La encomienda, despachada en la sucursal de Villa Lugano del Correo Argentino, tenía como destino la ciudad de Madrid, en España. Supuestamente, era un regalo, un recuerdo típico de la Argentina: un equipo de mate. Pero todo era una simulación para intentar traficar cocaína. La droga estaba oculta en el bolso matero. Detrás del intento de contrabando estuvo un ciudadano colombiano con antecedentes penales por narcotráfico, cuya expulsión del país ya había sido decidida. El sospechoso fue identificado por una huella dactilar.
La detención del sospechoso
El sospechoso, Wilmer Armando Alfonso Pizarro, un ciudadano colombiano de 40 años, fue detenido por detectives de la División Delitos contra la Salud y la Seguridad Personal de la Policía de la Ciudad.
En las últimas horas, el sindicado narco fue procesado con prisión preventiva por el juez en lo penal económico Rafael Caputo. El magistrado le trabó un embargo sobre sus bienes hasta cubrir la suma de 6.000.000 de pesos. La investigación que llevó a la cárcel a Alfonso Pizarro estuvo delegada en la fiscal María Gabriela Ruiz Morales.
“Alfonso Pizarro se encuentra íntimamente ligado a la manipulación de la pieza postal. El hallazgo, mediante un peritaje de especialistas, de diseños dactilares compatible con las huellas del nombrado, permite suponer, con alto grado de convicción suficiente, que tomó contacto con la encomienda. Teniendo en cuenta que las huellas dactilares son únicas y exclusivas de cada individuo, se establecería por el momento la vinculación de Alfonso Pizarro con el hecho investigado”, sostuvo el magistrado al fundamentar el procesamiento del sospechoso.
El 5 de septiembre de 2023 se había cancelado su residencia, se declaró irregular su permanencia en el país, se ordenó la expulsión y se prohibió el reingreso con carácter de permanente.
Diez años atrás ya había sido investigado por el intento de contrabando de cocaína en encomiendas postales. Estuvo procesado sin prisión preventiva.
“El aporte realizado por Alfonso Pizarro en el suceso mencionado había consistido en haber provisto la sustancia estupefaciente junto con el método de ocultamiento, los datos del destinatario y los fondos para afrontar los costos del envío”, sostuvieron fuentes judiciales.
También se lo investigó por otro caso de similares características. En esa oportunidad, la encomienda tenía como destino Italia. También se había despachado un kit matero. Se allanó su domicilio y se le secuestró un kilo y 300 gramos de una “sustancia pulverulenta de color blanca”
Finalmente, el 7 de junio de 2022, fue condenado a la pena de tres años de prisión en suspenso.
Un año después de la condena, reincidió. El 6 de junio se despachó la encomienda con el bolso matero que tenía como destino la ciudad de Madrid. El supuesto remitente era un vecino de Villa Rosa, en Pilar.
Pero la encomienda nunca salió del aeropuerto internacional de Ezeiza. Cuando personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) pasó el paquete por la máquina de Rayos X descubrió “anomalías”.
“El personal preventor percibió que el bolso presentaba un hedor a pegamento. Al revisarlo, se descubrió que, en su estructura, portaba dos paquetes entre las paredes internas, delanteras y posteriores. A aquellos paquetes conformados por un material tipo goma eva y papel metálico, se les efectuó una incisión, encontrándose una sustancia pulverulenta. Seguidamente, se extrajo una muestra, se la sometió a una prueba de campo, a través de un reactivo químico específico para cocaína, las cuales arrojaron resultado positivo”, según se desprende del expediente judicial. Poco más de 300 gramos. Además, se logró levantar una huella, que terminó siendo clave para identificar al sospechoso.
Primero, antes de delegar la investigación en la fiscal Ruiz Morales, el juez Caputo ordenó tareas investigativas para determinar “la veracidad del nombre, domicilio y teléfono consignados en el mentado envío postal”, según se desprende del expediente judicial.
Pronto se determinó que el vecino de Pilar, que figuraba como la persona que despachó la encomienda, había sido una víctima. El sindicado narco había usado su identidad. Las huellas levantadas en el bolso matero no se correspondían a él.
El vecino de Pilar había perdido su DNI o se lo habían robado. Situación que fue aprovechada por el narco para usar su identidad.
Además, se descubrió que el teléfono celular que se había dejado como contacto cuando fue despachada la encomienda no correspondía la línea de teléfono del vecino de Pilar. Era de un amigo de Alfonso Pizarro.
“De los elementos probatorios acopiados se infiere que el real remitente de la pieza postal internacional ingresó diversos datos mendaces y/o apócrifos, a fin de desviar el curso de la investigación, y así poder ocultarse como verdadero responsable. Si bien todas y cada una de las medidas dispuestas y encomendadas a distintos organismos fueron tomadas acertadamente y resultaron, en su sumatoria, importantes para la instrucción, lo cierto es que a su entender la providencia más significativa ejecutada fue el levantamiento de huellas dactilares: ante el resultado categórico que arrojó, pues nos condujo a Alfonso Pizarro”, dijo un detective de la Policía de la Ciudad que declaró ante la fiscal Ruiz Morales.
Alfonso Pizarro fue detenido en su domicilio, un departamento de un edificio situado en Castelli al 200, en Balvanera. En un garaje cercano, además, se secuestró un automóvil marca Audi, que sería del sospechoso.
“Las diversas probanzas recopiladas durante la instrucción de la presente pesquisa, se puede determinar con el grado de sospecha que esta etapa requiere, que Alfonso Pizarro habría tenido activa participación en la tentativa de contrabando de estupefacientes inequívocamente destinados a su comercialización mediante la imposición de la encomienda postal internacional identificada con el track and trace EE 00431299 8AR y con destino al Reino de España, circunstancia que no materializó por la intervención del personal preventor”, sostuvo la fiscal Ruiz Morales al pedido la detención del sospechoso.
La encomienda, despachada en la sucursal de Villa Lugano del Correo Argentino, tenía como destino la ciudad de Madrid, en España. Supuestamente, era un regalo, un recuerdo típico de la Argentina: un equipo de mate. Pero todo era una simulación para intentar traficar cocaína. La droga estaba oculta en el bolso matero. Detrás del intento de contrabando estuvo un ciudadano colombiano con antecedentes penales por narcotráfico, cuya expulsión del país ya había sido decidida. El sospechoso fue identificado por una huella dactilar.
La detención del sospechoso
El sospechoso, Wilmer Armando Alfonso Pizarro, un ciudadano colombiano de 40 años, fue detenido por detectives de la División Delitos contra la Salud y la Seguridad Personal de la Policía de la Ciudad.
En las últimas horas, el sindicado narco fue procesado con prisión preventiva por el juez en lo penal económico Rafael Caputo. El magistrado le trabó un embargo sobre sus bienes hasta cubrir la suma de 6.000.000 de pesos. La investigación que llevó a la cárcel a Alfonso Pizarro estuvo delegada en la fiscal María Gabriela Ruiz Morales.
“Alfonso Pizarro se encuentra íntimamente ligado a la manipulación de la pieza postal. El hallazgo, mediante un peritaje de especialistas, de diseños dactilares compatible con las huellas del nombrado, permite suponer, con alto grado de convicción suficiente, que tomó contacto con la encomienda. Teniendo en cuenta que las huellas dactilares son únicas y exclusivas de cada individuo, se establecería por el momento la vinculación de Alfonso Pizarro con el hecho investigado”, sostuvo el magistrado al fundamentar el procesamiento del sospechoso.
El 5 de septiembre de 2023 se había cancelado su residencia, se declaró irregular su permanencia en el país, se ordenó la expulsión y se prohibió el reingreso con carácter de permanente.
Diez años atrás ya había sido investigado por el intento de contrabando de cocaína en encomiendas postales. Estuvo procesado sin prisión preventiva.
“El aporte realizado por Alfonso Pizarro en el suceso mencionado había consistido en haber provisto la sustancia estupefaciente junto con el método de ocultamiento, los datos del destinatario y los fondos para afrontar los costos del envío”, sostuvieron fuentes judiciales.
También se lo investigó por otro caso de similares características. En esa oportunidad, la encomienda tenía como destino Italia. También se había despachado un kit matero. Se allanó su domicilio y se le secuestró un kilo y 300 gramos de una “sustancia pulverulenta de color blanca”
Finalmente, el 7 de junio de 2022, fue condenado a la pena de tres años de prisión en suspenso.
Un año después de la condena, reincidió. El 6 de junio se despachó la encomienda con el bolso matero que tenía como destino la ciudad de Madrid. El supuesto remitente era un vecino de Villa Rosa, en Pilar.
Pero la encomienda nunca salió del aeropuerto internacional de Ezeiza. Cuando personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) pasó el paquete por la máquina de Rayos X descubrió “anomalías”.
“El personal preventor percibió que el bolso presentaba un hedor a pegamento. Al revisarlo, se descubrió que, en su estructura, portaba dos paquetes entre las paredes internas, delanteras y posteriores. A aquellos paquetes conformados por un material tipo goma eva y papel metálico, se les efectuó una incisión, encontrándose una sustancia pulverulenta. Seguidamente, se extrajo una muestra, se la sometió a una prueba de campo, a través de un reactivo químico específico para cocaína, las cuales arrojaron resultado positivo”, según se desprende del expediente judicial. Poco más de 300 gramos. Además, se logró levantar una huella, que terminó siendo clave para identificar al sospechoso.
Primero, antes de delegar la investigación en la fiscal Ruiz Morales, el juez Caputo ordenó tareas investigativas para determinar “la veracidad del nombre, domicilio y teléfono consignados en el mentado envío postal”, según se desprende del expediente judicial.
Pronto se determinó que el vecino de Pilar, que figuraba como la persona que despachó la encomienda, había sido una víctima. El sindicado narco había usado su identidad. Las huellas levantadas en el bolso matero no se correspondían a él.
El vecino de Pilar había perdido su DNI o se lo habían robado. Situación que fue aprovechada por el narco para usar su identidad.
Además, se descubrió que el teléfono celular que se había dejado como contacto cuando fue despachada la encomienda no correspondía la línea de teléfono del vecino de Pilar. Era de un amigo de Alfonso Pizarro.
“De los elementos probatorios acopiados se infiere que el real remitente de la pieza postal internacional ingresó diversos datos mendaces y/o apócrifos, a fin de desviar el curso de la investigación, y así poder ocultarse como verdadero responsable. Si bien todas y cada una de las medidas dispuestas y encomendadas a distintos organismos fueron tomadas acertadamente y resultaron, en su sumatoria, importantes para la instrucción, lo cierto es que a su entender la providencia más significativa ejecutada fue el levantamiento de huellas dactilares: ante el resultado categórico que arrojó, pues nos condujo a Alfonso Pizarro”, dijo un detective de la Policía de la Ciudad que declaró ante la fiscal Ruiz Morales.
Alfonso Pizarro fue detenido en su domicilio, un departamento de un edificio situado en Castelli al 200, en Balvanera. En un garaje cercano, además, se secuestró un automóvil marca Audi, que sería del sospechoso.
“Las diversas probanzas recopiladas durante la instrucción de la presente pesquisa, se puede determinar con el grado de sospecha que esta etapa requiere, que Alfonso Pizarro habría tenido activa participación en la tentativa de contrabando de estupefacientes inequívocamente destinados a su comercialización mediante la imposición de la encomienda postal internacional identificada con el track and trace EE 00431299 8AR y con destino al Reino de España, circunstancia que no materializó por la intervención del personal preventor”, sostuvo la fiscal Ruiz Morales al pedido la detención del sospechoso.
El sospechoso, Wilmer Alfonso Pizarro, de nacionalidad colombiana, fue detenido por detectives de la Policía de la Ciudad LA NACION