Elmendorf-Richardson: ¿cómo es la base militar de Alaska donde se reunirán Trump y Putin?

WASHINGTON.- El presidente estadounidense Donald Trump y su par ruso, Vladimir Putin, mantendrán este viernes una reunión en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson (JBER, por sus siglas en inglés), una instalación estratégica que fue pieza clave en la vigilancia y disuasión contra la Unión Soviética durante la Guerra Fría y que, ocho décadas después de su fundación, sigue desempeñando un papel central en la defensa del territorio norteamericano.

El encuentro en Alaska comenzará a las 11.30 hora local (16.30 en la Argentina) con un cara a cara entre los mandatarios y continuará con un desayuno de trabajo junto a cinco altos funcionarios por cada delegación, según informó el Kremlin.

La elección de esta base no es casual. Altos funcionarios de la Casa Blanca, que hablaron bajo condición de anonimato, señalaron que la ubicación en Anchorage ofrece el máximo nivel de seguridad, reduce las posibilidades de protestas y permite mostrar músculo militar frente a un líder que desafió abiertamente la supremacía estadounidense en el Ártico y el Pacífico Norte.

“Es una manera de demostrar la fuerza militar estadounidense y, al mismo tiempo, impedir intervenciones externas en lo que Trump espera que sea un diálogo productivo”, explicó Benjamin Jensen, investigador del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington.

Para Trump, el simbolismo del lugar encierra un mensaje político: recibir a Putin en un punto neurálgico de la defensa norteamericana le permite negociar bajo la sombra del poder militar.

“La ubicación significa que puede cultivar lazos con Putin mientras muestra poder militar, tratando de obtener ventaja de negociación para una segunda reunión”, agregó Jensen. El presidente adelantó que este encuentro servirá para “averiguar dónde estamos y qué estamos haciendo” en el conflicto de Ucrania, con la intención de allanar el camino hacia un alto el fuego.

Un escenario con fuerte carga histórica

La elección de Elmendorf-Richardson tiene un innegable tinte irónico. Putin se sentará en una instalación concebida para contrarrestar las amenazas soviéticas y que aún hoy intercepta aeronaves rusas que se acercan al espacio aéreo estadounidense. La base conserva escuadrones equipados con cazas furtivas F-22 Raptor y mantiene operaciones regulares de interceptación en el Ártico, reforzando el control de la región.

Durante la Guerra Fría, esta vasta instalación del ejército y la fuerza aérea, creada oficialmente en 2010 a partir de la fusión de la Base Aérea Elmendorf y el Fuerte Richardson, fue centro de radares de alerta temprana para detectar actividad militar soviética y posibles lanzamientos nucleares. Bajo el lema “Cobertura Máxima para Estados Unidos”, operó como escudo avanzado contra cualquier incursión desde el este.

La historia del complejo militar se remonta al 8 de junio de 1940, cuando comenzó a construirse como aeródromo militar permanente, en plena Segunda Guerra Mundial. El primer personal del Cuerpo Aéreo llegó en agosto de ese año. El nombre “Richardson” honra al general de brigada Wilds P. Richardson, responsable de la Comisión de Carreteras de Alaska, mientras que “Elmendorf” recuerda al capitán Hugh M. Elmendorf, fallecido en 1933 en un accidente mientras pilotaba un caza experimental.

En 1951, el Ejército trasladó sus operaciones al nuevo Fuerte Richardson y la Fuerza Aérea asumió la base aérea, consolidando así dos instalaciones que, décadas después, se unirían para formar la JBER. Hoy, con 25.800 hectáreas, el complejo contiene el Ala 673, el Comando de Alaska y la 11ª División Aerotransportada, además de contar con infraestructura educativa, médica y deportiva para personal militar y sus familias.

La base de Anchorage, con su pista de aterrizaje de gran capacidad, suele ser utilizada por presidentes y ministros estadounidenses como escala técnica en sus viajes a Asia.

La delegación rusa incluirá, junto a Putin, al canciller Serguei Lavrov, al ministro de Defensa Andrei Belousov, al titular de Finanzas Anton Siluánov y al enviado para cooperación económica Kiril Dmitriev.

Entre los asistentes también estará Yuri Ushakov, asesor de política internacional del Kremlin, quien resaltó el carácter simbólico de la ubicación: cerca de la base se encuentra el Cementerio Nacional de Fort Richardson, donde están enterrados once militares soviéticos —nueve de ellos pilotos— y dos civiles que murieron entre 1942 y 1945 trasladando aviones suministrados por Estados Unidos bajo el programa de préstamo y arriendo durante la Segunda Guerra Mundial.

“Es un lugar importante históricamente que recuerda la hermandad militar entre nuestros pueblos”, destacó Ushakov, subrayando que la reunión se celebra en el 80º aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi y el Japón imperial. Para Moscú, ese contexto refuerza el mensaje de cooperación pasada, incluso en medio de la tensión actual.

La cumbre genera preocupación en Kiev y en varias capitales europeas. Funcionarios ucranianos temen que, sin su participación directa, el diálogo pueda derivar en concesiones territoriales favorables a Moscú.

El presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró que Trump fue “muy claro” en su intención de lograr un alto el fuego, una posición que podría implicar intercambios de tierras. Según el propio Trump, tras esta primera reunión podría darse un encuentro directo entre Zelensky y Putin, o bien una segunda cumbre tripartita.

Trump prometió durante su campaña presidencial que pondría fin a la guerra en Ucrania “rápidamente” en caso de ser reelegido. El mandatario estadounidense ve en este primer cara a cara con Putin una oportunidad para iniciar ese camino. “Será una reunión muy importante, pero está sentando las bases para la segunda reunión”, declaró Trump a la prensa.

Agencias AP y AFP

WASHINGTON.- El presidente estadounidense Donald Trump y su par ruso, Vladimir Putin, mantendrán este viernes una reunión en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson (JBER, por sus siglas en inglés), una instalación estratégica que fue pieza clave en la vigilancia y disuasión contra la Unión Soviética durante la Guerra Fría y que, ocho décadas después de su fundación, sigue desempeñando un papel central en la defensa del territorio norteamericano.

El encuentro en Alaska comenzará a las 11.30 hora local (16.30 en la Argentina) con un cara a cara entre los mandatarios y continuará con un desayuno de trabajo junto a cinco altos funcionarios por cada delegación, según informó el Kremlin.

La elección de esta base no es casual. Altos funcionarios de la Casa Blanca, que hablaron bajo condición de anonimato, señalaron que la ubicación en Anchorage ofrece el máximo nivel de seguridad, reduce las posibilidades de protestas y permite mostrar músculo militar frente a un líder que desafió abiertamente la supremacía estadounidense en el Ártico y el Pacífico Norte.

“Es una manera de demostrar la fuerza militar estadounidense y, al mismo tiempo, impedir intervenciones externas en lo que Trump espera que sea un diálogo productivo”, explicó Benjamin Jensen, investigador del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington.

Para Trump, el simbolismo del lugar encierra un mensaje político: recibir a Putin en un punto neurálgico de la defensa norteamericana le permite negociar bajo la sombra del poder militar.

“La ubicación significa que puede cultivar lazos con Putin mientras muestra poder militar, tratando de obtener ventaja de negociación para una segunda reunión”, agregó Jensen. El presidente adelantó que este encuentro servirá para “averiguar dónde estamos y qué estamos haciendo” en el conflicto de Ucrania, con la intención de allanar el camino hacia un alto el fuego.

Un escenario con fuerte carga histórica

La elección de Elmendorf-Richardson tiene un innegable tinte irónico. Putin se sentará en una instalación concebida para contrarrestar las amenazas soviéticas y que aún hoy intercepta aeronaves rusas que se acercan al espacio aéreo estadounidense. La base conserva escuadrones equipados con cazas furtivas F-22 Raptor y mantiene operaciones regulares de interceptación en el Ártico, reforzando el control de la región.

Durante la Guerra Fría, esta vasta instalación del ejército y la fuerza aérea, creada oficialmente en 2010 a partir de la fusión de la Base Aérea Elmendorf y el Fuerte Richardson, fue centro de radares de alerta temprana para detectar actividad militar soviética y posibles lanzamientos nucleares. Bajo el lema “Cobertura Máxima para Estados Unidos”, operó como escudo avanzado contra cualquier incursión desde el este.

La historia del complejo militar se remonta al 8 de junio de 1940, cuando comenzó a construirse como aeródromo militar permanente, en plena Segunda Guerra Mundial. El primer personal del Cuerpo Aéreo llegó en agosto de ese año. El nombre “Richardson” honra al general de brigada Wilds P. Richardson, responsable de la Comisión de Carreteras de Alaska, mientras que “Elmendorf” recuerda al capitán Hugh M. Elmendorf, fallecido en 1933 en un accidente mientras pilotaba un caza experimental.

En 1951, el Ejército trasladó sus operaciones al nuevo Fuerte Richardson y la Fuerza Aérea asumió la base aérea, consolidando así dos instalaciones que, décadas después, se unirían para formar la JBER. Hoy, con 25.800 hectáreas, el complejo contiene el Ala 673, el Comando de Alaska y la 11ª División Aerotransportada, además de contar con infraestructura educativa, médica y deportiva para personal militar y sus familias.

La base de Anchorage, con su pista de aterrizaje de gran capacidad, suele ser utilizada por presidentes y ministros estadounidenses como escala técnica en sus viajes a Asia.

La delegación rusa incluirá, junto a Putin, al canciller Serguei Lavrov, al ministro de Defensa Andrei Belousov, al titular de Finanzas Anton Siluánov y al enviado para cooperación económica Kiril Dmitriev.

Entre los asistentes también estará Yuri Ushakov, asesor de política internacional del Kremlin, quien resaltó el carácter simbólico de la ubicación: cerca de la base se encuentra el Cementerio Nacional de Fort Richardson, donde están enterrados once militares soviéticos —nueve de ellos pilotos— y dos civiles que murieron entre 1942 y 1945 trasladando aviones suministrados por Estados Unidos bajo el programa de préstamo y arriendo durante la Segunda Guerra Mundial.

“Es un lugar importante históricamente que recuerda la hermandad militar entre nuestros pueblos”, destacó Ushakov, subrayando que la reunión se celebra en el 80º aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi y el Japón imperial. Para Moscú, ese contexto refuerza el mensaje de cooperación pasada, incluso en medio de la tensión actual.

La cumbre genera preocupación en Kiev y en varias capitales europeas. Funcionarios ucranianos temen que, sin su participación directa, el diálogo pueda derivar en concesiones territoriales favorables a Moscú.

El presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró que Trump fue “muy claro” en su intención de lograr un alto el fuego, una posición que podría implicar intercambios de tierras. Según el propio Trump, tras esta primera reunión podría darse un encuentro directo entre Zelensky y Putin, o bien una segunda cumbre tripartita.

Trump prometió durante su campaña presidencial que pondría fin a la guerra en Ucrania “rápidamente” en caso de ser reelegido. El mandatario estadounidense ve en este primer cara a cara con Putin una oportunidad para iniciar ese camino. “Será una reunión muy importante, pero está sentando las bases para la segunda reunión”, declaró Trump a la prensa.

Agencias AP y AFP

 El encuentro se realizará este viernes en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson, epicentro de la defensa estadounidense contra la Unión Soviética y actual punto de interceptación de aeronaves rusas  LA NACION