Es muy temprano en La Agustina. Y el pibe llega primero que nadie al predio. Se mete en el vestuario y apoya la cabeza un rato en la mochila para esperar que llegue el resto.
Va a intentar dormir unos minutos, ya que llegó antes porque no quiere perder la oportunidad. Se aferra a este sueño. A las 6.10 estaba listo en la parada del urbano que lo llevará al centro. Luego, se subió al “32″.
Cada día debe tomarse dos colectivos desde Barrio Villa Rivadavia, en la otra punta de la ciudad, bien al sur, en un sector muy humilde de la Córdoba que pocos ven.
En ese mismo barrio los chicos llevan la camiseta “13″ de la selección argentina con el apellido de Cristian Romero con orgullo. Es que el “Cuti”, defensor top del mundo, salió de allí. También se tomó los mismos colectivos, aunque para ir a Villa Esquiú, el predio de Belgrano.
En este caso, el pibe que duerme en el vestuario de Instituto esperando que lleguen todos para la práctica es Lautaro Ludueña, un zaguero de 18 años que saltó desde ese mismo barrio directamente a jugar en inferiores de AFA, en un caso atípico.
Ludueña es un zaguero central zurdo de gran porte y personalidad, que había sido rechazado en distintas pruebas en clubes de la ciudad y también en Buenos Aires.
Que había prácticamente renunciado a su sueño de ser jugador profesional y se había sumado al club Lobitos del Sur, que participa en Liga Cordobesa de Fútbol solo con inferiores.
Pero los mismos ojos que supieron ver al “Cuti” Romero en sus comienzos lo vieron a él. Y le dieron una nueva oportunidad.
Le acercaron la propuesta de probarse en la Gloria a mediados de este 2024. Y lo que sucedió después fue magia. O simplemente, el fútbol.
Lautaro Ludueña se probó durante un mes y quedó.
Y de jugar en la Liga Cordobesa, pasó a enfrentar a Independiente en Avellaneda en 5ta de AFA. Una locura, sí. De un fin de semana para otro.
Ahora, hacia 2025, se le abren nuevos y más desafíos: sumarse a la Reserva que jugará en la Copa Proyección.
Y algunos regalos: ya compartió entrenamientos con el plantel profesional.
“Yo los miraba desde afuera y después tener que marcar al ‘Chino’ Romero fue una locura. Es muy difícil de explicar. La emoción fue muy grande. Todos jugadores que yo miraba en mi barrio por televisión. Me tomo esta chance con mucha seriedad. No la quiero dejar pasar. Estoy muy agradecido a Instituto”, le cuenta Lautaro a La Voz.
“Yo nací el 3 de agosto de 2006, tengo 18 años. Empecé jugando al fútbol de chiquito en barrio Villa Rivadavia. No me llamaba tanto la atención. Jugaba en la escuelita de River, pasé a la de Belgrano. Y me llaman de Lobitos del Sur en Liga Cordobesa, que fue un primer paso. Tuve varias oportunidades de ir a probarme a Buenos Aires, en Independiente, en Tigre. Pero siempre faltaba algo. Cada vez que iba y no se me daba, decaía más. Hasta que me salió esta chance de Instituto, que fue una gran oportunidad para mí. Pasé de no querer jugar más a estar donde estoy hoy. Estoy orgulloso de mi progreso. Llegué a mitad de año a la Gloria”, cuenta Lautaro.
Su familia es laburante como la del sector. Su papá es camionero y su mamá atiende un bar en el centro. “Lauti” es único hijo y la familia Ludueña se puso detrás del sueño de que el defensor pueda llegar a Primera.
Hoy, la alegría en el hogar es inmensa, porque ven que todo su sacrificio está dando los primeros frutos. Pero esto recién comienza.
“Lautaro pasó de jugar un fin de semana ante Camioneros en la Zona Plata de Liga Cordobesa para Lobitos del Sur, a enfrentar a Independiente en Avellaneda en 5ta de AFA. Fue titular… Yo soy de su mismo barrio y fui jugador de Liga Cordobesa. En su momento me tocó llevar a ‘Cuti’ Romero a San Lorenzo por pedido de su madre. Y ahora me tocó verlo a él y acercarlo a Instituto para que se probara. Es hermoso lo que está viviendo, pero sabe que esto recién empieza y tiene que aprovechar la oportunidad. Aferrarse a esta chance”, relata Emiliano Colazo, su representante y también muy cercano a la familia del “Cuti” Romero y a su padre “Quito”.
Ludueña jugó la mitad de año en 5ta de AFA de la Gloria, siempre como titular. Y para 2025 asoma como jugador de Reserva y también, obviamente, de 4ta.
“Siento que ésta es la oportunidad. Para mí ahora no tiene que haber errores. Me gusta cuidarme y ser estricto. Dormir bien, cuidarme en las comidas. Siento que eso me ayuda mucho en el día a día. Me levanto a las cinco de la mañana, desayuno y preparo todo para irme en el colectivo de las 6.10. Me tomo el 29, después el 32 a La Agustina. Tengo 45 minutos con cada colectivo, una hora y media de viaje al predio. Prefiero llegar antes y dormir un rato en el vestuario, para no llegar tarde. Hace unas semanas me llamaron para entrenar con Reserva. Tuve amistosos con ellos. Se me dio la chance de hacer entrenamientos con Primera. Es una locura, fue un cambio muy grande”, resalta Lautaro.
“Soy hijo único. Mi mamá se llama Patricia y mi papá Carlos. Siempre fuimos los tres. Mi papá es camionero, lleva piedra y arena para la construcción y mi vieja en un bar en el centro. Son gente de laburo y me inculcaron el sacrificio. Y las ganas también”, señala sobre su familia.
Como jugador todos le destacan su muy buena pegada, los pases filtrados que sabe como poner como central, para saltar líneas. Y es aguerrido, con corazón.
“Le resaltan todos que evoluciona y aprende muy rápido. Tiene capacidad de adaptación. Saltó de jugar en la Liga Cordobesa a AFA y se acomodó inmediatamente. Si vos le marcás un error, al otro sábado no lo repite. Su familia es muy sacrificada, trabajan todo el día. Son gente que viene de muy abajo y le brindan todo el acompañamiento”, agrega Colazo.
“Acá en Instituto entré a un mundo que no conocía. Pero me adapté rápido al grupo. Hice muchos amigos. El club me trató muy bien en estos meses. Los profes están encima de uno, diciéndote qué es lo mejor, te hablan, te marcan los errores. Me siento muy cómodo. Pensé que me iba a costar. El primer día que llegué a la prueba no quería entrar… Me daba miedo. Pero justo conocía a un chico y me mandé. Desde ahí todo ha sido hermoso”, cuenta Lautaro.
El “Cuti”, la gran inspiración del barrio
Obviamente, como todos los chicos de barrio Villa Rivadavia, Romero es una inspiración.
“Lo veo mucho al ‘Cuti’. Lo sigo siempre en la Liga de Inglaterra. Somos del mismo barrio y él significa mucho. Uno quiere ser como él. Es un ejemplo a salir. Todos nos cuentan los viajes que hacía para ir a entrenar, como se cuidaba. Trato de verlo como un espejo. Yo sé que va a costar, pero sí Cristian lo logró, los chicos del barrio también podemos”, agrega Lautaro.
“Yo fui jugador de Liga Cordobesa, lo llevé al ‘Cuti’ a su primer entrenamiento en San Lorenzo por pedido de su mamá y lo acompañé en todo su proceso. Hoy Cristian es campeón del mundo pero no siempre lo fue. Por eso siempre le digo a Lautaro, si hacés las cosas bien, se puede. Hoy los pibes del barrio también admiran a ‘Lauti’. Porque los chicos de la Liga se quedan sin brazos de tanto remar. Tuve la suerte de brindarle esta mano para esta prueba en Instituto. Y sorprendió a muchos por lo que viene mostrando en la cancha. Lo vi jugar contra River, contra Boca y me sorprendió. Siempre mostró el mismo nivel”, completa su representante.
“Yo sueño con seguir estando en Instituto y debutar en la Gloria. Me encantaría. Porque fue el equipo que me abrió las puertas. Me gustaría devolverles esta chance que me dieron. Y a largo plazo, me gustaría jugar en Italia, en Europa… Pero el primer paso está acá, en Instituto. Le agradezco a mi familia, a mi novia Sofía que es un pilar para mí. Y a ‘Emi’, porque me creyó en mí. Si algún día me toca llegar, le agradeceré siempre”, cierra Lautaro Ludueña, ese pibe que llega antes que nadie a La Agustina y duerme en el vestuario.
Muchos creían que se le había pasado el colectivo para el fútbol profesional. Ahora se subió y no va a dejar pasar la oportunidad.
Es muy temprano en La Agustina. Y el pibe llega primero que nadie al predio. Se mete en el vestuario y apoya la cabeza un rato en la mochila para esperar que llegue el resto.
Va a intentar dormir unos minutos, ya que llegó antes porque no quiere perder la oportunidad. Se aferra a este sueño. A las 6.10 estaba listo en la parada del urbano que lo llevará al centro. Luego, se subió al “32″.
Cada día debe tomarse dos colectivos desde Barrio Villa Rivadavia, en la otra punta de la ciudad, bien al sur, en un sector muy humilde de la Córdoba que pocos ven.
En ese mismo barrio los chicos llevan la camiseta “13″ de la selección argentina con el apellido de Cristian Romero con orgullo. Es que el “Cuti”, defensor top del mundo, salió de allí. También se tomó los mismos colectivos, aunque para ir a Villa Esquiú, el predio de Belgrano.
En este caso, el pibe que duerme en el vestuario de Instituto esperando que lleguen todos para la práctica es Lautaro Ludueña, un zaguero de 18 años que saltó desde ese mismo barrio directamente a jugar en inferiores de AFA, en un caso atípico.
Ludueña es un zaguero central zurdo de gran porte y personalidad, que había sido rechazado en distintas pruebas en clubes de la ciudad y también en Buenos Aires.
Que había prácticamente renunciado a su sueño de ser jugador profesional y se había sumado al club Lobitos del Sur, que participa en Liga Cordobesa de Fútbol solo con inferiores.
Pero los mismos ojos que supieron ver al “Cuti” Romero en sus comienzos lo vieron a él. Y le dieron una nueva oportunidad.
Le acercaron la propuesta de probarse en la Gloria a mediados de este 2024. Y lo que sucedió después fue magia. O simplemente, el fútbol.
Lautaro Ludueña se probó durante un mes y quedó.
Y de jugar en la Liga Cordobesa, pasó a enfrentar a Independiente en Avellaneda en 5ta de AFA. Una locura, sí. De un fin de semana para otro.
Ahora, hacia 2025, se le abren nuevos y más desafíos: sumarse a la Reserva que jugará en la Copa Proyección.
Y algunos regalos: ya compartió entrenamientos con el plantel profesional.
“Yo los miraba desde afuera y después tener que marcar al ‘Chino’ Romero fue una locura. Es muy difícil de explicar. La emoción fue muy grande. Todos jugadores que yo miraba en mi barrio por televisión. Me tomo esta chance con mucha seriedad. No la quiero dejar pasar. Estoy muy agradecido a Instituto”, le cuenta Lautaro a La Voz.
“Yo nací el 3 de agosto de 2006, tengo 18 años. Empecé jugando al fútbol de chiquito en barrio Villa Rivadavia. No me llamaba tanto la atención. Jugaba en la escuelita de River, pasé a la de Belgrano. Y me llaman de Lobitos del Sur en Liga Cordobesa, que fue un primer paso. Tuve varias oportunidades de ir a probarme a Buenos Aires, en Independiente, en Tigre. Pero siempre faltaba algo. Cada vez que iba y no se me daba, decaía más. Hasta que me salió esta chance de Instituto, que fue una gran oportunidad para mí. Pasé de no querer jugar más a estar donde estoy hoy. Estoy orgulloso de mi progreso. Llegué a mitad de año a la Gloria”, cuenta Lautaro.
Su familia es laburante como la del sector. Su papá es camionero y su mamá atiende un bar en el centro. “Lauti” es único hijo y la familia Ludueña se puso detrás del sueño de que el defensor pueda llegar a Primera.
Hoy, la alegría en el hogar es inmensa, porque ven que todo su sacrificio está dando los primeros frutos. Pero esto recién comienza.
“Lautaro pasó de jugar un fin de semana ante Camioneros en la Zona Plata de Liga Cordobesa para Lobitos del Sur, a enfrentar a Independiente en Avellaneda en 5ta de AFA. Fue titular… Yo soy de su mismo barrio y fui jugador de Liga Cordobesa. En su momento me tocó llevar a ‘Cuti’ Romero a San Lorenzo por pedido de su madre. Y ahora me tocó verlo a él y acercarlo a Instituto para que se probara. Es hermoso lo que está viviendo, pero sabe que esto recién empieza y tiene que aprovechar la oportunidad. Aferrarse a esta chance”, relata Emiliano Colazo, su representante y también muy cercano a la familia del “Cuti” Romero y a su padre “Quito”.
Ludueña jugó la mitad de año en 5ta de AFA de la Gloria, siempre como titular. Y para 2025 asoma como jugador de Reserva y también, obviamente, de 4ta.
“Siento que ésta es la oportunidad. Para mí ahora no tiene que haber errores. Me gusta cuidarme y ser estricto. Dormir bien, cuidarme en las comidas. Siento que eso me ayuda mucho en el día a día. Me levanto a las cinco de la mañana, desayuno y preparo todo para irme en el colectivo de las 6.10. Me tomo el 29, después el 32 a La Agustina. Tengo 45 minutos con cada colectivo, una hora y media de viaje al predio. Prefiero llegar antes y dormir un rato en el vestuario, para no llegar tarde. Hace unas semanas me llamaron para entrenar con Reserva. Tuve amistosos con ellos. Se me dio la chance de hacer entrenamientos con Primera. Es una locura, fue un cambio muy grande”, resalta Lautaro.
“Soy hijo único. Mi mamá se llama Patricia y mi papá Carlos. Siempre fuimos los tres. Mi papá es camionero, lleva piedra y arena para la construcción y mi vieja en un bar en el centro. Son gente de laburo y me inculcaron el sacrificio. Y las ganas también”, señala sobre su familia.
Como jugador todos le destacan su muy buena pegada, los pases filtrados que sabe como poner como central, para saltar líneas. Y es aguerrido, con corazón.
“Le resaltan todos que evoluciona y aprende muy rápido. Tiene capacidad de adaptación. Saltó de jugar en la Liga Cordobesa a AFA y se acomodó inmediatamente. Si vos le marcás un error, al otro sábado no lo repite. Su familia es muy sacrificada, trabajan todo el día. Son gente que viene de muy abajo y le brindan todo el acompañamiento”, agrega Colazo.
“Acá en Instituto entré a un mundo que no conocía. Pero me adapté rápido al grupo. Hice muchos amigos. El club me trató muy bien en estos meses. Los profes están encima de uno, diciéndote qué es lo mejor, te hablan, te marcan los errores. Me siento muy cómodo. Pensé que me iba a costar. El primer día que llegué a la prueba no quería entrar… Me daba miedo. Pero justo conocía a un chico y me mandé. Desde ahí todo ha sido hermoso”, cuenta Lautaro.
El “Cuti”, la gran inspiración del barrio
Obviamente, como todos los chicos de barrio Villa Rivadavia, Romero es una inspiración.
“Lo veo mucho al ‘Cuti’. Lo sigo siempre en la Liga de Inglaterra. Somos del mismo barrio y él significa mucho. Uno quiere ser como él. Es un ejemplo a salir. Todos nos cuentan los viajes que hacía para ir a entrenar, como se cuidaba. Trato de verlo como un espejo. Yo sé que va a costar, pero sí Cristian lo logró, los chicos del barrio también podemos”, agrega Lautaro.
“Yo fui jugador de Liga Cordobesa, lo llevé al ‘Cuti’ a su primer entrenamiento en San Lorenzo por pedido de su mamá y lo acompañé en todo su proceso. Hoy Cristian es campeón del mundo pero no siempre lo fue. Por eso siempre le digo a Lautaro, si hacés las cosas bien, se puede. Hoy los pibes del barrio también admiran a ‘Lauti’. Porque los chicos de la Liga se quedan sin brazos de tanto remar. Tuve la suerte de brindarle esta mano para esta prueba en Instituto. Y sorprendió a muchos por lo que viene mostrando en la cancha. Lo vi jugar contra River, contra Boca y me sorprendió. Siempre mostró el mismo nivel”, completa su representante.
“Yo sueño con seguir estando en Instituto y debutar en la Gloria. Me encantaría. Porque fue el equipo que me abrió las puertas. Me gustaría devolverles esta chance que me dieron. Y a largo plazo, me gustaría jugar en Italia, en Europa… Pero el primer paso está acá, en Instituto. Le agradezco a mi familia, a mi novia Sofía que es un pilar para mí. Y a ‘Emi’, porque me creyó en mí. Si algún día me toca llegar, le agradeceré siempre”, cierra Lautaro Ludueña, ese pibe que llega antes que nadie a La Agustina y duerme en el vestuario.
Muchos creían que se le había pasado el colectivo para el fútbol profesional. Ahora se subió y no va a dejar pasar la oportunidad.
Es muy temprano en La Agustina. Y el pibe llega primero que nadie al predio. Se mete en el vestuario y apoya la cabeza un rato en la mochila para esperar que llegue el resto.Va a intentar dormir unos minutos, ya que llegó antes porque no quiere perder la oportunidad. Se aferra a este sueño. A las 6.10 estaba listo en la parada del urbano que lo llevará al centro. Luego, se subió al “32″.Cada día debe tomarse dos colectivos desde Barrio Villa Rivadavia, en la otra punta de la ciudad, bien al sur, en un sector muy humilde de la Córdoba que pocos ven.En ese mismo barrio los chicos llevan la camiseta “13″ de la selección argentina con el apellido de Cristian Romero con orgullo. Es que el “Cuti”, defensor top del mundo, salió de allí. También se tomó los mismos colectivos, aunque para ir a Villa Esquiú, el predio de Belgrano.En este caso, el pibe que duerme en el vestuario de Instituto esperando que lleguen todos para la práctica es Lautaro Ludueña, un zaguero de 18 años que saltó desde ese mismo barrio directamente a jugar en inferiores de AFA, en un caso atípico.Ludueña es un zaguero central zurdo de gran porte y personalidad, que había sido rechazado en distintas pruebas en clubes de la ciudad y también en Buenos Aires.Que había prácticamente renunciado a su sueño de ser jugador profesional y se había sumado al club Lobitos del Sur, que participa en Liga Cordobesa de Fútbol solo con inferiores.Pero los mismos ojos que supieron ver al “Cuti” Romero en sus comienzos lo vieron a él. Y le dieron una nueva oportunidad.Le acercaron la propuesta de probarse en la Gloria a mediados de este 2024. Y lo que sucedió después fue magia. O simplemente, el fútbol.Lautaro Ludueña se probó durante un mes y quedó.Y de jugar en la Liga Cordobesa, pasó a enfrentar a Independiente en Avellaneda en 5ta de AFA. Una locura, sí. De un fin de semana para otro.Ahora, hacia 2025, se le abren nuevos y más desafíos: sumarse a la Reserva que jugará en la Copa Proyección.Y algunos regalos: ya compartió entrenamientos con el plantel profesional.“Yo los miraba desde afuera y después tener que marcar al ‘Chino’ Romero fue una locura. Es muy difícil de explicar. La emoción fue muy grande. Todos jugadores que yo miraba en mi barrio por televisión. Me tomo esta chance con mucha seriedad. No la quiero dejar pasar. Estoy muy agradecido a Instituto”, le cuenta Lautaro a La Voz.“Yo nací el 3 de agosto de 2006, tengo 18 años. Empecé jugando al fútbol de chiquito en barrio Villa Rivadavia. No me llamaba tanto la atención. Jugaba en la escuelita de River, pasé a la de Belgrano. Y me llaman de Lobitos del Sur en Liga Cordobesa, que fue un primer paso. Tuve varias oportunidades de ir a probarme a Buenos Aires, en Independiente, en Tigre. Pero siempre faltaba algo. Cada vez que iba y no se me daba, decaía más. Hasta que me salió esta chance de Instituto, que fue una gran oportunidad para mí. Pasé de no querer jugar más a estar donde estoy hoy. Estoy orgulloso de mi progreso. Llegué a mitad de año a la Gloria”, cuenta Lautaro.Su familia es laburante como la del sector. Su papá es camionero y su mamá atiende un bar en el centro. “Lauti” es único hijo y la familia Ludueña se puso detrás del sueño de que el defensor pueda llegar a Primera.Hoy, la alegría en el hogar es inmensa, porque ven que todo su sacrificio está dando los primeros frutos. Pero esto recién comienza.“Lautaro pasó de jugar un fin de semana ante Camioneros en la Zona Plata de Liga Cordobesa para Lobitos del Sur, a enfrentar a Independiente en Avellaneda en 5ta de AFA. Fue titular… Yo soy de su mismo barrio y fui jugador de Liga Cordobesa. En su momento me tocó llevar a ‘Cuti’ Romero a San Lorenzo por pedido de su madre. Y ahora me tocó verlo a él y acercarlo a Instituto para que se probara. Es hermoso lo que está viviendo, pero sabe que esto recién empieza y tiene que aprovechar la oportunidad. Aferrarse a esta chance”, relata Emiliano Colazo, su representante y también muy cercano a la familia del “Cuti” Romero y a su padre “Quito”.Ludueña jugó la mitad de año en 5ta de AFA de la Gloria, siempre como titular. Y para 2025 asoma como jugador de Reserva y también, obviamente, de 4ta.“Siento que ésta es la oportunidad. Para mí ahora no tiene que haber errores. Me gusta cuidarme y ser estricto. Dormir bien, cuidarme en las comidas. Siento que eso me ayuda mucho en el día a día. Me levanto a las cinco de la mañana, desayuno y preparo todo para irme en el colectivo de las 6.10. Me tomo el 29, después el 32 a La Agustina. Tengo 45 minutos con cada colectivo, una hora y media de viaje al predio. Prefiero llegar antes y dormir un rato en el vestuario, para no llegar tarde. Hace unas semanas me llamaron para entrenar con Reserva. Tuve amistosos con ellos. Se me dio la chance de hacer entrenamientos con Primera. Es una locura, fue un cambio muy grande”, resalta Lautaro.“Soy hijo único. Mi mamá se llama Patricia y mi papá Carlos. Siempre fuimos los tres. Mi papá es camionero, lleva piedra y arena para la construcción y mi vieja en un bar en el centro. Son gente de laburo y me inculcaron el sacrificio. Y las ganas también”, señala sobre su familia.Como jugador todos le destacan su muy buena pegada, los pases filtrados que sabe como poner como central, para saltar líneas. Y es aguerrido, con corazón.“Le resaltan todos que evoluciona y aprende muy rápido. Tiene capacidad de adaptación. Saltó de jugar en la Liga Cordobesa a AFA y se acomodó inmediatamente. Si vos le marcás un error, al otro sábado no lo repite. Su familia es muy sacrificada, trabajan todo el día. Son gente que viene de muy abajo y le brindan todo el acompañamiento”, agrega Colazo.“Acá en Instituto entré a un mundo que no conocía. Pero me adapté rápido al grupo. Hice muchos amigos. El club me trató muy bien en estos meses. Los profes están encima de uno, diciéndote qué es lo mejor, te hablan, te marcan los errores. Me siento muy cómodo. Pensé que me iba a costar. El primer día que llegué a la prueba no quería entrar… Me daba miedo. Pero justo conocía a un chico y me mandé. Desde ahí todo ha sido hermoso”, cuenta Lautaro.El “Cuti”, la gran inspiración del barrioObviamente, como todos los chicos de barrio Villa Rivadavia, Romero es una inspiración.“Lo veo mucho al ‘Cuti’. Lo sigo siempre en la Liga de Inglaterra. Somos del mismo barrio y él significa mucho. Uno quiere ser como él. Es un ejemplo a salir. Todos nos cuentan los viajes que hacía para ir a entrenar, como se cuidaba. Trato de verlo como un espejo. Yo sé que va a costar, pero sí Cristian lo logró, los chicos del barrio también podemos”, agrega Lautaro.“Yo fui jugador de Liga Cordobesa, lo llevé al ‘Cuti’ a su primer entrenamiento en San Lorenzo por pedido de su mamá y lo acompañé en todo su proceso. Hoy Cristian es campeón del mundo pero no siempre lo fue. Por eso siempre le digo a Lautaro, si hacés las cosas bien, se puede. Hoy los pibes del barrio también admiran a ‘Lauti’. Porque los chicos de la Liga se quedan sin brazos de tanto remar. Tuve la suerte de brindarle esta mano para esta prueba en Instituto. Y sorprendió a muchos por lo que viene mostrando en la cancha. Lo vi jugar contra River, contra Boca y me sorprendió. Siempre mostró el mismo nivel”, completa su representante.“Yo sueño con seguir estando en Instituto y debutar en la Gloria. Me encantaría. Porque fue el equipo que me abrió las puertas. Me gustaría devolverles esta chance que me dieron. Y a largo plazo, me gustaría jugar en Italia, en Europa… Pero el primer paso está acá, en Instituto. Le agradezco a mi familia, a mi novia Sofía que es un pilar para mí. Y a ‘Emi’, porque me creyó en mí. Si algún día me toca llegar, le agradeceré siempre”, cierra Lautaro Ludueña, ese pibe que llega antes que nadie a La Agustina y duerme en el vestuario.Muchos creían que se le había pasado el colectivo para el fútbol profesional. Ahora se subió y no va a dejar pasar la oportunidad. La Voz