Por esas cosas del fútbol —y también de la vida— Fernando Márquez colgó los botines. Y con su despedida se fue también un pedazo del Belgrano del “Ruso” Zielinski que supo emocionar, un capítulo de aquellos años en que el Pirata se paraba firme en Primera División y se animaba a soñar.
El Cuqui Márquez (37 años) anunció su retiro en el estadio Juan Pablo Francia de San Francisco, con la camiseta de Sportivo Belgrano en la mano, acompañado de su familia, sus compañeros y los aplausos de una tribuna que supo quererlo en silencio, incluso desde la distancia.
Pero en Córdoba, si alguien tiene razones para aplaudir de pie a Márquez, es el pueblo celeste. Porque fue en Belgrano donde el Cuqui encontró su lugar en el mundo futbolístico.
Jugó 133 partidos oficiales entre 2012 y 2017, dejó 20 goles, 17 asistencias, y una impronta que no se mide con números: entrega, respeto por la camiseta y un compromiso sin grises.
Su andar era particular. En el predio de Villa Esquiú pasaba horas jugando con los perros de la zona y dándoles agua o comida. No era un delantero de grandes luces, pero tenía algo de esos jugadores que saben aparecer cuando la cosa se pone espesa. Convertía goles importantes, y si no marcaba, abría caminos. Nunca sobraba una jugada y rara vez faltaba a una cita.
En Alberdi aún se recuerdan esos centros que llegaban precisos al área, esos partidos en los que, callado y sin festejos exagerados, el Cuqui terminaba siendo determinante. Un obrero del ataque celeste, con la humildad como bandera y el profesionalismo como rutina.
Surgido de Unión de Santa Fe, también pasó por Defensa y Justicia, Johor de Malasia, Ferrocarril Oeste, Atlético Grau de Perú y Deportivo Maipú, entre otros. En total, sumó 449 partidos y 101 goles. Pero para muchos, su mejor versión fue con la camiseta celeste puesta.
Su último club fue Sportivo Belgrano, donde disputó 15 encuentros y marcó un tanto. Las lesiones, esas que golpean sin piedad a los jugadores nobles, lo empujaron hacia una decisión que nunca es fácil: colgar los botines. Pero eligió hacerlo con la frente alta, sabiendo que dio todo.
La institución que lo despidió fue Sportivo, pero el corazón de muchos hinchas de Belgrano también se llenó de emoción. Porque el Cuqui se va del fútbol, sí, pero en Córdoba deja una huella: la del delantero que sin hacer ruido supo ganarse un lugar en la historia del club.
Por esas cosas del fútbol —y también de la vida— Fernando Márquez colgó los botines. Y con su despedida se fue también un pedazo del Belgrano del “Ruso” Zielinski que supo emocionar, un capítulo de aquellos años en que el Pirata se paraba firme en Primera División y se animaba a soñar.
El Cuqui Márquez (37 años) anunció su retiro en el estadio Juan Pablo Francia de San Francisco, con la camiseta de Sportivo Belgrano en la mano, acompañado de su familia, sus compañeros y los aplausos de una tribuna que supo quererlo en silencio, incluso desde la distancia.
Pero en Córdoba, si alguien tiene razones para aplaudir de pie a Márquez, es el pueblo celeste. Porque fue en Belgrano donde el Cuqui encontró su lugar en el mundo futbolístico.
Jugó 133 partidos oficiales entre 2012 y 2017, dejó 20 goles, 17 asistencias, y una impronta que no se mide con números: entrega, respeto por la camiseta y un compromiso sin grises.
Su andar era particular. En el predio de Villa Esquiú pasaba horas jugando con los perros de la zona y dándoles agua o comida. No era un delantero de grandes luces, pero tenía algo de esos jugadores que saben aparecer cuando la cosa se pone espesa. Convertía goles importantes, y si no marcaba, abría caminos. Nunca sobraba una jugada y rara vez faltaba a una cita.
En Alberdi aún se recuerdan esos centros que llegaban precisos al área, esos partidos en los que, callado y sin festejos exagerados, el Cuqui terminaba siendo determinante. Un obrero del ataque celeste, con la humildad como bandera y el profesionalismo como rutina.
Surgido de Unión de Santa Fe, también pasó por Defensa y Justicia, Johor de Malasia, Ferrocarril Oeste, Atlético Grau de Perú y Deportivo Maipú, entre otros. En total, sumó 449 partidos y 101 goles. Pero para muchos, su mejor versión fue con la camiseta celeste puesta.
Su último club fue Sportivo Belgrano, donde disputó 15 encuentros y marcó un tanto. Las lesiones, esas que golpean sin piedad a los jugadores nobles, lo empujaron hacia una decisión que nunca es fácil: colgar los botines. Pero eligió hacerlo con la frente alta, sabiendo que dio todo.
La institución que lo despidió fue Sportivo, pero el corazón de muchos hinchas de Belgrano también se llenó de emoción. Porque el Cuqui se va del fútbol, sí, pero en Córdoba deja una huella: la del delantero que sin hacer ruido supo ganarse un lugar en la historia del club.
Por esas cosas del fútbol —y también de la vida— Fernando Márquez colgó los botines. Y con su despedida se fue también un pedazo del Belgrano del “Ruso” Zielinski que supo emocionar, un capítulo de aquellos años en que el Pirata se paraba firme en Primera División y se animaba a soñar.El Cuqui Márquez (37 años) anunció su retiro en el estadio Juan Pablo Francia de San Francisco, con la camiseta de Sportivo Belgrano en la mano, acompañado de su familia, sus compañeros y los aplausos de una tribuna que supo quererlo en silencio, incluso desde la distancia. Pero en Córdoba, si alguien tiene razones para aplaudir de pie a Márquez, es el pueblo celeste. Porque fue en Belgrano donde el Cuqui encontró su lugar en el mundo futbolístico. Jugó 133 partidos oficiales entre 2012 y 2017, dejó 20 goles, 17 asistencias, y una impronta que no se mide con números: entrega, respeto por la camiseta y un compromiso sin grises.Su andar era particular. En el predio de Villa Esquiú pasaba horas jugando con los perros de la zona y dándoles agua o comida. No era un delantero de grandes luces, pero tenía algo de esos jugadores que saben aparecer cuando la cosa se pone espesa. Convertía goles importantes, y si no marcaba, abría caminos. Nunca sobraba una jugada y rara vez faltaba a una cita.En Alberdi aún se recuerdan esos centros que llegaban precisos al área, esos partidos en los que, callado y sin festejos exagerados, el Cuqui terminaba siendo determinante. Un obrero del ataque celeste, con la humildad como bandera y el profesionalismo como rutina.Surgido de Unión de Santa Fe, también pasó por Defensa y Justicia, Johor de Malasia, Ferrocarril Oeste, Atlético Grau de Perú y Deportivo Maipú, entre otros. En total, sumó 449 partidos y 101 goles. Pero para muchos, su mejor versión fue con la camiseta celeste puesta.Su último club fue Sportivo Belgrano, donde disputó 15 encuentros y marcó un tanto. Las lesiones, esas que golpean sin piedad a los jugadores nobles, lo empujaron hacia una decisión que nunca es fácil: colgar los botines. Pero eligió hacerlo con la frente alta, sabiendo que dio todo.La institución que lo despidió fue Sportivo, pero el corazón de muchos hinchas de Belgrano también se llenó de emoción. Porque el Cuqui se va del fútbol, sí, pero en Córdoba deja una huella: la del delantero que sin hacer ruido supo ganarse un lugar en la historia del club. La Voz