Treinta y tres minutos. Eso le alcanzó a Unión para clavarle cuatro piñas a Instituto en Alta Córdoba. Un 0-4 que todavía duele, que causó revuelo en redes sociales entre los hinchas y que dejó al equipo tambaleando. Fue un papelón con todas las letras, el más duro desde el regreso a Primera.
Pero más allá de que cueste y mucho, hay que dar vuelta de página. En ese sentido, este lunes el plantel volvió a entrenarse, con caras largas y silencios pesados. Salvo el capitán Fernando Alarcón, hasta ahora ningún jugador habló después de la goleada.
Daniel Oldrá tendrá que arengar y levantar cabezas, porque la goleada no sólo fue un cachetazo futbolístico: pegó en la autoestima, en la confianza y hasta en las metas que se había puesto el club para este año. El DT sabe que necesita una reacción urgente.
El golpe obliga a mirar la tabla de otra manera. La Gloria está a seis puntos de la zona de descenso. Parece distancia, pero Talleres tiene un partido menos y esa diferencia puede achicarse. Y lo que más preocupa es la sensación: hace unas semanas el equipo parecía pelear un poco más arriba, pero hoy la realidad lo arrima a una batalla mucho más incómoda.
El sueño de la copa internacional se va esfumando. Instituto está a ocho puntos del último clasificado y con varios rivales de por medio. El objetivo que parecía posible a comienzos del año ahora se ve cada vez más lejano. Por eso la prioridad pasa a ser otra: cortar la caída cuanto antes y recuperar confianza.
No será la primera vez que la Gloria enfrenta un temporal desde que volvió a Primera. En junio de 2023, Lucas Bovaglio debió irse después del 1-4 en Rosario contra Central, con el equipo en zona de descenso. En aquel momento, parecía que todo se derrumbaba. Sin embargo, Instituto pudo recomponerse y escapar de esa situación límite.
Con Diego Dabove también hubo un bajón fuerte: entre octubre y noviembre del año pasado perdió seis partidos y apenas sumó cinco puntos de 27. La ilusión de entrar a un torneo internacional se diluyó en esa racha. Y en el corto ciclo de Pedro Troglio, más de lo mismo: 13 partidos, apenas cuatro victorias y un presente sombrío. Pero otra vez, después de cada caída, Instituto encontró la forma de volver a ponerse de pie.
Hoy, nuevamente, el desafío es ese: levantarse. No hay margen de error. Y lo que viene en el fixture es pesado: el sábado a las 14.30 contra San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro, después Independiente en Alta Córdoba y más tarde Argentinos Juniors. Tres rivales duros que pondrán a prueba la capacidad de reacción de un equipo que necesita dar respuestas ya.
El golpe del viernes fue tremendo. Por cómo se dio, por la imagen que dejó y por lo que genera en la gente. Pero ni siquiera con el cuarto gol de Unión se apagó el aliento en Alta Córdoba: la tribuna siguió empujando, con bronca, con dolor, con insultos, pero sin abandonar. Ese respaldo también dice mucho: la gente banca, pero al mismo tiempo exige que el equipo devuelva algo dentro de la cancha.
La pregunta es clara: ¿este 0-4 será una bisagra para crecer o una mochila que arrastre? Ahora le toca al equipo demostrar que también tiene la rebeldía para levantarse. Porque lo que pasó el viernes no se puede repetir.
Posiciones en la Liga Profesional
Treinta y tres minutos. Eso le alcanzó a Unión para clavarle cuatro piñas a Instituto en Alta Córdoba. Un 0-4 que todavía duele, que causó revuelo en redes sociales entre los hinchas y que dejó al equipo tambaleando. Fue un papelón con todas las letras, el más duro desde el regreso a Primera.
Pero más allá de que cueste y mucho, hay que dar vuelta de página. En ese sentido, este lunes el plantel volvió a entrenarse, con caras largas y silencios pesados. Salvo el capitán Fernando Alarcón, hasta ahora ningún jugador habló después de la goleada.
Daniel Oldrá tendrá que arengar y levantar cabezas, porque la goleada no sólo fue un cachetazo futbolístico: pegó en la autoestima, en la confianza y hasta en las metas que se había puesto el club para este año. El DT sabe que necesita una reacción urgente.
El golpe obliga a mirar la tabla de otra manera. La Gloria está a seis puntos de la zona de descenso. Parece distancia, pero Talleres tiene un partido menos y esa diferencia puede achicarse. Y lo que más preocupa es la sensación: hace unas semanas el equipo parecía pelear un poco más arriba, pero hoy la realidad lo arrima a una batalla mucho más incómoda.
El sueño de la copa internacional se va esfumando. Instituto está a ocho puntos del último clasificado y con varios rivales de por medio. El objetivo que parecía posible a comienzos del año ahora se ve cada vez más lejano. Por eso la prioridad pasa a ser otra: cortar la caída cuanto antes y recuperar confianza.
No será la primera vez que la Gloria enfrenta un temporal desde que volvió a Primera. En junio de 2023, Lucas Bovaglio debió irse después del 1-4 en Rosario contra Central, con el equipo en zona de descenso. En aquel momento, parecía que todo se derrumbaba. Sin embargo, Instituto pudo recomponerse y escapar de esa situación límite.
Con Diego Dabove también hubo un bajón fuerte: entre octubre y noviembre del año pasado perdió seis partidos y apenas sumó cinco puntos de 27. La ilusión de entrar a un torneo internacional se diluyó en esa racha. Y en el corto ciclo de Pedro Troglio, más de lo mismo: 13 partidos, apenas cuatro victorias y un presente sombrío. Pero otra vez, después de cada caída, Instituto encontró la forma de volver a ponerse de pie.
Hoy, nuevamente, el desafío es ese: levantarse. No hay margen de error. Y lo que viene en el fixture es pesado: el sábado a las 14.30 contra San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro, después Independiente en Alta Córdoba y más tarde Argentinos Juniors. Tres rivales duros que pondrán a prueba la capacidad de reacción de un equipo que necesita dar respuestas ya.
El golpe del viernes fue tremendo. Por cómo se dio, por la imagen que dejó y por lo que genera en la gente. Pero ni siquiera con el cuarto gol de Unión se apagó el aliento en Alta Córdoba: la tribuna siguió empujando, con bronca, con dolor, con insultos, pero sin abandonar. Ese respaldo también dice mucho: la gente banca, pero al mismo tiempo exige que el equipo devuelva algo dentro de la cancha.
La pregunta es clara: ¿este 0-4 será una bisagra para crecer o una mochila que arrastre? Ahora le toca al equipo demostrar que también tiene la rebeldía para levantarse. Porque lo que pasó el viernes no se puede repetir.
Posiciones en la Liga Profesional
Treinta y tres minutos. Eso le alcanzó a Unión para clavarle cuatro piñas a Instituto en Alta Córdoba. Un 0-4 que todavía duele, que causó revuelo en redes sociales entre los hinchas y que dejó al equipo tambaleando. Fue un papelón con todas las letras, el más duro desde el regreso a Primera.Pero más allá de que cueste y mucho, hay que dar vuelta de página. En ese sentido, este lunes el plantel volvió a entrenarse, con caras largas y silencios pesados. Salvo el capitán Fernando Alarcón, hasta ahora ningún jugador habló después de la goleada. Daniel Oldrá tendrá que arengar y levantar cabezas, porque la goleada no sólo fue un cachetazo futbolístico: pegó en la autoestima, en la confianza y hasta en las metas que se había puesto el club para este año. El DT sabe que necesita una reacción urgente.El golpe obliga a mirar la tabla de otra manera. La Gloria está a seis puntos de la zona de descenso. Parece distancia, pero Talleres tiene un partido menos y esa diferencia puede achicarse. Y lo que más preocupa es la sensación: hace unas semanas el equipo parecía pelear un poco más arriba, pero hoy la realidad lo arrima a una batalla mucho más incómoda.El sueño de la copa internacional se va esfumando. Instituto está a ocho puntos del último clasificado y con varios rivales de por medio. El objetivo que parecía posible a comienzos del año ahora se ve cada vez más lejano. Por eso la prioridad pasa a ser otra: cortar la caída cuanto antes y recuperar confianza.No será la primera vez que la Gloria enfrenta un temporal desde que volvió a Primera. En junio de 2023, Lucas Bovaglio debió irse después del 1-4 en Rosario contra Central, con el equipo en zona de descenso. En aquel momento, parecía que todo se derrumbaba. Sin embargo, Instituto pudo recomponerse y escapar de esa situación límite.Con Diego Dabove también hubo un bajón fuerte: entre octubre y noviembre del año pasado perdió seis partidos y apenas sumó cinco puntos de 27. La ilusión de entrar a un torneo internacional se diluyó en esa racha. Y en el corto ciclo de Pedro Troglio, más de lo mismo: 13 partidos, apenas cuatro victorias y un presente sombrío. Pero otra vez, después de cada caída, Instituto encontró la forma de volver a ponerse de pie.Hoy, nuevamente, el desafío es ese: levantarse. No hay margen de error. Y lo que viene en el fixture es pesado: el sábado a las 14.30 contra San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro, después Independiente en Alta Córdoba y más tarde Argentinos Juniors. Tres rivales duros que pondrán a prueba la capacidad de reacción de un equipo que necesita dar respuestas ya.El golpe del viernes fue tremendo. Por cómo se dio, por la imagen que dejó y por lo que genera en la gente. Pero ni siquiera con el cuarto gol de Unión se apagó el aliento en Alta Córdoba: la tribuna siguió empujando, con bronca, con dolor, con insultos, pero sin abandonar. Ese respaldo también dice mucho: la gente banca, pero al mismo tiempo exige que el equipo devuelva algo dentro de la cancha.La pregunta es clara: ¿este 0-4 será una bisagra para crecer o una mochila que arrastre? Ahora le toca al equipo demostrar que también tiene la rebeldía para levantarse. Porque lo que pasó el viernes no se puede repetir.Posiciones en la Liga Profesional La Voz