En plena pandemia, Cynthia Rollins tomó una decisión que sorprendió a sus amigos y familiares: dejó la costa de California para instalarse en Oklahoma. Zach Meincke y su esposa, Katie, también dejaron el Estado Dorado y se mudaron a Tulsa en 2022. Conocían poco del que hoy es su nuevo hogar, pero se convencieron de intentarlo por el incentivo de US$10.000 para trabajadores remotos que se mudaran al menos durante un año que ofrece la ciudad. Así, lo que parecía ser una apuesta arriesgada se transformó en una experiencia que cambió sus vidas.
De las playas californianas al corazón de Oklahoma: la historia de Cynthia Rollins
Rollins vivía en Ocean Beach, San Diego, un barrio tranquilo. Sin embargo, en 2020, la pandemia de coronavirus y las restricciones sanitarias llevaron a multitudes a buscar espacios abiertos y su zona se llenó de gente. El estacionamiento se volvió un problema diario y su sensación de agobio aumentó.
Tulsa nunca había sido parte de sus planes. Sin embargo, un artículo sobre el programa Tulsa Remote, una iniciativa paga a trabajadores remotos para que se muden a la segunda ciudad más grande de Oklahoma, captó su atención. Ella era empleada de una empresa tecnológica y hacía home office, así que se lanzó a lo desconocido.
Según le contó a Los Angeles Times, antes de que se mudara —en 2020— cuando le preguntaban qué había en esa ciudad de Oklahoma, ella respondía: “No tengo ni idea. ¿Quién sabe qué hay en Tulsa? Pero voy a averiguarlo”.
No se arrepintió. En su nuevo hogar encontró un ritmo de vida más calmado. En California, dijo, estaba “absorta en el día a día: el tráfico, llegar a sitios, programar cosas”. En Tulsa se vive de un modo más relajado, con “mucho más espacio para pensar creativamente sobre tu vida y, en cierto modo, organizarla como quieres”.
También allí formó pareja. Se enamoró de un joven californiano que se había mudado a Oklahoma para estudiar durante la pandemia. “Se crio en Santa Cruz y vivía a 10 minutos de mi casa, calle abajo, en Pacífica, pero nunca nos conocimos en California. Nos conocimos en Tulsa”, cerró.
Dejaron Los Ángeles y encontraron el lugar para criar a sus hijos en Tulsa
Zach Meincke y Katie se mudaron a Tulsa hace tres años. En Los Ángeles pagaban US$2400 por un departamento de dos habitaciones, mientras que en Oklahoma el costo de vida es mucho más asequible.
Por apenas unos cientos dólares más que lo que pagaban en California, ahora viven en una casa de cinco habitaciones. El cambio fue lo que necesitaban, ya que poco después de mudarse, se enteraron de que serían padres.
“Cuando estaba considerando Tulsa por primera vez, encontré una publicidad que decía que Tulsa era un lugar genial para vivir. Si eres joven, podrías vivir aquí un tiempo y aburrirte un poco. Pero si eres padre o madre, este es el lugar perfecto para criar a tu hijo”, relató. Zach coincide con esa descripción: “No podría haber sido más acertada”.
La pareja ahora espera a su segundo hijo y asegura que en California no habrían podido pagar una vivienda sin compartirla con otras personas. “Teníamos 37 años cuando nos fuimos de Los Ángeles y sentíamos que estábamos en un punto en el que, si queríamos tener todas esas otras cosas en la vida —hijos, una casa—, teníamos que hacer ese cambio“; explicó.
Aunque el trabajo remoto llevó a Rollins y Meincke a Tulsa, ambos construyeron nuevos proyectos laborales allí. Ella abrió una consultora y él creó una firma de estrategia creativa y narrativa con clientes en todo el país.
Qué es el programa Tulsa Remote
Tulsa Remote nació en 2019 y, desde entonces, incorporó a más de 3600 profesionales que trabajan a distancia. California es uno de los principales estados de origen: 539 personas se mudaron desde allí, solo superadas por los provenientes de Texas.
Programas similares surgieron en Alabama, Kansas, Arkansas y Virginia Occidental, con el objetivo de revertir la pérdida de población y revitalizar economías locales. En el caso de Tulsa, el impulso provino de la Fundación Familiar George Kaiser, que buscó diversificar una fuerza laboral históricamente ligada al petróleo y al gas.
“El objetivo era atraer profesionales del conocimiento para construir una economía resiliente y preparada para el futuro”, explicó Justin Harlan, director general de Tulsa Remote.
El programa ofrece, además del incentivo económico de US$10.000, oportunidades de voluntariado, actividades sociales y tres años de acceso a un espacio de coworking. Según cifras oficiales, el 96% de los beneficiarios permanecieron más de un año en Tulsa y el 70% sigue viviendo allí desde 2019. El impacto económico también es significativo: por cada dólar invertido, la ciudad recibe más de cuatro en gasto local, empleo y recaudación fiscal.
En plena pandemia, Cynthia Rollins tomó una decisión que sorprendió a sus amigos y familiares: dejó la costa de California para instalarse en Oklahoma. Zach Meincke y su esposa, Katie, también dejaron el Estado Dorado y se mudaron a Tulsa en 2022. Conocían poco del que hoy es su nuevo hogar, pero se convencieron de intentarlo por el incentivo de US$10.000 para trabajadores remotos que se mudaran al menos durante un año que ofrece la ciudad. Así, lo que parecía ser una apuesta arriesgada se transformó en una experiencia que cambió sus vidas.
De las playas californianas al corazón de Oklahoma: la historia de Cynthia Rollins
Rollins vivía en Ocean Beach, San Diego, un barrio tranquilo. Sin embargo, en 2020, la pandemia de coronavirus y las restricciones sanitarias llevaron a multitudes a buscar espacios abiertos y su zona se llenó de gente. El estacionamiento se volvió un problema diario y su sensación de agobio aumentó.
Tulsa nunca había sido parte de sus planes. Sin embargo, un artículo sobre el programa Tulsa Remote, una iniciativa paga a trabajadores remotos para que se muden a la segunda ciudad más grande de Oklahoma, captó su atención. Ella era empleada de una empresa tecnológica y hacía home office, así que se lanzó a lo desconocido.
Según le contó a Los Angeles Times, antes de que se mudara —en 2020— cuando le preguntaban qué había en esa ciudad de Oklahoma, ella respondía: “No tengo ni idea. ¿Quién sabe qué hay en Tulsa? Pero voy a averiguarlo”.
No se arrepintió. En su nuevo hogar encontró un ritmo de vida más calmado. En California, dijo, estaba “absorta en el día a día: el tráfico, llegar a sitios, programar cosas”. En Tulsa se vive de un modo más relajado, con “mucho más espacio para pensar creativamente sobre tu vida y, en cierto modo, organizarla como quieres”.
También allí formó pareja. Se enamoró de un joven californiano que se había mudado a Oklahoma para estudiar durante la pandemia. “Se crio en Santa Cruz y vivía a 10 minutos de mi casa, calle abajo, en Pacífica, pero nunca nos conocimos en California. Nos conocimos en Tulsa”, cerró.
Dejaron Los Ángeles y encontraron el lugar para criar a sus hijos en Tulsa
Zach Meincke y Katie se mudaron a Tulsa hace tres años. En Los Ángeles pagaban US$2400 por un departamento de dos habitaciones, mientras que en Oklahoma el costo de vida es mucho más asequible.
Por apenas unos cientos dólares más que lo que pagaban en California, ahora viven en una casa de cinco habitaciones. El cambio fue lo que necesitaban, ya que poco después de mudarse, se enteraron de que serían padres.
“Cuando estaba considerando Tulsa por primera vez, encontré una publicidad que decía que Tulsa era un lugar genial para vivir. Si eres joven, podrías vivir aquí un tiempo y aburrirte un poco. Pero si eres padre o madre, este es el lugar perfecto para criar a tu hijo”, relató. Zach coincide con esa descripción: “No podría haber sido más acertada”.
La pareja ahora espera a su segundo hijo y asegura que en California no habrían podido pagar una vivienda sin compartirla con otras personas. “Teníamos 37 años cuando nos fuimos de Los Ángeles y sentíamos que estábamos en un punto en el que, si queríamos tener todas esas otras cosas en la vida —hijos, una casa—, teníamos que hacer ese cambio“; explicó.
Aunque el trabajo remoto llevó a Rollins y Meincke a Tulsa, ambos construyeron nuevos proyectos laborales allí. Ella abrió una consultora y él creó una firma de estrategia creativa y narrativa con clientes en todo el país.
Qué es el programa Tulsa Remote
Tulsa Remote nació en 2019 y, desde entonces, incorporó a más de 3600 profesionales que trabajan a distancia. California es uno de los principales estados de origen: 539 personas se mudaron desde allí, solo superadas por los provenientes de Texas.
Programas similares surgieron en Alabama, Kansas, Arkansas y Virginia Occidental, con el objetivo de revertir la pérdida de población y revitalizar economías locales. En el caso de Tulsa, el impulso provino de la Fundación Familiar George Kaiser, que buscó diversificar una fuerza laboral históricamente ligada al petróleo y al gas.
“El objetivo era atraer profesionales del conocimiento para construir una economía resiliente y preparada para el futuro”, explicó Justin Harlan, director general de Tulsa Remote.
El programa ofrece, además del incentivo económico de US$10.000, oportunidades de voluntariado, actividades sociales y tres años de acceso a un espacio de coworking. Según cifras oficiales, el 96% de los beneficiarios permanecieron más de un año en Tulsa y el 70% sigue viviendo allí desde 2019. El impacto económico también es significativo: por cada dólar invertido, la ciudad recibe más de cuatro en gasto local, empleo y recaudación fiscal.
Tres trabajadores remotos dejaron California para mudarse a Tulsa, Oklahoma, atraídos por un programa que les pagó US$10,000 como incentivo económico. Revelan si la experiencia valió la pena, compartiendo sus historias sobre el cambio de vida, la adaptación y los beneficios de este proyecto innovador. LA NACION