de rugby.
Olvidate de los cordobeses. Esos que le dan vida a nuestro rugby. Estuvieron las 10 camisetas de los equipos del Top 10 “A”. También muchas del interior de la provincia repartidas en colores y como muestra de pertenencia e identidad. Pero olvidate de los nuestros… Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Misiones, Corrientes, Catamarca, Santa Fe, Buenos Aires, La Pampa, Chubut… Y la lista sigue… Las provincias unidas por ese fenómeno que representan Los Pumas. Una movilización nacional. Es el efecto cascada de cómo sigue creciendo el rugby en nuestro país.
Muchísimas camisetas de Los Pumas, claro. Pero la policromía impactó. Es que los clubes de todo el país tuvieron la razón para mostrarse orgullosos. Cientos de colectivos de todas partes trasladaron la ilusión de miles de chicos y chicas para ver a estos fenómenos jugar. Y para aprender. El viaje del viaje. Venir a Córdoba para disfrutar de diferentes experiencias relacionadas con el rugby. Las escalas en las estaciones de servicio. El sanguchito, el mate, la gaseosa, las anécdotas que se fueron amontonando a lo largo del camino. Las casas de los chicos que juegan en Córdoba se transformaron en residencia para esos “colegas” que llegaron de lejos.
Hablando de llegar desde lejos, también hubo hinchas de los All Blacks. Hinchas neozelandeses de verdad. John Tommo y Ross Pinkerton arribaron a la Docta para ver a su selección. Uno vive en Australia, el otro en Nueva Zelanda. Y había un tercero que reside en Canadá. La presencia de los “hombres de negro” los motivó a armar el viaje para acompañar al mítico seleccionado y seguir conociendo el mundo.
El Fan Fest hizo lo suyo. Fue el espacio para amenizar la espera. Música, juegos, stands de empresas, comida, bebida, premios… Fiesta, que fantástica, fantástica esta fiesta.
Adentro, el Kempes, colmado. La ansiedad y la alegría se combinaron para generar las mejores sensaciones en un público que disfrutó cada instante. Risas, fotos, videos, momentos inolvidables. La primera explosión, cuando los equipos ingresaron a reconocer el campo de juego. Después, cuando ya entraron vestidos para la ocasión, en medio de la parafernalia de luces, llamas y música.
Y llegaron los himnos. Primero, el de la visita. Después, Juan Fuentes le puso voz al que cantamos con tanta emoción. “Oh, juremos con gloria morir”… Ufff… Tremendo. Después, tiempo del Haka. Ese ritual maorí que se volvió el símbolo más importante de los All Blacks, más que su camiseta. Silencio total. El sueño de la enfermera. Todo el mundo atento a la danza de guerra que se vivió cual obra de teatro. El final del Haka abrió paso a la ovación. La felicidad de haber sido testigos de un instante indeleble.
Después, el partido. Gritos, aliento, aplausos y sorpresa ante cada acción que solo estos fenómenos son capaces de hacer. Con la ovalada como excusa, una vivencia que salió redonda.
La historia de la historia que nunca olvidarán. Córdoba abrió sus puertas para recibirlos a todos. A Los Pumas. A los All Blacks. Y a ese público que vino de mil partes para volverse uno. 55,724 espectadores decidieron copar el Kempes para transformarlo en el evento más multitudinario del rugby en el interior del país. Con los de acá, con los de allá y con los de más allá también.No hubo fronteras. Todo lo que separa quedó stand by. No hubo ni tiempos ni distancias. Distintas generaciones de familias tuvieron la excusa ideal para estar reunidas en un mismo lugar. Empujados por los fanáticos del rugby, también estuvieron aquellos que no tienen la menor idea, pero que tuvieron en claro que Los Pumas-All Blacks era mucho más que un partido de rugby.Olvidate de los cordobeses. Esos que le dan vida a nuestro rugby. Estuvieron las 10 camisetas de los equipos del Top 10 “A”. También muchas del interior de la provincia repartidas en colores y como muestra de pertenencia e identidad. Pero olvidate de los nuestros… Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Misiones, Corrientes, Catamarca, Santa Fe, Buenos Aires, La Pampa, Chubut… Y la lista sigue… Las provincias unidas por ese fenómeno que representan Los Pumas. Una movilización nacional. Es el efecto cascada de cómo sigue creciendo el rugby en nuestro país.Muchísimas camisetas de Los Pumas, claro. Pero la policromía impactó. Es que los clubes de todo el país tuvieron la razón para mostrarse orgullosos. Cientos de colectivos de todas partes trasladaron la ilusión de miles de chicos y chicas para ver a estos fenómenos jugar. Y para aprender. El viaje del viaje. Venir a Córdoba para disfrutar de diferentes experiencias relacionadas con el rugby. Las escalas en las estaciones de servicio. El sanguchito, el mate, la gaseosa, las anécdotas que se fueron amontonando a lo largo del camino. Las casas de los chicos que juegan en Córdoba se transformaron en residencia para esos “colegas” que llegaron de lejos.Hablando de llegar desde lejos, también hubo hinchas de los All Blacks. Hinchas neozelandeses de verdad. John Tommo y Ross Pinkerton arribaron a la Docta para ver a su selección. Uno vive en Australia, el otro en Nueva Zelanda. Y había un tercero que reside en Canadá. La presencia de los “hombres de negro” los motivó a armar el viaje para acompañar al mítico seleccionado y seguir conociendo el mundo.El Fan Fest hizo lo suyo. Fue el espacio para amenizar la espera. Música, juegos, stands de empresas, comida, bebida, premios… Fiesta, que fantástica, fantástica esta fiesta.Adentro, el Kempes, colmado. La ansiedad y la alegría se combinaron para generar las mejores sensaciones en un público que disfrutó cada instante. Risas, fotos, videos, momentos inolvidables. La primera explosión, cuando los equipos ingresaron a reconocer el campo de juego. Después, cuando ya entraron vestidos para la ocasión, en medio de la parafernalia de luces, llamas y música. Y llegaron los himnos. Primero, el de la visita. Después, Juan Fuentes le puso voz al que cantamos con tanta emoción. “Oh, juremos con gloria morir”… Ufff… Tremendo. Después, tiempo del Haka. Ese ritual maorí que se volvió el símbolo más importante de los All Blacks, más que su camiseta. Silencio total. El sueño de la enfermera. Todo el mundo atento a la danza de guerra que se vivió cual obra de teatro. El final del Haka abrió paso a la ovación. La felicidad de haber sido testigos de un instante indeleble.Después, el partido. Gritos, aliento, aplausos y sorpresa ante cada acción que solo estos fenómenos son capaces de hacer. Con la ovalada como excusa, una vivencia que salió redonda. La Voz