Como todos los viernes, mientras se dirigía al refugio de animales local, revisó el listado de animales que necesitaban atención. Asegurarse de poder ayudar a la mayor cantidad de perros posible durante su estancia en ese lugar formaba parte de la rutina con la que la mujer se había comprometido.
Sin embargo, al final de su turno, un perro que no estaba en la lista le llamó la atención de repente. “Estaba caminando por la sala para volver a casa cuando, por pura casualidad, la vi”, contó Madeline Smith a un medio local. “¡Inmediatamente se levantó de su camita y me saludó de un salto, meneando la cola!”.
La perra, llamada Maya, se sintió inmediatamente segura con Smith. De pie sobre sus patas traseras, Maya apoyó las delanteras en los barrotes de su recinto y, con una mirada dulce, pareció rogarle a Smith que la llevara a casa.
Aunque la mujer sintió mucha ternura por aquella escena, la realidad era que había ido al refugio como voluntaria. Con un viaje inminente, Smith, que había transitado hasta ese momento 54 animales, no estaba lista para recibir a otra perra en ese momento. Pero cuando llegó a casa esa noche, la imagen de Maya implorando que la ayudara no se iba de su cabeza. “No podía dejar de pensar en ella y supe que tenía que hacer algo al respecto”.
Lo pensó unos días y la decisión final llegó impulsada por la urgencia. Maya había pasado a formar parte de la lista de animales en lista de espera para la eutanasia. Según datos de PETA, aunque muchos de los perros y gatos sin hogar en Estados Unidos que ingresan en refugios de animales cada año son recuperados o adoptados, aproximadamente la mitad deben ser sacrificados (por lesiones o enfermedades con mal pronóstico, por agresividad o trauma irremediables, por estar al final de su vida, etc.) porque simplemente no hay espacio.
Afortunadamente, existen diferentes organizaciones que han asumido el compromiso para poner fin a la eutanasia de perros y gatos en los albergues de Estados Unidos. Además, concientizan sobre la importancia de esterilizar, transitar y adoptar para poner fin a esa práctica.
Por eso, en cuanto Smith supo la devastadora noticia de Maya, decidió salvar a la dulce perrita. Como ya estaba de viaje y el tiempo para sacar a Maya del refugio apremiaba, una compañera voluntaria llamada Amairany aceptó transitar a Maya unos días hasta que Smith regresara de su viaje.
“¡Se adaptó de maravilla y también se hizo amiga del hijo de 6 años de Amairany!”, dijo Smith. Al poco tiempo, Smith regresó a casa y se convirtió oficialmente en el hogar de tránsito de Maya. La pareja de Smith, un gato llamado Barry y una perra llamada Margot se enamoraron de ella al instante, y el sentimiento era mutuo. “¡Encajó a la perfección con nuestra familia!”, dijo Smith.
Durante el mes siguiente, Maya se acurrucó con su familia a diario mientras recibía tratamiento contra el gusano del corazón, una enfermedad causada por un parásito llamado Dirofilaria immitis. Los mosquitos son los vectores y transmiten la enfermedad a través de sus picaduras. Una vez dentro del perro, las larvas migran y se desarrollan en gusanos adultos que se alojan en el corazón y los vasos sanguíneos pulmonares, causando daños significativos. Cuando finalmente estuvo lo suficientemente sana como para regresar al refugio y ser incluida en la lista de adopción, Smith se enfrentó a una decisión imposible.
Ya había transitado a 54 cachorros, todos los cuales habían encontrado hogares amorosos, y tenía claro que quería seguir transitando, lo que significaba que no podía quedarse con Maya. Pero la presencia de Maya la hizo replanteárselo todo.
“Mi esposo tuvo que soportarme llorar por eso durante semanas, y en el fondo, sabía que nunca me sentía del todo cómoda con dejarla ir. Así que él tomó la decisión para que yo no tuviera que hacerlo”.
El Día de la Madre, el esposo de Smith la sorprendió. “Me dijo que necesitaba que me peinaran y me maquillaran para las fotos y yo no entendía nada. Después de cenar, me dio una caja con una tarjeta que decía que contenía un collar lavanda que decía Maya y mi número de teléfono bordados y un contrato de adopción con el nombre de Maya. Pasé la página y vi la firma de Jerred, que había completado el formulado. Fue en ese instante que entendí que Maya era mi regalo del Día de la Madre“, escribió en su cuenta de Instagram.
Han pasado algunos meses desde la adopción de Maya, y la vida no podría ser mejor para la dulce cachorrita. Sigue obsesionada con su hermana peluda, Margot, y, aunque Barry falleció, le encanta visitar su relicario conmemorativo. También se está preparando para recibir pronto a un hermanito humano que crece en el vientre de Smith.
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Si tenés una historia de adopción, rescate, rehabilitación o ayudaste a algún animal en situación de riesgo y querés contar su historia, escribinos a bestiariolanacion@gmail.com
Como todos los viernes, mientras se dirigía al refugio de animales local, revisó el listado de animales que necesitaban atención. Asegurarse de poder ayudar a la mayor cantidad de perros posible durante su estancia en ese lugar formaba parte de la rutina con la que la mujer se había comprometido.
Sin embargo, al final de su turno, un perro que no estaba en la lista le llamó la atención de repente. “Estaba caminando por la sala para volver a casa cuando, por pura casualidad, la vi”, contó Madeline Smith a un medio local. “¡Inmediatamente se levantó de su camita y me saludó de un salto, meneando la cola!”.
La perra, llamada Maya, se sintió inmediatamente segura con Smith. De pie sobre sus patas traseras, Maya apoyó las delanteras en los barrotes de su recinto y, con una mirada dulce, pareció rogarle a Smith que la llevara a casa.
Aunque la mujer sintió mucha ternura por aquella escena, la realidad era que había ido al refugio como voluntaria. Con un viaje inminente, Smith, que había transitado hasta ese momento 54 animales, no estaba lista para recibir a otra perra en ese momento. Pero cuando llegó a casa esa noche, la imagen de Maya implorando que la ayudara no se iba de su cabeza. “No podía dejar de pensar en ella y supe que tenía que hacer algo al respecto”.
Lo pensó unos días y la decisión final llegó impulsada por la urgencia. Maya había pasado a formar parte de la lista de animales en lista de espera para la eutanasia. Según datos de PETA, aunque muchos de los perros y gatos sin hogar en Estados Unidos que ingresan en refugios de animales cada año son recuperados o adoptados, aproximadamente la mitad deben ser sacrificados (por lesiones o enfermedades con mal pronóstico, por agresividad o trauma irremediables, por estar al final de su vida, etc.) porque simplemente no hay espacio.
Afortunadamente, existen diferentes organizaciones que han asumido el compromiso para poner fin a la eutanasia de perros y gatos en los albergues de Estados Unidos. Además, concientizan sobre la importancia de esterilizar, transitar y adoptar para poner fin a esa práctica.
Por eso, en cuanto Smith supo la devastadora noticia de Maya, decidió salvar a la dulce perrita. Como ya estaba de viaje y el tiempo para sacar a Maya del refugio apremiaba, una compañera voluntaria llamada Amairany aceptó transitar a Maya unos días hasta que Smith regresara de su viaje.
“¡Se adaptó de maravilla y también se hizo amiga del hijo de 6 años de Amairany!”, dijo Smith. Al poco tiempo, Smith regresó a casa y se convirtió oficialmente en el hogar de tránsito de Maya. La pareja de Smith, un gato llamado Barry y una perra llamada Margot se enamoraron de ella al instante, y el sentimiento era mutuo. “¡Encajó a la perfección con nuestra familia!”, dijo Smith.
Durante el mes siguiente, Maya se acurrucó con su familia a diario mientras recibía tratamiento contra el gusano del corazón, una enfermedad causada por un parásito llamado Dirofilaria immitis. Los mosquitos son los vectores y transmiten la enfermedad a través de sus picaduras. Una vez dentro del perro, las larvas migran y se desarrollan en gusanos adultos que se alojan en el corazón y los vasos sanguíneos pulmonares, causando daños significativos. Cuando finalmente estuvo lo suficientemente sana como para regresar al refugio y ser incluida en la lista de adopción, Smith se enfrentó a una decisión imposible.
Ya había transitado a 54 cachorros, todos los cuales habían encontrado hogares amorosos, y tenía claro que quería seguir transitando, lo que significaba que no podía quedarse con Maya. Pero la presencia de Maya la hizo replanteárselo todo.
“Mi esposo tuvo que soportarme llorar por eso durante semanas, y en el fondo, sabía que nunca me sentía del todo cómoda con dejarla ir. Así que él tomó la decisión para que yo no tuviera que hacerlo”.
El Día de la Madre, el esposo de Smith la sorprendió. “Me dijo que necesitaba que me peinaran y me maquillaran para las fotos y yo no entendía nada. Después de cenar, me dio una caja con una tarjeta que decía que contenía un collar lavanda que decía Maya y mi número de teléfono bordados y un contrato de adopción con el nombre de Maya. Pasé la página y vi la firma de Jerred, que había completado el formulado. Fue en ese instante que entendí que Maya era mi regalo del Día de la Madre“, escribió en su cuenta de Instagram.
Han pasado algunos meses desde la adopción de Maya, y la vida no podría ser mejor para la dulce cachorrita. Sigue obsesionada con su hermana peluda, Margot, y, aunque Barry falleció, le encanta visitar su relicario conmemorativo. También se está preparando para recibir pronto a un hermanito humano que crece en el vientre de Smith.
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Si tenés una historia de adopción, rescate, rehabilitación o ayudaste a algún animal en situación de riesgo y querés contar su historia, escribinos a bestiariolanacion@gmail.com
Como todos los viernes, mientras se dirigía al refugio de animales local, revisó el listado de animales que necesitaban atención. Asegurarse de poder ayudar a la mayor cantidad de perros posible durante su estancia en ese lugar formaba parte de la rutina con la que la mujer se había comprometido. Sin embargo, al final de su turno, un perro que no estaba en la lista le llamó la atención de repente. “Estaba caminando por la sala para volver a casa cuando, por pura casualidad, la vi”, contó Madeline Smith a un medio local. “¡Inmediatamente se levantó de su camita y me saludó de un salto, meneando la cola!”.Vio cómo lo atropellaban, lo siguió 6 cuadras y recién un mes después pudo ayudarlo: “Gritaba de dolor”La perra, llamada Maya, se sintió inmediatamente segura con Smith. De pie sobre sus patas traseras, Maya apoyó las delanteras en los barrotes de su recinto y, con una mirada dulce, pareció rogarle a Smith que la llevara a casa.Aunque la mujer sintió mucha ternura por aquella escena, la realidad era que había ido al refugio como voluntaria. Con un viaje inminente, Smith, que había transitado hasta ese momento 54 animales, no estaba lista para recibir a otra perra en ese momento. Pero cuando llegó a casa esa noche, la imagen de Maya implorando que la ayudara no se iba de su cabeza. “No podía dejar de pensar en ella y supe que tenía que hacer algo al respecto”. Lo pensó unos días y la decisión final llegó impulsada por la urgencia. Maya había pasado a formar parte de la lista de animales en lista de espera para la eutanasia. Según datos de PETA, aunque muchos de los perros y gatos sin hogar en Estados Unidos que ingresan en refugios de animales cada año son recuperados o adoptados, aproximadamente la mitad deben ser sacrificados (por lesiones o enfermedades con mal pronóstico, por agresividad o trauma irremediables, por estar al final de su vida, etc.) porque simplemente no hay espacio. Afortunadamente, existen diferentes organizaciones que han asumido el compromiso para poner fin a la eutanasia de perros y gatos en los albergues de Estados Unidos. Además, concientizan sobre la importancia de esterilizar, transitar y adoptar para poner fin a esa práctica.Por eso, en cuanto Smith supo la devastadora noticia de Maya, decidió salvar a la dulce perrita. Como ya estaba de viaje y el tiempo para sacar a Maya del refugio apremiaba, una compañera voluntaria llamada Amairany aceptó transitar a Maya unos días hasta que Smith regresara de su viaje.“¡Se adaptó de maravilla y también se hizo amiga del hijo de 6 años de Amairany!”, dijo Smith. Al poco tiempo, Smith regresó a casa y se convirtió oficialmente en el hogar de tránsito de Maya. La pareja de Smith, un gato llamado Barry y una perra llamada Margot se enamoraron de ella al instante, y el sentimiento era mutuo. “¡Encajó a la perfección con nuestra familia!”, dijo Smith.Durante el mes siguiente, Maya se acurrucó con su familia a diario mientras recibía tratamiento contra el gusano del corazón, una enfermedad causada por un parásito llamado Dirofilaria immitis. Los mosquitos son los vectores y transmiten la enfermedad a través de sus picaduras. Una vez dentro del perro, las larvas migran y se desarrollan en gusanos adultos que se alojan en el corazón y los vasos sanguíneos pulmonares, causando daños significativos. Cuando finalmente estuvo lo suficientemente sana como para regresar al refugio y ser incluida en la lista de adopción, Smith se enfrentó a una decisión imposible.Ya había transitado a 54 cachorros, todos los cuales habían encontrado hogares amorosos, y tenía claro que quería seguir transitando, lo que significaba que no podía quedarse con Maya. Pero la presencia de Maya la hizo replanteárselo todo.“Mi esposo tuvo que soportarme llorar por eso durante semanas, y en el fondo, sabía que nunca me sentía del todo cómoda con dejarla ir. Así que él tomó la decisión para que yo no tuviera que hacerlo”.El Día de la Madre, el esposo de Smith la sorprendió. “Me dijo que necesitaba que me peinaran y me maquillaran para las fotos y yo no entendía nada. Después de cenar, me dio una caja con una tarjeta que decía que contenía un collar lavanda que decía Maya y mi número de teléfono bordados y un contrato de adopción con el nombre de Maya. Pasé la página y vi la firma de Jerred, que había completado el formulado. Fue en ese instante que entendí que Maya era mi regalo del Día de la Madre“, escribió en su cuenta de Instagram. Han pasado algunos meses desde la adopción de Maya, y la vida no podría ser mejor para la dulce cachorrita. Sigue obsesionada con su hermana peluda, Margot, y, aunque Barry falleció, le encanta visitar su relicario conmemorativo. También se está preparando para recibir pronto a un hermanito humano que crece en el vientre de Smith. Compartí una historiaSi tenés una historia de adopción, rescate, rehabilitación o ayudaste a algún animal en situación de riesgo y querés contar su historia, escribinos a bestiariolanacion@gmail.com LA NACION