Milei y sus doce apóstoles: por qué nada fue casual en la cadena presidencial

El Presidente le dedicó un día completo a escribir su discurso. Lo hizo en dos tiempos. Una parte en diálogo con Santiago Caputo, su asesor principal, y otra con ayuda de cada uno de los ministros de las áreas a las que se refirió. Estaba exultante. El objetivo era enumerar los principales logros, empatizar con el esfuerzo de un año de ajuste y proyectar lo que viene para 2025.

Desde hace días viene leyendo cada uno de los relevamientos de opinión pública y las variables económicas con las que concluye el primer año de gestión, y está convencido de que era el momento para situar expectativas para el año que comienza.

La puesta en escena con sus doce apóstoles, como la describió uno de los hombres de las fuerzas del cielo, tampoco fue casual. Las tomas, las posiciones y los lugares estuvieron delimitados al detalle. Al igual que el orden de las palabras, que arrancó con la superficie en la que se siente más cómodo: la economía.

El 56% de la población aprueba su gestión, según el último relevamiento de Poliarquía. La mayoría de quienes lo hacen sustentan su razonamiento en cinco palabras: “Esperanza, sorprendente, ajuste, excelente y orden”, según el mismo estudio. Su discurso incluyó un agradecimiento a los “ciudadanos de a pie”, a quienes prometió que el esfuerzo “no será en vano” y que “la recesión terminó”. Hizo referencia al orden que supone el fin de los piquetes y centró el año próximo en un futuro cada vez mejor para el que se auguran “tiempos felices”, según sus propias palabras.

Tanto él como sus asesores saben que para la mayoría de sus votantes de poder adquisitivo bajo esa es la demanda principal: “Que el esfuerzo valga la pena”. A ellos les envió un mensaje directo.

La casta y los políticos, a escena

Tampoco fue casual cuando se distanció una y otra vez de “la casta” y los “políticos”. Es que un 81% de los argentinos siente hartazgo, indignación, frustración y distancia cuando se les consulta por el sentimiento que les genera pensar en la clase política argentina, según Poliarquía. De ahí que recordar que su llegada fue como un outsider era otra manera de significar su discurso. O, mejor dicho, de resignificarlo.

La cadena nacional no podía llegar en un mejor momento. Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández cumplieron el primer año de gestión con sus imágenes en baja y Milei es el único que tiene un alza de la percepción de la opinión pública, según los datos de Management & Fit. Otras cuatro consultoras coinciden, aunque en porcentajes distintos, con los niveles de aceptación del presidente libertario superiores a los de sus antecesores para los primeros doce meses.

Las razones principales tienen que ver con que siete de cada diez argentinos considera que cumplió sus promesas, total o parcialmente, refleja Management & Fit. Santiago Caputo tiene una frase que repite a propios y ajenos respecto de lo que supone la gestión libertaria. “Acá lo único que te hace ganar o perder una elección es la realidad. Por eso nuestro primer desvelo fue la inflación, y entendemos que no hace falta más estrategia política que tener claro siempre que el metro cuadrado de cada integrante de la sociedad es el que define el futuro”.

Hace ya mucho tiempo que Milei entendió que él no es un error del sistema, como lo sindicaban los opositores, sino que fue la sociedad la que cambió, el sistema fue el que migró. De hecho, la baja de la inflación, el recorte del gasto público, la baja del dólar y el fin de los piquetes aparecen hoy en todos los relevamientos de percepción como sus principales activos. De ahí que enumerar los resultados en cada uno de esos puntos apareció como un mantra para captar la atención del prime time televisivo.

Antes, hablar de ajuste era una palabra prohibida en cualquier manual de real politik. Hoy es una demanda de la sociedad. De hecho, el principal problema que buscan resolver los argentinos es el económico, entendido por los precios, los bajos salarios y el desempleo. Es ahí donde jugó otro de los ejes de su discurso: “La mejora del poder adquisitivo en dólares” y la promesa de campaña que asegura cumplirá cuando llegue el momento: “cerrar el Banco Central”.

El GPS lo tiene escrito en su libro El fin de la inflación, de donde viene siguiendo cada uno de los pasos allí enumerados. Ahora toca cronológicamente la competencia de monedas en sentido amplio que ayer anunció. La idea de que cada ciudadano sea libre de transaccionar en dólares, en euros o en el revaluado peso son solo un paso del camino final que concluye en el largo plazo en la dolarización.

Las promesas para el año próximo son cuanto menos ambiciosas, pero también es cierto que el equipo económico ya tiene lista la reforma impositiva y la previsional que, aunque la guardan bajo siete llaves, ya tuvo varios idas y vueltas entre el triángulo económico y el Presidente y está lista para su próxima fase. Ese proyecto esperará a la próxima elección para ver la luz.

La idea de reducir “un 90% la cantidad de impuestos nacionales y devolverles a las provincias la autonomía impositiva que nunca debieron haber perdido” juega en el terreno que hasta el propio Juan Carlos De Pablo esgrimió hace poco, cuando se refirió a “nivelar la cancha para los que quieren competir y pueden competir”.

Milei anunció también la salida del cepo como una “realidad” y detalló que “para ello estamos trabajando en una solución definitiva para el problema de los stocks del Banco Central, que puede darse ya sea a través de un nuevo programa con el Fondo Monetario o mediante un acuerdo con privados”. En esta última frase radica una nueva punta del ovillo a seguir. Puede haber sorpresas al respecto.

“No tenemos apuro de negociar con el Fondo, y en la medida que el riesgo país siga bajando también vemos otras oportunidades”, graficaron enigmáticos en Economía, donde también siguen de cerca el anuncio de libre comercio con Estados Unidos y las dolarizadas inversiones por US$11.800 millones, a las que se sumarán otros US$5000 millones en los próximos días. “La sociedad dejó en claro qué es lo que quiere y nosotros tenemos claro que eso no es un cheque en blanco. Por eso el objetivo el año próximo será dar resultados concretos que permitan demostrar que el kirchnerismo ya no es un fantasma que acecha a los inversores, sino que fue el responsable del pasado que nos trajo hasta acá”, concluyó, copa en mano, un libertario que señaló sin eufemismos la forzada ausencia de la vicepresidenta Victoria Villarruel en la cadena nacional de ayer.

El Presidente le dedicó un día completo a escribir su discurso. Lo hizo en dos tiempos. Una parte en diálogo con Santiago Caputo, su asesor principal, y otra con ayuda de cada uno de los ministros de las áreas a las que se refirió. Estaba exultante. El objetivo era enumerar los principales logros, empatizar con el esfuerzo de un año de ajuste y proyectar lo que viene para 2025.

Desde hace días viene leyendo cada uno de los relevamientos de opinión pública y las variables económicas con las que concluye el primer año de gestión, y está convencido de que era el momento para situar expectativas para el año que comienza.

La puesta en escena con sus doce apóstoles, como la describió uno de los hombres de las fuerzas del cielo, tampoco fue casual. Las tomas, las posiciones y los lugares estuvieron delimitados al detalle. Al igual que el orden de las palabras, que arrancó con la superficie en la que se siente más cómodo: la economía.

El 56% de la población aprueba su gestión, según el último relevamiento de Poliarquía. La mayoría de quienes lo hacen sustentan su razonamiento en cinco palabras: “Esperanza, sorprendente, ajuste, excelente y orden”, según el mismo estudio. Su discurso incluyó un agradecimiento a los “ciudadanos de a pie”, a quienes prometió que el esfuerzo “no será en vano” y que “la recesión terminó”. Hizo referencia al orden que supone el fin de los piquetes y centró el año próximo en un futuro cada vez mejor para el que se auguran “tiempos felices”, según sus propias palabras.

Tanto él como sus asesores saben que para la mayoría de sus votantes de poder adquisitivo bajo esa es la demanda principal: “Que el esfuerzo valga la pena”. A ellos les envió un mensaje directo.

La casta y los políticos, a escena

Tampoco fue casual cuando se distanció una y otra vez de “la casta” y los “políticos”. Es que un 81% de los argentinos siente hartazgo, indignación, frustración y distancia cuando se les consulta por el sentimiento que les genera pensar en la clase política argentina, según Poliarquía. De ahí que recordar que su llegada fue como un outsider era otra manera de significar su discurso. O, mejor dicho, de resignificarlo.

La cadena nacional no podía llegar en un mejor momento. Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández cumplieron el primer año de gestión con sus imágenes en baja y Milei es el único que tiene un alza de la percepción de la opinión pública, según los datos de Management & Fit. Otras cuatro consultoras coinciden, aunque en porcentajes distintos, con los niveles de aceptación del presidente libertario superiores a los de sus antecesores para los primeros doce meses.

Las razones principales tienen que ver con que siete de cada diez argentinos considera que cumplió sus promesas, total o parcialmente, refleja Management & Fit. Santiago Caputo tiene una frase que repite a propios y ajenos respecto de lo que supone la gestión libertaria. “Acá lo único que te hace ganar o perder una elección es la realidad. Por eso nuestro primer desvelo fue la inflación, y entendemos que no hace falta más estrategia política que tener claro siempre que el metro cuadrado de cada integrante de la sociedad es el que define el futuro”.

Hace ya mucho tiempo que Milei entendió que él no es un error del sistema, como lo sindicaban los opositores, sino que fue la sociedad la que cambió, el sistema fue el que migró. De hecho, la baja de la inflación, el recorte del gasto público, la baja del dólar y el fin de los piquetes aparecen hoy en todos los relevamientos de percepción como sus principales activos. De ahí que enumerar los resultados en cada uno de esos puntos apareció como un mantra para captar la atención del prime time televisivo.

Antes, hablar de ajuste era una palabra prohibida en cualquier manual de real politik. Hoy es una demanda de la sociedad. De hecho, el principal problema que buscan resolver los argentinos es el económico, entendido por los precios, los bajos salarios y el desempleo. Es ahí donde jugó otro de los ejes de su discurso: “La mejora del poder adquisitivo en dólares” y la promesa de campaña que asegura cumplirá cuando llegue el momento: “cerrar el Banco Central”.

El GPS lo tiene escrito en su libro El fin de la inflación, de donde viene siguiendo cada uno de los pasos allí enumerados. Ahora toca cronológicamente la competencia de monedas en sentido amplio que ayer anunció. La idea de que cada ciudadano sea libre de transaccionar en dólares, en euros o en el revaluado peso son solo un paso del camino final que concluye en el largo plazo en la dolarización.

Las promesas para el año próximo son cuanto menos ambiciosas, pero también es cierto que el equipo económico ya tiene lista la reforma impositiva y la previsional que, aunque la guardan bajo siete llaves, ya tuvo varios idas y vueltas entre el triángulo económico y el Presidente y está lista para su próxima fase. Ese proyecto esperará a la próxima elección para ver la luz.

La idea de reducir “un 90% la cantidad de impuestos nacionales y devolverles a las provincias la autonomía impositiva que nunca debieron haber perdido” juega en el terreno que hasta el propio Juan Carlos De Pablo esgrimió hace poco, cuando se refirió a “nivelar la cancha para los que quieren competir y pueden competir”.

Milei anunció también la salida del cepo como una “realidad” y detalló que “para ello estamos trabajando en una solución definitiva para el problema de los stocks del Banco Central, que puede darse ya sea a través de un nuevo programa con el Fondo Monetario o mediante un acuerdo con privados”. En esta última frase radica una nueva punta del ovillo a seguir. Puede haber sorpresas al respecto.

“No tenemos apuro de negociar con el Fondo, y en la medida que el riesgo país siga bajando también vemos otras oportunidades”, graficaron enigmáticos en Economía, donde también siguen de cerca el anuncio de libre comercio con Estados Unidos y las dolarizadas inversiones por US$11.800 millones, a las que se sumarán otros US$5000 millones en los próximos días. “La sociedad dejó en claro qué es lo que quiere y nosotros tenemos claro que eso no es un cheque en blanco. Por eso el objetivo el año próximo será dar resultados concretos que permitan demostrar que el kirchnerismo ya no es un fantasma que acecha a los inversores, sino que fue el responsable del pasado que nos trajo hasta acá”, concluyó, copa en mano, un libertario que señaló sin eufemismos la forzada ausencia de la vicepresidenta Victoria Villarruel en la cadena nacional de ayer.

 El Presidente dio un discurso por su primer aniversario de gobierno con una puesta en escena muy pensada: las tomas, las posiciones y los lugares estuvieron delimitados al detalle  LA NACION

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *