El adiós a Fauja Singh, el maratonista de 114 años que corrió con David Beckham y Muhammad Ali

El mundo del deporte despide a Fauja Singh, conocido cariñosamente como el “Tornado con turbante”, quien falleció recientemente a la edad de 114 años en su aldea natal de Bias, en la región de Punjab, India. Su partida, tras ser atropellado por un vehículo durante uno de sus paseos diarios, cierra un capítulo extraordinario de una vida que redefinió los límites de la edad y la capacidad del espíritu humano.

Nacido en la India británica en 1911, la vida de Fauja Singh comenzó lejos de las pistas de atletismo. Fue un granjero analfabeto de la India rural, cuya infancia estuvo marcada por la fragilidad física; sus piernas eran tan débiles que no pudo caminar hasta los cinco años, lo que generó desesperación en su familia.

Una segunda vida a los 89 años

La “segunda vida” de Singh comenzó de manera inesperada a los 89 años, tras mudarse a Londres. En un profundo duelo por la muerte de su esposa y uno de sus hijos, encontraba consuelo sentado durante horas en el crematorio de su aldea. Fue en este contexto de dolor que encontró en el simple acto de correr un inesperado refugio, transformando su duelo en un camino hacia la resiliencia y la fama mundial.

Su ascenso a la notoriedad global, que incluyó correr maratones a los 100 años, nunca alteró su humilde carácter. Según su biógrafo, Khushwant Singh, Fauja donaba “cada rupia que ganaba corriendo maratones” a la caridad. Su candor era tal que, antes de conocer a la Reina Isabel II, tuvieron que advertirle en punyabí, su lengua materna, que no la abrazara “como haces con los niños”.

Un ícono más allá del deporte

La figura de Fauja Singh trascendió las pistas. Se convirtió en un icono de la cultura popular, llevando la antorcha olímpica en Londres 2012 y protagonizando un anuncio de Adidas junto a leyendas como David Beckham y Muhammad Ali. Su filosofía de vida era tan inspiradora como sus logros. Cuando su biógrafo le preguntó si temía a la muerte, su respuesta en punyabí encapsuló su entusiasmo: “Haan, bilkul lagda. Haje te mele shuru hoye ne” (Sí, por supuesto que le temo. ¡Si la diversión acaba de empezar para mí!).

A pesar de su fama, mantuvo una humildad profunda. Durante la presentación de su biografía, Singh expresó: “Me encantaría leer el libro, pero soy analfabeto. Pensándolo bien, mi vida está frente a mis ojos, así que no es necesario”.

Fauja Singh se retiró de la competición a los 101 años. Su biógrafo resumió su impacto, afirmando que Singh “dio un nuevo significado a las palabras energía, inspiración y resistencia”, dejando un poderoso legado sobre la capacidad del espíritu humano para superar el dolor y desafiar los límites de la edad. Su vida es un testamento de que nunca es tarde para empezar, para inspirar y para vivir plenamente, incluso hasta el último de sus 114 años.

El mundo del deporte despide a Fauja Singh, conocido cariñosamente como el “Tornado con turbante”, quien falleció recientemente a la edad de 114 años en su aldea natal de Bias, en la región de Punjab, India. Su partida, tras ser atropellado por un vehículo durante uno de sus paseos diarios, cierra un capítulo extraordinario de una vida que redefinió los límites de la edad y la capacidad del espíritu humano.

Nacido en la India británica en 1911, la vida de Fauja Singh comenzó lejos de las pistas de atletismo. Fue un granjero analfabeto de la India rural, cuya infancia estuvo marcada por la fragilidad física; sus piernas eran tan débiles que no pudo caminar hasta los cinco años, lo que generó desesperación en su familia.

Una segunda vida a los 89 años

La “segunda vida” de Singh comenzó de manera inesperada a los 89 años, tras mudarse a Londres. En un profundo duelo por la muerte de su esposa y uno de sus hijos, encontraba consuelo sentado durante horas en el crematorio de su aldea. Fue en este contexto de dolor que encontró en el simple acto de correr un inesperado refugio, transformando su duelo en un camino hacia la resiliencia y la fama mundial.

Su ascenso a la notoriedad global, que incluyó correr maratones a los 100 años, nunca alteró su humilde carácter. Según su biógrafo, Khushwant Singh, Fauja donaba “cada rupia que ganaba corriendo maratones” a la caridad. Su candor era tal que, antes de conocer a la Reina Isabel II, tuvieron que advertirle en punyabí, su lengua materna, que no la abrazara “como haces con los niños”.

Un ícono más allá del deporte

La figura de Fauja Singh trascendió las pistas. Se convirtió en un icono de la cultura popular, llevando la antorcha olímpica en Londres 2012 y protagonizando un anuncio de Adidas junto a leyendas como David Beckham y Muhammad Ali. Su filosofía de vida era tan inspiradora como sus logros. Cuando su biógrafo le preguntó si temía a la muerte, su respuesta en punyabí encapsuló su entusiasmo: “Haan, bilkul lagda. Haje te mele shuru hoye ne” (Sí, por supuesto que le temo. ¡Si la diversión acaba de empezar para mí!).

A pesar de su fama, mantuvo una humildad profunda. Durante la presentación de su biografía, Singh expresó: “Me encantaría leer el libro, pero soy analfabeto. Pensándolo bien, mi vida está frente a mis ojos, así que no es necesario”.

Fauja Singh se retiró de la competición a los 101 años. Su biógrafo resumió su impacto, afirmando que Singh “dio un nuevo significado a las palabras energía, inspiración y resistencia”, dejando un poderoso legado sobre la capacidad del espíritu humano para superar el dolor y desafiar los límites de la edad. Su vida es un testamento de que nunca es tarde para empezar, para inspirar y para vivir plenamente, incluso hasta el último de sus 114 años.

 El mundo del deporte despide a Fauja Singh, conocido cariñosamente como el “Tornado con turbante”, quien falleció recientemente a la edad de 114 años en su aldea natal de Bias, en la región de Punjab, India. Su partida, tras ser atropellado por un vehículo durante uno de sus paseos diarios, cierra un capítulo extraordinario de una vida que redefinió los límites de la edad y la capacidad del espíritu humano.Nacido en la India británica en 1911, la vida de Fauja Singh comenzó lejos de las pistas de atletismo. Fue un granjero analfabeto de la India rural, cuya infancia estuvo marcada por la fragilidad física; sus piernas eran tan débiles que no pudo caminar hasta los cinco años, lo que generó desesperación en su familia.Una segunda vida a los 89 añosLa “segunda vida” de Singh comenzó de manera inesperada a los 89 años, tras mudarse a Londres. En un profundo duelo por la muerte de su esposa y uno de sus hijos, encontraba consuelo sentado durante horas en el crematorio de su aldea. Fue en este contexto de dolor que encontró en el simple acto de correr un inesperado refugio, transformando su duelo en un camino hacia la resiliencia y la fama mundial.Su ascenso a la notoriedad global, que incluyó correr maratones a los 100 años, nunca alteró su humilde carácter. Según su biógrafo, Khushwant Singh, Fauja donaba “cada rupia que ganaba corriendo maratones” a la caridad. Su candor era tal que, antes de conocer a la Reina Isabel II, tuvieron que advertirle en punyabí, su lengua materna, que no la abrazara “como haces con los niños”.Un ícono más allá del deporteLa figura de Fauja Singh trascendió las pistas. Se convirtió en un icono de la cultura popular, llevando la antorcha olímpica en Londres 2012 y protagonizando un anuncio de Adidas junto a leyendas como David Beckham y Muhammad Ali. Su filosofía de vida era tan inspiradora como sus logros. Cuando su biógrafo le preguntó si temía a la muerte, su respuesta en punyabí encapsuló su entusiasmo: “Haan, bilkul lagda. Haje te mele shuru hoye ne” (Sí, por supuesto que le temo. ¡Si la diversión acaba de empezar para mí!).A pesar de su fama, mantuvo una humildad profunda. Durante la presentación de su biografía, Singh expresó: “Me encantaría leer el libro, pero soy analfabeto. Pensándolo bien, mi vida está frente a mis ojos, así que no es necesario”.Fauja Singh se retiró de la competición a los 101 años. Su biógrafo resumió su impacto, afirmando que Singh “dio un nuevo significado a las palabras energía, inspiración y resistencia”, dejando un poderoso legado sobre la capacidad del espíritu humano para superar el dolor y desafiar los límites de la edad. Su vida es un testamento de que nunca es tarde para empezar, para inspirar y para vivir plenamente, incluso hasta el último de sus 114 años.  La Voz