En el marco de los festejos por los 107 años de Instituto, Alta Córdoba se vistió de fiesta. Y como no podía ser de otra manera, hubo lugar para la nostalgia, el recuerdo y el aplauso sentido.
Dos glorias de la casa dijeron presente este domingo ante Platense en el torneo de penales “Argentina Patea”, organizado en el Monumental de Alta Córdoba.
Raúl “Bocha” Maldonado y Daniel “Miliki” Jiménez volvieron a pisar el césped con la camiseta que alguna vez defendieron con alma y vida. Pero fue el rafaelino quien se llevó la ovación más grande, la que baja de las tribunas como un abrazo.
Cuando apareció con la “9” en la espalda, el estadio explotó: “¡Jiménez, Jiménez, Jiménez!”, gritaron desde los cuatro costados, como si los años no hubieran pasado.
El rafaelino, que supo ganarse el corazón del pueblo albirrojo, fue clave en el histórico ascenso a Primera División de 1999, y su nombre quedó tatuado en la memoria del hincha glorioso.
“A la gente de Instituto le voy a agradecer siempre con el corazón y el alma todo el apoyo que me dio”, dijo emocionado.
No es para menos: de los 335 partidos que disputó en su carrera, 173 fueron con la camiseta de Instituto. Y, en esos encuentros, clavó 89 goles, buena parte de los 147 tantos que gritó como profesional. Una marca que lo deja entre los grandes.
Además de la Gloria, vistió los colores de Peñarol de Rafaela, Huracán, Atlético de Rafaela, Los Andes, Peñarol de Montevideo, Unión Maracaibo (Venezuela) y Olimpia (Paraguay).
Pero su lugar en el mundo parece estar acá. En Alta Córdoba. Con su gente. Con su historia. Con su número 9.
En el marco de los festejos por los 107 años de Instituto, Alta Córdoba se vistió de fiesta. Y como no podía ser de otra manera, hubo lugar para la nostalgia, el recuerdo y el aplauso sentido.
Dos glorias de la casa dijeron presente este domingo ante Platense en el torneo de penales “Argentina Patea”, organizado en el Monumental de Alta Córdoba.
Raúl “Bocha” Maldonado y Daniel “Miliki” Jiménez volvieron a pisar el césped con la camiseta que alguna vez defendieron con alma y vida. Pero fue el rafaelino quien se llevó la ovación más grande, la que baja de las tribunas como un abrazo.
Cuando apareció con la “9” en la espalda, el estadio explotó: “¡Jiménez, Jiménez, Jiménez!”, gritaron desde los cuatro costados, como si los años no hubieran pasado.
El rafaelino, que supo ganarse el corazón del pueblo albirrojo, fue clave en el histórico ascenso a Primera División de 1999, y su nombre quedó tatuado en la memoria del hincha glorioso.
“A la gente de Instituto le voy a agradecer siempre con el corazón y el alma todo el apoyo que me dio”, dijo emocionado.
No es para menos: de los 335 partidos que disputó en su carrera, 173 fueron con la camiseta de Instituto. Y, en esos encuentros, clavó 89 goles, buena parte de los 147 tantos que gritó como profesional. Una marca que lo deja entre los grandes.
Además de la Gloria, vistió los colores de Peñarol de Rafaela, Huracán, Atlético de Rafaela, Los Andes, Peñarol de Montevideo, Unión Maracaibo (Venezuela) y Olimpia (Paraguay).
Pero su lugar en el mundo parece estar acá. En Alta Córdoba. Con su gente. Con su historia. Con su número 9.
En el marco de los festejos por los 107 años de Instituto, Alta Córdoba se vistió de fiesta. Y como no podía ser de otra manera, hubo lugar para la nostalgia, el recuerdo y el aplauso sentido.Dos glorias de la casa dijeron presente este domingo ante Platense en el torneo de penales “Argentina Patea”, organizado en el Monumental de Alta Córdoba.Raúl “Bocha” Maldonado y Daniel “Miliki” Jiménez volvieron a pisar el césped con la camiseta que alguna vez defendieron con alma y vida. Pero fue el rafaelino quien se llevó la ovación más grande, la que baja de las tribunas como un abrazo.Cuando apareció con la “9” en la espalda, el estadio explotó: “¡Jiménez, Jiménez, Jiménez!”, gritaron desde los cuatro costados, como si los años no hubieran pasado.El rafaelino, que supo ganarse el corazón del pueblo albirrojo, fue clave en el histórico ascenso a Primera División de 1999, y su nombre quedó tatuado en la memoria del hincha glorioso.“A la gente de Instituto le voy a agradecer siempre con el corazón y el alma todo el apoyo que me dio”, dijo emocionado.No es para menos: de los 335 partidos que disputó en su carrera, 173 fueron con la camiseta de Instituto. Y, en esos encuentros, clavó 89 goles, buena parte de los 147 tantos que gritó como profesional. Una marca que lo deja entre los grandes.Además de la Gloria, vistió los colores de Peñarol de Rafaela, Huracán, Atlético de Rafaela, Los Andes, Peñarol de Montevideo, Unión Maracaibo (Venezuela) y Olimpia (Paraguay).Pero su lugar en el mundo parece estar acá. En Alta Córdoba. Con su gente. Con su historia. Con su número 9. La Voz