Talleres, fuera de todo en el cierre del semestre después de la derrota ante São Paulo

Ah, el MorumBIS. Desde hace un tiempo se llama así. Por esas cuestiones del naming, y unos 50 millones de dólares, dejó de ser el Morumbí tal y como se lo conocía. Igual, sigue siendo tremendo, inmenso, interminable y también puede ser hostil. Cuando está lleno suele ser una ventaja para São Paulo e insoportable para el rival. Si está a medio llenar, su expresión suele invertirse.

Talleres ya lo conocía. Supo irse feliz en 2019 –al vencer al local y eliminarlo del repechaje–, y muy enojado, el año pasado, al marcharse derrotado en fase de grupos al tener un encuentro bravo con muchos roces y expulsados, además de un episodio de agresión policial, más allá de la derrota por 1 a 0.

Esta vez, vino a Brasil a jugarse la clasificación a Copa Sudamericana, y perdió 2-1 porque dejó al descubierto sus limitaciones, principalmente. Lo que sucedió tras las eliminaciones que ocurrieron luego de ganar la Supercopa Internacional ante River, en Paraguay. Inverosímiles contra Armenio en Copa Argentina y en el Apertura de la Liga con Platense; con pocos atenuantes, en esta Libertadores que concluyó anoche.

No se ayudó, Talleres. En lo que dependía de sí mismo. Menos, le colaboró el 2-2 de Libertad con Alianza, un partido jugado en Asunción de Paraguay que encima terminó más de media hora después.

Encima, la imagen final ayer en San Pablo terminó sumando un episodio discriminatorio hacia el jugador Miguel Navarro, quien denunció penalmente al volante Damián Bobadilla por haberle dicho: “Venezolano, muerto de hambre”.

Lo cierto es que cayó el telón para el semestre de un Talleres, que otra vez no pudo administrar lo poco que había conseguido. Vendrán las decisiones más importantes, el partido que deberá jugar el presidente Andrés Fassi y la directiva.

Talleres se fue de licencia, pero cuando vuelva, el 9 de junio, se encontrará con el nuevo DT, y con una forma inesperada: un equipo que solamente jugará el Torneo Clausura y que deberá salir de ese puesto de descenso directo de tabla anual para buscar la clasificación a alguno de los torneos Conmebol.

Épica o normalidad

Anoche no había opción para Talleres. Como fuera, se trataba de la última función del semestre para los albiazules. Y del “plantel más caro de la historia” según el presidente Andrés Fassi.

En la previa que vivió la “T”, se fue notando. La delegación llegó otra vez sin Sebastián Palacios ni Cristian Tarragona, algo que sucedió desde que se inició la era de Mariano Levisman, el entrenador más joven de su historia y que debió continuar el interinato al que renunció Pablo Guiñazú, llamado desde las dirección deportiva que ocupaba para reemplazar a Alexander Medina. El mismo entrenador que había conducido a la “T” hacia el título de AFA que tanto había buscado y anhelado en Primera División.

Tampoco volvió a atajar Guido Herrera, quien ayer fue reemplazado por Javier Burrai. El capitán histórico que no quería esta imagen final y cuya cinta fue portada de nuevo por Augusto Schott. El arquero no tuvo la despedida que quería porque después de salir en el entretiempo frente a Instituto por un desgarro ya no volvió a jugar.

Y tampoco lo hizo Gastón Benavídez, quien tuvo un esguince de tobillo y sólo llegó con el plantel para acompañar. Otro referente que tiene promesa de salida y que probablemente se vaya. Será no más un Talleres de “ciclos cumplidos”, como dijo Fassi, hace poco.

Ahora, por Cocca

El presidente albiazul no estuvo en Brasil para este compromiso de Talleres. Fue a acompañar a su hija golfista María Fassi, quien jugó en México y, desde esta semana, en Estados Unidos.

Toda la directiva espera que, de un momento a otro, Fassi confirme a Diego Cocca como nuevo entrenador albiazul y relevo definitivo de Medina. Sin nombrar a Cocca, el máximo directivo albiazul había dicho que competía con varios equipos brasileños y que no era una operación sencilla. Es más, un equipo brasileño hizo una oferta lo que activó también el análisis de un plan B.

Por lo pronto, anoche fue el final del Talleres de ciclos cumplidos y de los interinatos. Se quedó fuera de todo. Nada es fácil en la “T”. De ahí tendrá que salir.

Ah, el MorumBIS. Desde hace un tiempo se llama así. Por esas cuestiones del naming, y unos 50 millones de dólares, dejó de ser el Morumbí tal y como se lo conocía. Igual, sigue siendo tremendo, inmenso, interminable y también puede ser hostil. Cuando está lleno suele ser una ventaja para São Paulo e insoportable para el rival. Si está a medio llenar, su expresión suele invertirse.

Talleres ya lo conocía. Supo irse feliz en 2019 –al vencer al local y eliminarlo del repechaje–, y muy enojado, el año pasado, al marcharse derrotado en fase de grupos al tener un encuentro bravo con muchos roces y expulsados, además de un episodio de agresión policial, más allá de la derrota por 1 a 0.

Esta vez, vino a Brasil a jugarse la clasificación a Copa Sudamericana, y perdió 2-1 porque dejó al descubierto sus limitaciones, principalmente. Lo que sucedió tras las eliminaciones que ocurrieron luego de ganar la Supercopa Internacional ante River, en Paraguay. Inverosímiles contra Armenio en Copa Argentina y en el Apertura de la Liga con Platense; con pocos atenuantes, en esta Libertadores que concluyó anoche.

No se ayudó, Talleres. En lo que dependía de sí mismo. Menos, le colaboró el 2-2 de Libertad con Alianza, un partido jugado en Asunción de Paraguay que encima terminó más de media hora después.

Encima, la imagen final ayer en San Pablo terminó sumando un episodio discriminatorio hacia el jugador Miguel Navarro, quien denunció penalmente al volante Damián Bobadilla por haberle dicho: “Venezolano, muerto de hambre”.

Lo cierto es que cayó el telón para el semestre de un Talleres, que otra vez no pudo administrar lo poco que había conseguido. Vendrán las decisiones más importantes, el partido que deberá jugar el presidente Andrés Fassi y la directiva.

Talleres se fue de licencia, pero cuando vuelva, el 9 de junio, se encontrará con el nuevo DT, y con una forma inesperada: un equipo que solamente jugará el Torneo Clausura y que deberá salir de ese puesto de descenso directo de tabla anual para buscar la clasificación a alguno de los torneos Conmebol.

Épica o normalidad

Anoche no había opción para Talleres. Como fuera, se trataba de la última función del semestre para los albiazules. Y del “plantel más caro de la historia” según el presidente Andrés Fassi.

En la previa que vivió la “T”, se fue notando. La delegación llegó otra vez sin Sebastián Palacios ni Cristian Tarragona, algo que sucedió desde que se inició la era de Mariano Levisman, el entrenador más joven de su historia y que debió continuar el interinato al que renunció Pablo Guiñazú, llamado desde las dirección deportiva que ocupaba para reemplazar a Alexander Medina. El mismo entrenador que había conducido a la “T” hacia el título de AFA que tanto había buscado y anhelado en Primera División.

Tampoco volvió a atajar Guido Herrera, quien ayer fue reemplazado por Javier Burrai. El capitán histórico que no quería esta imagen final y cuya cinta fue portada de nuevo por Augusto Schott. El arquero no tuvo la despedida que quería porque después de salir en el entretiempo frente a Instituto por un desgarro ya no volvió a jugar.

Y tampoco lo hizo Gastón Benavídez, quien tuvo un esguince de tobillo y sólo llegó con el plantel para acompañar. Otro referente que tiene promesa de salida y que probablemente se vaya. Será no más un Talleres de “ciclos cumplidos”, como dijo Fassi, hace poco.

Ahora, por Cocca

El presidente albiazul no estuvo en Brasil para este compromiso de Talleres. Fue a acompañar a su hija golfista María Fassi, quien jugó en México y, desde esta semana, en Estados Unidos.

Toda la directiva espera que, de un momento a otro, Fassi confirme a Diego Cocca como nuevo entrenador albiazul y relevo definitivo de Medina. Sin nombrar a Cocca, el máximo directivo albiazul había dicho que competía con varios equipos brasileños y que no era una operación sencilla. Es más, un equipo brasileño hizo una oferta lo que activó también el análisis de un plan B.

Por lo pronto, anoche fue el final del Talleres de ciclos cumplidos y de los interinatos. Se quedó fuera de todo. Nada es fácil en la “T”. De ahí tendrá que salir.

 Ah, el MorumBIS. Desde hace un tiempo se llama así. Por esas cuestiones del naming, y unos 50 millones de dólares, dejó de ser el Morumbí tal y como se lo conocía. Igual, sigue siendo tremendo, inmenso, interminable y también puede ser hostil. Cuando está lleno suele ser una ventaja para São Paulo e insoportable para el rival. Si está a medio llenar, su expresión suele invertirse. Talleres ya lo conocía. Supo irse feliz en 2019 –al vencer al local y eliminarlo del repechaje–, y muy enojado, el año pasado, al marcharse derrotado en fase de grupos al tener un encuentro bravo con muchos roces y expulsados, además de un episodio de agresión policial, más allá de la derrota por 1 a 0.Esta vez, vino a Brasil a jugarse la clasificación a Copa Sudamericana, y perdió 2-1 porque dejó al descubierto sus limitaciones, principalmente. Lo que sucedió tras las eliminaciones que ocurrieron luego de ganar la Supercopa Internacional ante River, en Paraguay. Inverosímiles contra Armenio en Copa Argentina y en el Apertura de la Liga con Platense; con pocos atenuantes, en esta Libertadores que concluyó anoche.No se ayudó, Talleres. En lo que dependía de sí mismo. Menos, le colaboró el 2-2 de Libertad con Alianza, un partido jugado en Asunción de Paraguay que encima terminó más de media hora después. Encima, la imagen final ayer en San Pablo terminó sumando un episodio discriminatorio hacia el jugador Miguel Navarro, quien denunció penalmente al volante Damián Bobadilla por haberle dicho: “Venezolano, muerto de hambre”. Lo cierto es que cayó el telón para el semestre de un Talleres, que otra vez no pudo administrar lo poco que había conseguido. Vendrán las decisiones más importantes, el partido que deberá jugar el presidente Andrés Fassi y la directiva. Talleres se fue de licencia, pero cuando vuelva, el 9 de junio, se encontrará con el nuevo DT, y con una forma inesperada: un equipo que solamente jugará el Torneo Clausura y que deberá salir de ese puesto de descenso directo de tabla anual para buscar la clasificación a alguno de los torneos Conmebol.Épica o normalidadAnoche no había opción para Talleres. Como fuera, se trataba de la última función del semestre para los albiazules. Y del “plantel más caro de la historia” según el presidente Andrés Fassi. En la previa que vivió la “T”, se fue notando. La delegación llegó otra vez sin Sebastián Palacios ni Cristian Tarragona, algo que sucedió desde que se inició la era de Mariano Levisman, el entrenador más joven de su historia y que debió continuar el interinato al que renunció Pablo Guiñazú, llamado desde las dirección deportiva que ocupaba para reemplazar a Alexander Medina. El mismo entrenador que había conducido a la “T” hacia el título de AFA que tanto había buscado y anhelado en Primera División.Tampoco volvió a atajar Guido Herrera, quien ayer fue reemplazado por Javier Burrai. El capitán histórico que no quería esta imagen final y cuya cinta fue portada de nuevo por Augusto Schott. El arquero no tuvo la despedida que quería porque después de salir en el entretiempo frente a Instituto por un desgarro ya no volvió a jugar. Y tampoco lo hizo Gastón Benavídez, quien tuvo un esguince de tobillo y sólo llegó con el plantel para acompañar. Otro referente que tiene promesa de salida y que probablemente se vaya. Será no más un Talleres de “ciclos cumplidos”, como dijo Fassi, hace poco.Ahora, por CoccaEl presidente albiazul no estuvo en Brasil para este compromiso de Talleres. Fue a acompañar a su hija golfista María Fassi, quien jugó en México y, desde esta semana, en Estados Unidos. Toda la directiva espera que, de un momento a otro, Fassi confirme a Diego Cocca como nuevo entrenador albiazul y relevo definitivo de Medina. Sin nombrar a Cocca, el máximo directivo albiazul había dicho que competía con varios equipos brasileños y que no era una operación sencilla. Es más, un equipo brasileño hizo una oferta lo que activó también el análisis de un plan B. Por lo pronto, anoche fue el final del Talleres de ciclos cumplidos y de los interinatos. Se quedó fuera de todo. Nada es fácil en la “T”. De ahí tendrá que salir.  La Voz

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