Un retrato muestra a un italiano arquetípico: ojos achinados, bigote fino, cadena de oro, torso desnudo. Es Roberto de Pinto, el propio pintor autorretratado, y es uno de los referentes de la nueva pintura italiana que se exhibe por estos días en el Palacio Libertad. Un seleccionado nacional de artistas de distintas regiones y escuelas, con carreras ascendentes y una misma edad: son menores de 35 años.
La exposición reúne a 27 artistas elegidos por Damiano Gullì, curador del Programa Público de la Triennale de Milán, que presenta la muestra junto con el Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires, con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional italiano y de la Embajada de Italia en Buenos Aires. “Esta exposición ofrecerá al público argentino la oportunidad de conocer de cerca una nueva y vibrante escena de pintores italianos emergentes, que en su diversidad representan la complejidad y riqueza del mundo contemporáneo”, comenta Livia Raponi, directora del Instituto Italiano de Cultura.
Diversidad de técnicas y estilos, sí, pero hay una contemporaneidad que atraviesa fronteras. Siempre de manera fluida, sin categorías estancas, fluctúan entre la representación y la autorrepresentación, la relación con objetos de la vida cotidiana, las contaminaciones y transformaciones de las disciplinas, la relectura y distorsión de las técnicas e iconografías tradicionales, los intercambios entre la abstracción y la figuración y la nueva abstracción.
“Coincidimos en una serie de premios en los últimos dos años en Italia, muestras de galerías, premios públicos, la exposición en la Triennale, y ahora estamos juntos acá. Es muy interesante porque consigo ver nuestro trabajo evolucionar en el tiempo. Desde la Triennale, la mayoría de los trabajos son nuevos”, dice Giulia Mangoni, única artista participante presente en la inauguración, porque hizo una intervención en el muro, que repetirá cuando la muestra itinere por Brasil y México. “Creo que todos tenemos confianza en la pintura, en el medio como algo de fresco, que nos puede dar muchas posibilidades. Hay un grado de poética común en los jóvenes”, analiza. Mangoni y Gullì detectan también diferencias según la escuela: “Los artistas de la Escuela de Venecia tienen una representación más onírica, aplican el color con transparencias y prefieren las paletas oscuras, nocturnas. En cambio, la Academia de Milán tiene tonos diurnos en su pintura, como vemos en los retratos de Pinto y Gola”.
En el primer núcleo, Solos/Juntos, aparece el retrato del tano Pinto. Es pintura figurativa con figura humana, pero con notas actuales: alteraciones de lo real alimentadas por los imaginarios de las redes sociales, el cine, la literatura, el cómic, los videojuegos y la fotografía. En fin, la cultura contemporánea. Entonces, la mujer desnuda en el paisaje azul de Maddalena Tesser tiene puestos auriculares. Emilio Gola Milano pinta una escena íntima de tres: dos duermen bajo la luz rosa de la televisión (¿o es un filtro de Instagram?) y el tercero mira al espectador. Giuliana Rosso incluye un celular que apunta a los niños zombies que pinta en dos dimensiones.
Otro núcleo está impregnado de referencias a la historia del arte. “Es la nueva generación en Italia. La nueva Italia, que es multicultural, pero la tradición y el futuro”, apunta Gullì. La pintura de Ismaele Nones parece calcada de un antiguo fresco. Tiene sentido, ya que es aprendiz de su padre, un experto en íconos bizantinas.
La de Jem Perucchini sería un Giotto o un Piero Della Francesca, si no fuera porque la mujer retratada es de color negro y tiene un atuendo tradicional africano. Jem es romano y etíope. En este núcleo aparece la obra de Mangoni, que es brasilera e italiana. La artista expandió por la pared del centro cultural una mezcla de gauchos y spaghetti westerns. “La paradoja es que ahora se puede viajar, el mundo se abrió, pero los pueblos quedaron vacíos. Yo busco la idea del equilibrio con la radicación de un territorio, de una identidad y también la porosidad para poder dialogar con el otro”, dice Mangoni. Los artistas hoy son nómades: “Es la libertad de crear algo nuevo con las tradiciones y las escuelas, y de atravesar todas las direcciones”.
Hay una figuración onírica en el núcleo Metafísica de lo cotidiano. Sillas voladoras de Andrea Martinucci, naturaleza muerta fantasmal de Alessandro Fogo, una araña en acción por Giorgia Garzilli. “Pequeños detalles en la composición. Adivinar sentidos en una narración alerta. Es una ilusión, un sueño, una manera de ver las cosas”, dice Gullì.
Entre la figuración y la abstracción reúne obras que no entran en ninguna de las dos categorías: manchas expresionistas de Alice Faloretti en las que se adivinan árboles o piernas… una composición geométrica de Sofía Silva Padova donde aparece el reflejo de una chica en bikini.
Al final, la pintura es escultura, y viceversa. “La materia es central en la composición y es una reflexión sobre la pintura también”, apunta Gullì, ante las obras de Genuardi/Ruta, unas esporas de cemento con color, y los volúmenes de capas de acrílico de Eva Chiara Trevisan. La pintura no tiene límites.
Para agendar
Pintura italiana hoy. Una nueva escena. Palacio Libertad. Centro Cultural Domingo Faustino (Sarmiento 151), del 25 de junio al 21 de septiembre, de miércoles a domingos de 14 a 20. Gratis.
Un retrato muestra a un italiano arquetípico: ojos achinados, bigote fino, cadena de oro, torso desnudo. Es Roberto de Pinto, el propio pintor autorretratado, y es uno de los referentes de la nueva pintura italiana que se exhibe por estos días en el Palacio Libertad. Un seleccionado nacional de artistas de distintas regiones y escuelas, con carreras ascendentes y una misma edad: son menores de 35 años.
La exposición reúne a 27 artistas elegidos por Damiano Gullì, curador del Programa Público de la Triennale de Milán, que presenta la muestra junto con el Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires, con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional italiano y de la Embajada de Italia en Buenos Aires. “Esta exposición ofrecerá al público argentino la oportunidad de conocer de cerca una nueva y vibrante escena de pintores italianos emergentes, que en su diversidad representan la complejidad y riqueza del mundo contemporáneo”, comenta Livia Raponi, directora del Instituto Italiano de Cultura.
Diversidad de técnicas y estilos, sí, pero hay una contemporaneidad que atraviesa fronteras. Siempre de manera fluida, sin categorías estancas, fluctúan entre la representación y la autorrepresentación, la relación con objetos de la vida cotidiana, las contaminaciones y transformaciones de las disciplinas, la relectura y distorsión de las técnicas e iconografías tradicionales, los intercambios entre la abstracción y la figuración y la nueva abstracción.
“Coincidimos en una serie de premios en los últimos dos años en Italia, muestras de galerías, premios públicos, la exposición en la Triennale, y ahora estamos juntos acá. Es muy interesante porque consigo ver nuestro trabajo evolucionar en el tiempo. Desde la Triennale, la mayoría de los trabajos son nuevos”, dice Giulia Mangoni, única artista participante presente en la inauguración, porque hizo una intervención en el muro, que repetirá cuando la muestra itinere por Brasil y México. “Creo que todos tenemos confianza en la pintura, en el medio como algo de fresco, que nos puede dar muchas posibilidades. Hay un grado de poética común en los jóvenes”, analiza. Mangoni y Gullì detectan también diferencias según la escuela: “Los artistas de la Escuela de Venecia tienen una representación más onírica, aplican el color con transparencias y prefieren las paletas oscuras, nocturnas. En cambio, la Academia de Milán tiene tonos diurnos en su pintura, como vemos en los retratos de Pinto y Gola”.
En el primer núcleo, Solos/Juntos, aparece el retrato del tano Pinto. Es pintura figurativa con figura humana, pero con notas actuales: alteraciones de lo real alimentadas por los imaginarios de las redes sociales, el cine, la literatura, el cómic, los videojuegos y la fotografía. En fin, la cultura contemporánea. Entonces, la mujer desnuda en el paisaje azul de Maddalena Tesser tiene puestos auriculares. Emilio Gola Milano pinta una escena íntima de tres: dos duermen bajo la luz rosa de la televisión (¿o es un filtro de Instagram?) y el tercero mira al espectador. Giuliana Rosso incluye un celular que apunta a los niños zombies que pinta en dos dimensiones.
Otro núcleo está impregnado de referencias a la historia del arte. “Es la nueva generación en Italia. La nueva Italia, que es multicultural, pero la tradición y el futuro”, apunta Gullì. La pintura de Ismaele Nones parece calcada de un antiguo fresco. Tiene sentido, ya que es aprendiz de su padre, un experto en íconos bizantinas.
La de Jem Perucchini sería un Giotto o un Piero Della Francesca, si no fuera porque la mujer retratada es de color negro y tiene un atuendo tradicional africano. Jem es romano y etíope. En este núcleo aparece la obra de Mangoni, que es brasilera e italiana. La artista expandió por la pared del centro cultural una mezcla de gauchos y spaghetti westerns. “La paradoja es que ahora se puede viajar, el mundo se abrió, pero los pueblos quedaron vacíos. Yo busco la idea del equilibrio con la radicación de un territorio, de una identidad y también la porosidad para poder dialogar con el otro”, dice Mangoni. Los artistas hoy son nómades: “Es la libertad de crear algo nuevo con las tradiciones y las escuelas, y de atravesar todas las direcciones”.
Hay una figuración onírica en el núcleo Metafísica de lo cotidiano. Sillas voladoras de Andrea Martinucci, naturaleza muerta fantasmal de Alessandro Fogo, una araña en acción por Giorgia Garzilli. “Pequeños detalles en la composición. Adivinar sentidos en una narración alerta. Es una ilusión, un sueño, una manera de ver las cosas”, dice Gullì.
Entre la figuración y la abstracción reúne obras que no entran en ninguna de las dos categorías: manchas expresionistas de Alice Faloretti en las que se adivinan árboles o piernas… una composición geométrica de Sofía Silva Padova donde aparece el reflejo de una chica en bikini.
Al final, la pintura es escultura, y viceversa. “La materia es central en la composición y es una reflexión sobre la pintura también”, apunta Gullì, ante las obras de Genuardi/Ruta, unas esporas de cemento con color, y los volúmenes de capas de acrílico de Eva Chiara Trevisan. La pintura no tiene límites.
Para agendar
Pintura italiana hoy. Una nueva escena. Palacio Libertad. Centro Cultural Domingo Faustino (Sarmiento 151), del 25 de junio al 21 de septiembre, de miércoles a domingos de 14 a 20. Gratis.
Una muestra en el Palacio Libertad permite conocer a 27 referentes del arte contemporáneo de Italia menores de 35 años LA NACION