La Casa de la Cultura porteña, en plena Avenida de Mayo, se convirtió en el escenario de la despedida a Jorge Lanata. El cuerpo del periodista llegó pasadas las 23, mientas afuera lo esperaba una fila inmensa. Estaban en la puerta del edificio familiares, allegados, colegas y seguidores, quienes lo recibieron entre aplausos.
Previamente, eran momentos de tensión. Una señora con los brazos cruzados miró a un policía y le preguntó: “¿Cuándo llega?”. La espera fue larga, con susurros, conversaciones y un ambiente de expectativa. Luego, apareció una unidad de traslado del Grupo Jardín del Pilar, el cual trasladó los restos del conductor al salón.
Así llegaba el cuerpo de Lanata a la Casa de la Cultura
Las hijas de Lanata, Lola y Bárbara, fueron las primeras en llegar. Caminaron con rapidez y gestos serios hacia el interior del edificio. Unos minutos después, un auto estacionó frente a la entrada: Elba, su pareja, descendió sin mirar hacia los costados. Mientras tanto, tres señoras sentadas en un banco cercano, miraron hacia la esquina, atentas a cada movimiento.
Con el paso de los minutos, más personas se sumaron a la fila. Entre ellas, una mujer mayor rompió en llanto y le dijo a LA NACION: “Lanata fue un gran periodista”. Su voz resonó en el silencio de la noche, y varios asintieron en señal de acuerdo. Los recuerdos se entrecruzaron entre los presentes: algunos evocaron sus programas más emblemáticos, otros sus columnas y entrevistas.
En medio de la vigilia, los periodistas se mantuvieron con cautela, conscientes de las restricciones de acceso al interior del recinto. Cada auto que se acerca generaba un revuelo: cámaras y flashes se preparan para capturar el momento, pero no es el coche fúnebre.
Entre los colegas que asistieron a despedir al emblemático periodista estuvieron están Ernesto Tenembaum y María O’Donnell, que ingresaron sin hacer declaraciones y caminando en silencio hacia el interior. Por otro lado, Eduardo Feinmann detuvo su paso frente a los medios para expresar su profundo dolor: “¿Qué le dejó Jorge Lanata al periodismo? Yo creo que es un antes y un después. Una forma de investigar, de ir en contra de la corrupción”.
El edificio La Prensa, un símbolo del periodismo argentino, parece el lugar perfecto para despedir a una figura como Lanata. Las conversaciones en la fila giraban en torno a su impacto en el país. “Era irreverente, único”, comentó un hombre mientras sostenía un ejemplar de Página/12 de los primeros años del diario. Otro rememoró los informes de Periodismo Para Todos, mientras una mujer recordó los primeros años de su carrera.
Las puertas de la Casa de la Cultura se mantendrán abiertas hasta las 2 del martes 31 de diciembre y volverán a abrir de 7 a 12, horario en el que el cuerpo de Lanata será trasladado al cementerio Campanario Jardín de Paz.
Noticia en desarrollo
La Casa de la Cultura porteña, en plena Avenida de Mayo, se convirtió en el escenario de la despedida a Jorge Lanata. El cuerpo del periodista llegó pasadas las 23, mientas afuera lo esperaba una fila inmensa. Estaban en la puerta del edificio familiares, allegados, colegas y seguidores, quienes lo recibieron entre aplausos.
Previamente, eran momentos de tensión. Una señora con los brazos cruzados miró a un policía y le preguntó: “¿Cuándo llega?”. La espera fue larga, con susurros, conversaciones y un ambiente de expectativa. Luego, apareció una unidad de traslado del Grupo Jardín del Pilar, el cual trasladó los restos del conductor al salón.
Así llegaba el cuerpo de Lanata a la Casa de la Cultura
Las hijas de Lanata, Lola y Bárbara, fueron las primeras en llegar. Caminaron con rapidez y gestos serios hacia el interior del edificio. Unos minutos después, un auto estacionó frente a la entrada: Elba, su pareja, descendió sin mirar hacia los costados. Mientras tanto, tres señoras sentadas en un banco cercano, miraron hacia la esquina, atentas a cada movimiento.
Con el paso de los minutos, más personas se sumaron a la fila. Entre ellas, una mujer mayor rompió en llanto y le dijo a LA NACION: “Lanata fue un gran periodista”. Su voz resonó en el silencio de la noche, y varios asintieron en señal de acuerdo. Los recuerdos se entrecruzaron entre los presentes: algunos evocaron sus programas más emblemáticos, otros sus columnas y entrevistas.
En medio de la vigilia, los periodistas se mantuvieron con cautela, conscientes de las restricciones de acceso al interior del recinto. Cada auto que se acerca generaba un revuelo: cámaras y flashes se preparan para capturar el momento, pero no es el coche fúnebre.
Entre los colegas que asistieron a despedir al emblemático periodista estuvieron están Ernesto Tenembaum y María O’Donnell, que ingresaron sin hacer declaraciones y caminando en silencio hacia el interior. Por otro lado, Eduardo Feinmann detuvo su paso frente a los medios para expresar su profundo dolor: “¿Qué le dejó Jorge Lanata al periodismo? Yo creo que es un antes y un después. Una forma de investigar, de ir en contra de la corrupción”.
El edificio La Prensa, un símbolo del periodismo argentino, parece el lugar perfecto para despedir a una figura como Lanata. Las conversaciones en la fila giraban en torno a su impacto en el país. “Era irreverente, único”, comentó un hombre mientras sostenía un ejemplar de Página/12 de los primeros años del diario. Otro rememoró los informes de Periodismo Para Todos, mientras una mujer recordó los primeros años de su carrera.
Las puertas de la Casa de la Cultura se mantendrán abiertas hasta las 2 del martes 31 de diciembre y volverán a abrir de 7 a 12, horario en el que el cuerpo de Lanata será trasladado al cementerio Campanario Jardín de Paz.
Noticia en desarrollo
El velorio ya comenzó y se extenderá hasta las 22; el periodista falleció este lunes tras estar internado durante cinco meses LA NACION